Estamos llegando a extremos de humillación, inocencia, contradicciones y si no es exageración podríamos decir engaño.
Lo mediático ha sustituido las doctrinas revolucionarias, nos dejamos envolver por la imposición de los directores del imperio, que imponen guerras de fantasía, hechas con equipos cinematográficos, para mostrar unas verdades que son mentira y acusan a los inocentes con unas mentiras que llamamos montadas, para matarnos y ocupar los pueblos que luchan por liberación; muestran la fantasía como producto importante para hipnotizar y seguir con la guerra desde las oficinas metido en aire acondicionado, mientras el pueblo sigue muriendo en la acción y la defensas de su patria y los cómodos estamos luchando desde el twitter o el internet.
Con esta apreciación no quiero decir que el ataque planeado contra el valiente pueblo Sirio no sea cierto, lo es, pero no es la verdad la que sale al mundo por sus pantallas de mentira, ellos resistirán y los mercenarios imperiales sufrirán otra derrota; lo que quiero decir es que estamos como si no importara, como si algo tan grave como los ataques planeados contra los pueblos que practican las políticas de cambio y negación del capitalismo, fueran mentira; nos vemos como sentados esperando que suceda lo peor para reaccionar y las reacciones que tomamos son muy de la clase cómoda, donde la desidia es una imposición en nuestra cultura.
Estamos cambiando formación por impresión.
Una actividad que debería ser de formación, se le da el nombre de espectáculo y la asumimos como un acto de bambalinas y no pasa nada; la formación es sustituida por una lista firmada de asistencia, donde la cuantificación es el fin, ante la cualificación.
Estamos haciendo juego a unos dogmas que a la larga pasaran factura en la psiquis del nuevo ser que estamos proponiendo en revolución.
No es igual manifestar nuestras creencias, en lo interno; que en la exposición pública y la utilización de nuestra imagen, en deterioro de una fe que para nada es de la conducta propuesta.
Hay un vocabulario que no debe ser aceptado en el proyecto revolucionario, porque muestra vicios y deformaciones que tienen más que ver con alienación que con reafirmación de valores y lo grave es que en el liderazgo, no hay ni una intención por explicar a los que se están formando, que es mientras vamos trasformando los vicios dejados por la IV república.
No sé si en la exigencia de la modernidad, esto tiene que ser aceptado como parte de la guerra y que lo mediático dicte nuestra conducta; pero entonces quien conduce lo mediático tiene que mostrar una conducta distinta a la que estamos viendo en tiempo de revolución.
En la revolución, alguien tiene que empezar a decir las verdades que no sean las mediáticas, la revolución no puede estar sujeta a la fantasía que el capitalismo impuso para que hoy, cuando salen las propuestas, no se sabe si son mediáticas o de verdad y que pronto estaremos haciendo los cambios que necesitamos en revolución; porque PATRIA SOCIALISTA O MUERTE, VENCEREMOS Y HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.
SIN PATRIA NO QUIERO VIDA.