Si algo aprendió muy bien Simón Bolívar fue hacer la guerra convencional típica de su época. El Comandante Hugo Chávez, en la suya, supo dar lectura al desafío bélico del imperio y lograr despertar las conciencias que en muchos pueblos permanecían aletargadas. Ahora, blindados por la presencia moral y revolucionaria de ambos, debemos demostrar que somos dignos descendientes de la herencia bolivariana-chavista para actuar con precisión cuando las circunstancias lo exijan. Enterado de la malandrada aplicada por los encargados de los cines del Centro Comercial Líder a quienes el viernes acudieron al estreno de Bolívar, el hombre de las dificultades, no tengo dudas de que es hora de enfilar los cañones morales para derrotar a quienes aún sueñan con el retorno del oscurantismo cuartorrepublicano violador de derechos humanos.
Para quienes no se han enterado aún, las y los asistentes a la sala donde proyectaban la película fueron víctimas del más ruin saboteo que no es aplicado con Capitán América, con Superman ni con el Hombre Araña, según alcanzó a escuchar el colega Simón Herrera esa noche (ver Ciudad CCS domingo 18-8-13. Pág 24). Pues, respondamos a ese vil ataque con firmeza revolucionaria: ¡llevemos el film a la calle! Propongo dos tandas.
Como Gobierno, convoquemos al pueblo a sus canchas, veredas y barrios para que hagamos de esos espacios unas inmensas salas de cine donde al final haya debates en torno a la proyección. En segundo lugar, entréguese a los consejos comunales una copia para que la misma sea difundida las veces que la comunidad lo pida. A la violencia respondamos con inteligencia, por ahora. Después veremos.
Más nunca nadie debe osar secuestrar el pensamiento del Padre de la Patria como ocurrió hasta 1998, año en el que el Gigante Eterno empezó a pulverizar tal maldición. Demos al pueblo poder también en el arte.
¡Chávez vive la lucha sigue!
