Coordinadora Democrática: Practicando el terrorismo

Indudablemente, el pueblo venezolano se encuentra en la
actualidad sometido a una fuerte presión ejercida por poderosos sectores
internos y externos, que no sólo conspiran contra el gobierno legitimo de
Hugo Chávez, sino que también desafían abiertamente y sin ningún tipo de
escrúpulos al Estado, originando con ello una angustia colectiva, pues se
teme que las armas de la irracionalidad y del terrorismo se impongan sobre
la voluntad de un pueblo y sobre el nuevo entramado institucional instalado
a partir de la entrada en vigor de la Constitución Bolivariana.

Efectivamente, en el último mes del año 2002 se produjo un
feroz e incesante ataque terrorista contra el Estado y contra el pueblo de
Venezuela. Este ataque, conducido por mentes enfermas, lejos de detenerse
parece seguir su rumbo hacia su objetivo final: la destrucción del Estado.
De hecho, la extensión irresponsable de la desmedida lucha política
hacia terrenos no permitidos, deja ver claramente que estamos en presencia
de actos criminales, terroristas que violan flagrantemente los derechos de
los niños, hombres y mujeres venezolanas.

Atentar contra la principal industria que aporta los recursos
económicos para el funcionamiento integral del Estado, someter a la
población a una fuerte presión y sabotear la distribución de combustible y
de alimentos, constituye un acto criminal que debe ser castigado con todo el
rigor jurídico que contemplan las leyes de la República; inclusive se les
puede dar el calificativo de terroristas y con ello aplicar todo el peso de
las leyes internacionales.

Es necesario emplear los mecanismos constitucionales para
terminar de una vez por todas con este absurdo conflicto. Los grupos
terroristas, disfrazados de oposición, deben ser sometidos con el uso de la
fuerza legítima. De esa manera se acabaría con la impunidad con que están
actuando estos traidores de la patria.

Desde esta columna quiero hacer un llamado a los sectores
progresistas del país y de ideas avanzadas en democracia para que se
pronuncien contra el liderazgo terrorista cobijado en el manto perverso de
la llamada Coordinadora Democrática. Los verdaderos postulados de la
democracia no admiten este tipo de lucha política que hoy practican estos
sectores desplazados, que ante la imposibilidad de volver al poder, quieren
destruir al Estado y la sociedad venezolana, para luego sobre sus cenizas
imponer un tipo de democracia falsa, excluyente y donde las bases sociales
de esta patria serán sometidas por los poderosos sectores elitescos.

Entonces el llamado es en primer lugar, para la Iglesia
Católica venezolana para que demuestre en esta hora aciaga que realmente
están al lado de la justicia de los pueblos. Levanten su voz y díganle al
pueblo venezolano, a nosotros los creyentes, que aquí las bestias relinchan
de soberbia y patean día a día la convivencia social de esta patria. De
verdad, dónde está la Conferencia Episcopal Venezolana, diciendo las
verdades sobre este descomunal ataque por parte de los sectores opositores
contra la dignidad de este pueblo. El silencio, muchas veces, es sinónimo de
complicidad.

Igualmente, hago un llamado a los profesionales de este
país, para que en una cruzada de carácter nacional denunciemos la
irracionalidad de los bárbaros que ante la imposibilidad de derrocar al
Presidente por medios democráticos, la han emprendido contra el Estado
venezolano. Las acciones anunciadas por el bando terrorista y el estado de
excitación con que hablan los voceros opositores, dejan ver claramente que
el plan macabro ya no es contra Chávez, sino contra el Estado venezolano. Y
las elites desplazadas no van a descansar hasta recuperar sus privilegios.
De allí que insisto en hacerle un llamado de alerta a los colegas
politólogos, abogados, ingenieros, economistas, médicos, licenciados,
administradores, a los profesores, y a todos aquellas personas de ideas
democráticas de este país para que defendamos nuestro futuro, el de nuestros
hijos y nuestras familias. Los que hoy nos someten con el látigo de la
guerra psicológica, los que hoy atentan contra la tranquilidad de nuestros
hogares y la salud mental de nuestros hijos, no merecen nuestro respeto, ni
mucho menos nuestra confianza.

Un tercer llamado es a la comunidad internacional, a los gobiernos
y Jefes de Estado para que ayuden a la democracia venezolana, que hoy está
seriamente amenazada por sectores sanguinarios que no tienen cultura de
negociación y tolerancia y carecen de racionalidad política. Sí, la tríada
perversa compuesta por CTV-FEDECAMARAS-MEDIOS DE COMUNICACIÓN, montados
sobre una falsa plataforma política como lo es la llamada Coordinadora
Democrática, no es más que una estructura compuesta por seres humanos de
mente criminal, terroristas que juegan al deterioro físico y mental de los
venezolanos y que además, quieren deshacer los avances logrados en la
Constitución puesta en vigor en 1999.


Finalmente, el llamado es para las Fuerzas Armadas Nacionales
(FAN) para que con el poder de las armas y la fuerza legitima que les otorga
el Texto Constitucional, estén prestos para defender al sistema democrático
que nos hemos dado los venezolanos. De verdad, que no duden ni un momento
–si ello fuera necesario- someter a estas mentes enfermas que hoy quieren
llevarnos de vuelta hacia estadios políticos ya superados. Ahora que estamos
dispuestos a avanzar hacia una democracia verdaderamente transparente y no
oscura y excluyente como lo fue la “puntofijista”, solicitamos abiertamente
ese respaldo. Son ustedes los garantes del Estado y por lo tanto se debe
bloquear cualquier intento de debilitarlos y destruirlo, tal como lo quiere
el bando terrorista compuesto por los sectores anteriormente nombrados.

Compatriotas venezolanos, es el momento de ocuparnos de
defender nuestra democracia. Estamos llamados a asumir con valentía los
retos del presente y del futuro, lo que no debemos hacer es retirarnos a las
escenas del silencio.

Eduardo J. Marapacuto
Politólogo. Magíster en Ciencia Política


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Eduardo J. Marapacuto


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