La Francia republicana y democrática pareciera dirigirse hacia su extinción política, carente de la luz de sus grandes pensadores, abandonada su trinitaria invocación a la Libertad, Igualdad y Fraternidad jacobina, convertida en una miserable apéndice del hegemonismo global del gobierno de los Estados Unidos e intentando gruñir, como en sus vergonzosos tiempos de gran colonizador y esclavista en tierras de Africa y América, bajo el mando de un oscuro burócrata – Francois Hollande – que se queda muy lejos alcanzar la inmensa estatura histórica de quienes en Le Bastille, las calles, campos y cuarteles de Paris, en la Asamblea de los Estados Generales de la Revolución del año 1789 y, la Comuna de París, llenaron de gloria eterna y brillo imborrable al pueblo francés y la consagraron en la historia como la cuna del pensamiento político más avanzado de la Humanidad de su tiempo.
Presionada por la crisis estructural que golpea al Capitalismo Global en toda Europa y, en particular, a la otrora orgullosa Francia, los desempleados y los trabajadores franceses con contratos precarizados y pensiones reducidas, puestos a escoger entre un payaso fascista como Nicolás Sarkozy y una payasa racista como Jean Marie Le Pen, optaron por darle una apretada victoria electoral en el año 2011 al Fracois Hollande sin importarles mucho el comportamiento forajido de su gobierno en sus neo-colonias africanas y en los escenarios de guerra internas y regional en el Medio Oriente y el Norte de Africa, porque, finalmente, tales guerras mueven la industria armamentista francesa, garantiza que sus devaluadas mercancías sigan llegando a los mercados del capitalismo periférico neo-colonial francés y produzcan los puestos de trabajo que estos nuevos “esclavos del siglo XXI”, puedan disfrutar de las disminuidas ventajas de vivir en las metrópolis coloniales, lejos de los escenarios de guerra y protegidos por sus soldados de fortuna de la Legión Extranjera.
Hoy, Francois Hollande es la má viva personificación de una izquierda europea fraudulentamente socialista, que hasta se atreve a mantener al glorioso himno de la clase obrera mundial, La Internacional, como su canción partidaria, pero cuyo gobierno y parlamento se han convertido el Comité Central de las Clases Propietarias Francesas y Sección Francesa de la Internacional del Capital Financiero Internacional , a quien se subordina en sus políticas antipopulares y contra-obreras internas y a la estrategia global de guerra de reconquista del Capital de los escenarios geoestratégicos de energía, minerales valiosos, tierras de cultivo, biodiversa y con alta disposición de acuíferos; centro fundamental del nuevo diseño del mundo posterior a la presente crisis global del Capitalismo financiero.
Francoise Hollande, burócrata, pragmático y realista político de vieja escuela social-traidora francesa, está consciente de la gravedad de la crisis del sistema Capitalismo y conoce cuales son las alternativas planteadas a la crisis pero, igual que la dirigencia política y social del seudo socialismo francés y de la élite de la Francia Burguesa y colonialista a cuyo servicio se encuentra, tiene suficientemente claro que es imposible cualquier salida económica y política al presente ciclo de crisis del Capital mundial, si ella no está asociada a la profundización de la definitiva destrucción de los Estados Nacionales en Europa y la reversión de los procesos soberanistas e integracionista presente en los procesos políticos en los países del viejo Capitalismo periférico, especialmente los de condición neocolonial francesa; por lo que la amenaza del uso de la guerra y la guerra en sí misma, es la primera opción como medio para alcanzar tales objetivos, para lo cual lo mismo vale el manido pretexto de la lucha contra el terrorismo islámico en Malí, el derrocamiento de un “cruel y genocida dictador” como en Libia y la agresión terrorista contra Siria por supuesto uso de armas químicas por parte del ejército de la República Arabe Siria, que preside Bachir Al Assad.
Es precisamente esa clara posición política del Pequeño Napoleón del Palacio de Los Eliseos que, más de allá de las expresiones declarativas del gobernante francés, se hace imposible una alianza política entre las corrientes soberanistas, anticapitalistas, antimperialista y de profunda Justicia Social que hoy ensancha su presencia en el escenario político de América Latina y el Caribe y liderazgos, partidos y gobiernos como los del señor Fracoise Hollande, quienes siempre asumirán su relación estratégica subordinada con el Estado Imperialista norteamericano antes con sus relacionadas de ésta parte de América Latina y el Caribe; sin que ello signifique no desarrollar relaciones y conjuntar iniciativas sobre temas en los que no se encuentra como eje fundamental la nueva arquitectura mundial, por cuanto, sobre eso, las posiciones siempre serán irreconciliables.
No es del interés ni mucho menos del propósito, de los socialistas consecuentes y demás revolucionarios de América Latina y el Caribe concentrar valiosas fuerzas en atacar las corrientes social-traidoras y, en particular, del socialismo francés, - tarea que la tienen esos pueblos - , pero es evidente que tales formaciones se han apartado de su legado histórico y se han adherido al viejo tronco del poder del Capital para accionar contra sus pueblos y demás pueblos del planeta, por lo que el interés hoy debe estar dirigido a construir la propuesta estratégica – o más bien histórica - de la Internacional de los Pueblos, del Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías, que haría posible el renacimiento, articulación y movilización, de las más variadas y plurales fuerzas del anticapitalismo y el antimperialismo, forjadas en los últimos 60 años para, barriendo los muros fronterizos de nuestros Estados Nacionales, ir a la lucha internacional de masas para impulsar el sueño de que “Otro mundo es posible”.