Sé muy poco o nada de béisbol y no me interesa en absoluto, como tampoco sé nada de fútbol. Pero respeto a la gente que le gusta estos deportes. En la época del fervor por estos juegos del béisbol o del fútbol siempre quedo fuera de lugar entre los que expresan solidaridad por uno u otro equipo. Pero me parece que no hay algo que esté más degradado y podrido que estos juegos en la sociedad capitalista, y que no haya nada más neoliberal que la manera como se negocian a sus jugadores que se mueven de un equipo a otro por inmensas tajadas de plata. Esos equipos son verdaderas transnacionales que controlan clubes, venta de mercancías con marcas exclusivas, spots publicitarios multimillonarios por televisión, pautas por radio y prensa. Y me parece una verdadera aberración dentro de la Revolución bolivariana, dar vivas a un criollo porque haya hecho ganar a un equipo yanqui, dentro de los mecanismos del negocio pervertido y global que practica el imperialismo.
¿Cuántas hamburguesas de MacDonald habrá promocionado el fulano beisbolero Guillén con su triunfo? ¿Cuántos comerciales de la Coca Cola o de cerveza se pagaron para ver su show? ¿Cuánto condicionamiento se nos impone a través de esa contracultura del negocio gringo, empaquetado con la competición béisbol, cuando aquí los Cisneros o los Mendoza han hecho una fortuna metiéndonos su Draf o su Polar? No entiendo cómo un bolivariano puede dar vivas por esa cosa tan ajena a nosotros, tan plagada del vil dinero, de la miseria capitalista. Por esta razón la conciencia bolivariana de esta revolución se muestra a veces harto confusa, harto débil, harto manipulable.