Con este título un poco escatológico quiero poner de relieve lo que se escucha en muchas, muchísimas voces tanto de adeptos y simpatizantes del Proceso Revolucionario, y mucho más más por supuesto, en voces de quienes lo adversan. Exactamente estas mismas palabras: “¿Será que el Presidente, los Ministros y demás funcionarios del Estado no se limpian el rabo...?” Por supuesto, el apelativo de la zona corporal mencionada es otro, que no mencionaremos aquí.
Es el preocupante murmullo, queja, grito y hasta acusación destemplada que se escucha en las denigrantes colas que cientos y miles de compatriotas hacen frente a los Mercales, Pedevales, operativos a cielo abierto, Supermercados y Abastos Bicentenario y otras actividades que el Gobierno Bolivariano procura en favor de todos, especialmente los sectores de menores recursos, pero sin tomar en cuenta el importante factor de la dignidad, la consideración y la atención verdaderamente integral al pueblo. En todo momento se escucha en las infamantes colas de 2 o 3 horas cosa como: “¡claro, como Maduro no tiene que calarse estas colas y este solazo, para él todo está perfecto...!”; “seguramente que al Presidente y sus Ministros y Ministras les sirven su comidita en su platico, sin que sepan todo el ajetreo, tiempo y sudadera que un@ se tiene que calar para conseguir las cosas... ¡y cuando se consiguen!, porque otras nanay, nanay...”; “¡no hay leche, harina, ni papel tualé!; será que la gente del gobierno no se limpia el c...? ¡Ah no! segurito a ellos le llevan el papel por pacas y no saben las de Caín que uno pasa...”; “no hay papel turulo, ni un poco de cosas más y uno tiene que dar vueltas y más vueltas para conseguir algo... ¡y carísimo!: ¡que viva la Revolución Bonita!, ¡que viva el Socialismo!
Yo no sé si el Presidente, los Ministros, parlamentarios revolucionarios y demás funcionarios del Estado tienen idea del daño tremendo que le causan al Proceso Revolucionario estas y parecidas situaciones. Del daño tremendo que se le causa a la percepción de lo que el Socialismo es en las mentes de grandes mayorías que hacen mercado y luchan cada día para conseguir los insumos básicos para vivir, y que no tienen mayores instrumentos de análisis para comprender por qué escasea el papel higiénico, la leche, la harina de trigo o de maíz, y otros artículos de la canasta básica que recurrentemente caen en este ritornello de la escasez, el acaparamiento, la inflación y las enormes colas. Tanto en los establecimientos públicos como privados. No; la mayoría de las veces la cosa se queda en: “no hay tal cosa y no hay. Punto. ¡Viva el Socialismo! (irónicamente, por supuesto). Incluso no bastan en muchas ocasiones las tímidas explicaciones o acciones que el gobierno emprende para enfrentar las roscas acaparadoras, las mafias especulativas, el Indepabis o no se da abasto, o es totalmente inoperante, las importaciones como que duran unos días para luego desaparecer ya sea en las manos de los 'amigos' de la economía informal, 'los chinos' -como dice la gente-, o simplemente en la enorme demanda acumulada, aumentada por el nerviosismo y el temor a la escasez de los consumidores. Al gobierno se le percibe débil, insuficiente o ineficaz para ponerle coto a tan tremenda situación matavotos. Y aunque sea por supervivencia y con miras a las elecciones de Diciembre, tiene que encontrarle soluciones contundentes a una de las mayores amenazas que tiene.
Quizá es verdad. Quizá es cierto que la percepción de los altos personeros del gobierno es que: se están haciendo las importaciones, ha aumentado el consumo, pero también se ha aumentado la distribución y la oferta, que existen los supermercados y abastos Bicentenario, que los operativos de distribución de alimentos se dan a cada rato en todas partes, que el Indepabis está poniendo mano dura. que las casas de alimentación funcionan, que el gobierno está abasteciendo al pueblo como nunca antes. Y esto es verdad. Pero lo que también es verdad es que aún con todo, esto es insuficiente. La percepción colectiva es que “antes no había tanto rollo para conseguir las cosas”; que antes de que “el gobierno expropiara supermercados y empresas de alimentación había de todo, en cantidad y variedad”; que la especulación siempre ha existido, pero ahora esto es horrible, esto se lo llevó el diablo”. Y otras cosas por el estilo. O sea, que el Socialismo no sirve, o no funciona bien. O que al menos, no funciona tan 'bien' como funcionaban las cosas antes. Y esto es lo que quizá no ven los altos funcionarios del gobierno. Que esta percepción es la común. Es la de las grandes mayorías del pueblo, aún la del pueblo chavista. Que quizá es cierto que como el Presidente, Ministros, etc., no tienen que hacer mercado, no se enteran de las ignominias que tiene que pasar el pueblo. Que esta percepción es muy peligrosa, peligrosísima, una terrible amenaza. Una máquina matavotos gigante.
Que si es verdad que la culpa es de las roscas, de las mafias, del capitalismo, de los acaparadores y especuladores, una de dos, o el gobierno es muy pendejo, mano blanda o sonso y se deja pisar, o que es terriblemente inefectivo y/o ineficiente para darle un parao definitivo a todo esto. Y cualquiera de las dos respuestas es un enorme matavotos. ¿Cómo darle el parao? Por ejemplo, construyendo más y más supermercados y abastos, trayendo o produciendo más alimentos, y distribuyéndolos de forma abundante y efectiva para romperle el espinazo a los empresarios sinvergüenzas hambreadores del pueblo y conspiradores contra la Revolución. Evitando o minimizando las colas de 2 o 3 horas y eliminando el maltrato al pueblo que tiene que calarse esas benditas colas y demás quebraderos de cabeza. Sólo para empezar.
El Presidente Chávez siempre dijo que el Socialismo tenía que caracterizarse por ser aún más eficiente en todos los aspectos que cualquier cosa del Capitalismo. Y en eso tenía una aplastante razón. EL CAPITALISMO NO PUEDE SER MÁS AMABLE, ORGANIZADO, EFICIENTE, AGRADABLE, O APARENTEMENTE 'MEJOR' QUE EL SOCIALISMO. Aún en la transición hacia el Socialismo, las cosas tienen que percibirse mejor, o si no, el peligro de retrogradar en la opinión pública y por tanto en los votos, es inminente.
Y en eso el Proceso Revolucionario aún tiene terribles fallas. Que esperemos se corrijan a tiempo. Antes que sea la realidad la que se estrelle en los rostros de los mayores responsables en la toma de decisiones y tengan que decir amargamente después: “¡aaaahhh!, es que como nosotros no hacemos mercado ni vamos al banco, no nos enteramos de las ronchas que pasa el pueblo, a pesar de todos nuestros esfuerzos...”. “Sí nos limpiamos, pero no nos enteramos de todo lo que cuesta eso...”.
¡A ponerse las pilas pues!
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