Mediterraneo de la muerte

El reciente naufragio de una destartalada embarcación repleta de subsaharianos en las cercanías de la trágicamente célebre isla de Lampedusa, (sur de Italia), el cual provocó la muerte de más de 500 personas, muchos de ellos mujeres y niños, es un nuevo y escandaloso episodio que se agrega a la tragedia africana ocasionadas por el criminal proceso colonial y de explotación esclavista a que fue sometido durante tres siglos por las potencias coloniales europeas (Inglaterra, Francia, Portugal, España, Bélgica y Alemania) y la endémica lucha fraticída de grupos étnicos, corrientes religiosas y clanes políticos y militares, encerrados entre fronteras de Estados nacionales impuestos por los intereses colonialistas y regidos por elitescos sistemas políticos centralistas favorecedores de la dominación neocolonial de las metrópolis y de los intereses de las grandes empresas mineras, energéticas y forestales del Capitalismo Central, interesadas en financiar guerras, Golpes de Estados y conflictos inter-estatales, con el fin de garantizar la continuación de su control de las riquezas del país en medio de la división de sus pueblos.

Ante la cínica respuesta de sepultureros y carceleros de una Europa en crisis y que ve este mortuorio goteo de africanos lanzados a sus costas por la fuerza del Mar Mediterráneo como una amenaza a su bienestar y, el silencio cómplice de la Secretaria General de las Naciones Unidas, del señor Bam Ki Moom, la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, señora Pillay y, la Alta Comisionada para los Refugiados; todos los días, desafiando la muerte y entregados a los traficantes de su tragedia, miles de africanos subsaharianos se lanzan al mediterráneo desde las orillas más próximas al territorio europeo, estas son Italia y España, con la finalidad de buscar una oportunidad de encontrarse con sus familiares, amigos y miembros de sus comunidades étnicas ya asentados en suelo europeo, y comenzar una nueva vida lejo0s de los conflictos tribales y nacionales, la carencia de trabajo y la siempre amenaza del hambre, dirigiendo sus caminos hacia el mundo que más se acerca a su memoria y a su cultura prendida: el mundo colonial europeo, del cual tienen su lengua, sus referentes culturales y en donde viven millones de los suyos que les ayudaran a abrirse camino en ese sueño europeo.

Las “flotillas de la muerte” del Mar Mediterráneo, cuyos frecuentes naufragios con elevadas pérdidas de vida y los campos de concentración a donde son llevados los sobrevivientes antes de su deportación, son una protuberante tragedia humanitaria cuya permanencia en el tiempo solo se explica por la actitud racista de los órganos ejecutivos y parlamentarios de la Unión Europea que pretenden seguir manejándolo como un problema de inmigración ilegal y seguridad fronteriza, cuando de lo que se trata es reconocer que parte importante de esa tragedia tiene su origen en las condiciones de explotación colonial y neo-coloniales impuestas por países europeos sobre los pueblos africanos, las cuales hacen estructuralmente imposible su desarrollo con Paz, Democracia y Seguridad, a pesar de las inmensas riquezas energéticas, minerales, forestales, acuíferas y forestales con que cuenta ese inmenso territorio, por los que su solución requiere un cambio radical en las relaciones de intercambio y de apoyo al desarrollo por parte de Europa y de toda la comunidad internacional, que no puede limitarse a los programas asistencialistas que las Organizaciones No Gubernamentales, con financiamiento de los gobiernos y los órganos de la Unión Europea financian en las zonas más empobrecidas del continente africano, sino que deben dirigirse a un equilibrio de las ganancias entre los Estados y las empresas Capitalistas en Africa, el apoyo a la implantación de sistemas de salud, educación y apoyo a la alimentación, el favorecimiento de la pequeña y mediana industria sustitutiva de las importaciones, el apoyo a la artesanía y la agricultura tradicional y el aprovechamiento de la capacidad productiva agrícola y su industrialización.

A diferencia de la conducta hipócrita y cínica de las viejas potencias coloniales, negadas a reconocer su responsabilidad histórica en la actual tragedia africana; actores emergentes en las escena política y económica mundial, como la República Popular China y los países de la Unión de Naciones del Suramérica, UNASUR, promueven diversos mecanismos de cooperación, relacionamiento y encadenamiento productivo con los países africanos en condiciones mutuamente ventajosas de financiamiento de proyectos, apoyo a la construcción de su infraestructura y promoción del intercambio comercial a los productos africanos, que rompan la dependencia maldita del colonialismo europeo que hoy, más de tres siglos después de su africanicidio, sigue arrojando en sus costas, los cadáveres de las víctimas del “Sueño africano en Europa”.
 



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Yoel Pérez Marcano


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