Parece curioso, pero existen unas normas tácitas en el mundo de la política que usted amigo lector desconoce, seguramente porque piensa que la política es de inmorales. Y en ese último punto se equivoca, pues son seres humanos como cualquier otro, cuya integridad podría decirse depende de muchos factores que no abordaremos en este momento, para no pecar de ingenuos. Sin embargo, esas normas se han seguido con tal apego, que basta leer declaraciones de cualquier candidato para apreciar que dicen lo mismo, de la misma forma y por los mismos medios.
Pues bien, un candidato a ser diputado en Guayana es tan astuto como para saber que el mejor día para una rueda de prensa es un domingo en la mañana, pues el periodista de guardia querrá terminar cuanto antes su faena y sacará cualquier cosa el día lunes, precisamente el día en que se lee más prensa, no por los agudos análisis de los políticos o columnistas de opinión, sino más bien por el regreso de las loterías y las estadísticas con sus respectivas fotografías de un fin de semana “sangriento”.
Un buen candidato está pendiente de todo, lee, escucha y pregunta de todo, pues no sabe en qué momento le toca decir algo. Y si no tiene nada que decir, porque es un analfabeta sobre el tema, debe opinar como sea, pues un candidato no puede quedarse callado. Ejemplo, si a un candidato que no sabe nada de asuntos laborales, que no conoce el problema recogido en la prensa con respecto a SIDOR, algún periodista maquiavélico le pregunta ¿y qué tiene usted que ver con SIDOR, por qué quiere declarar sobre ese tema?, el coeficiente intelectual de dicho candidato le sugerirá a que responda: ¡Bueno, SIDOR es de todos!
Candidato que se respete no discute con periodistas, y siempre le dará un saludo acompañado de un abrazo y una sonrisa, pues aunque no conozca al dueño del medio, el periodista es la persona que mejor puede ayudarlo a publicar sus brillantes ideas. También donde hay un fotógrafo debe haber un candidato, obviamente si éste no sale en la gráfica nadie reconocerá su cara al momento de votar. Por supuesto que ubicarse delante del lente de un fotógrafo, en una ubicación donde te puedan reconocer, es una lucha silenciosa de empujones y jalones de sillas.
Un buen candidato tiene excelentes propuestas, o mejor no, eso de propuestas es muy complejo, mejor hablemos de frases inmortales que quedarán en el legendario archivo de un periódico regional.
Un candidato recupera todas sus amistades, y se produce en su interior una especie de iluminación hacia el perdón y el olvido, al menos que el amigo sea candidato del partido contrario, lo que se traduce en un hecho imperdonable. Un excelente candidato sabe elegir la parte de verdad que le conviene y ocultar la parte que lo desmiente. Esta habilidad define su calidad, su peso y por supuesto su inteligencia. Lo más difícil para un candidato y lo más traumático, es conseguir financiamiento y muchedumbre que lo siga. Lo primero se puede resolver con ingenio y creatividad, lo segundo depende de su carisma y credibilidad, lo cual no abunda cuando se cambia de bando, de partido o ideas políticas, como cambiar de pantalón.
La radio es el medio predilecto para el candidato, por eso los locutores siempre terminan creyéndose dentro de su burbuja de popularidad, que son candidatos potenciales por excelencia. Aunque a veces no reparan en que una doña de más de 70 años, con cierto trabajo de hormiga en las comunidades puede ganarle en las elecciones. La televisión es un medio muy costoso para un candidato, y la prensa es un medio muy atractivo, pero requiere tener buenas ideas y saberlas expresar bien, y tener en cuenta que los periodistas odian a los opinadotes de oficio, los tartamudos y a los habladores de paja.
Amigo lector, esta forma de hacer política está muriendo, y en parte se debe a que usted va descubriendo esta realidad. Sin embargo, no basta con conocer la realidad, sino transformarla ocupando espacios, para que cuando usted sea candidato no siga malos consejos.
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