El discurso de Nicolás Maduro, el martes en la Asamblea Nacional, para solicitar la Ley Habilitante y enfrentar con furia la corrupción y otros males que carcomen a la Patria, se dirige nada más y nada menos que a la construcción del Hombre Nuevo que en su momento planteó el guerrillero heroico, Ernesto Guevara. Encomiable, admirable, necesario y esperanzadora propuesta para quienes no dejaremos de soñar nunca con una sociedad donde la igualdad sean parte de la vida diaria de cada quien. El reto, aunque no imposible, no ta’ fácil y exige invertir hasta las reservas morales que cada uno conserve.
No será fácil mientras parte del pueblo convocado a esa lucha, sea el mismo que se colea en Mercal y PDVAL, y luego se pone una boina roja para marchar; no será fácil mientras haya padres y madres que educan a sus niños y niñas a apartar puestos en el Metro violando el derecho de quienes llegaron antes, y luego se pone una boina roja para marchar; no será fácil mientras haya gente del pueblo que revende productos de primera necesidad, y luego se pone una boina roja para marchar; no será fácil mientras haya ingenieros, arquitectos, médicos y periodistas que sólo piensan en las fechas de cobro, y luego se ponen una boina roja para marchar; no será fácil mientras haya policías que a pesar de los cambios en el tiempo y de los tiempos de cambio no dejen de maltratar a la ciudadanía, y luego se pone una boina roja para marchar; no será fácil mientras algunos diputados chanchulleros aplaudan al Jefe de Estado y luego se pongan una boina roja para marchar.
Cambiar la mentalidad de la población exige más que buenas intenciones. Ejemplarizantes deben ser las lecciones para que todo el mundo entre por el riel. No la pusiste papaya Nicolás, pero hay que hacerlo. Vamos a echarle un camión.
