Premien a los sapos

 (O como democratizar la lucha anticorrupción) En Venezuela, si ud quiere hablar mal de alguien, por chismoso o bocafloja, lo llama sapo. Así , si un chamo le dice a la maestra quien echo a perder la cartelera del salón, el hablador se transforma en sapo. Igual, cuando un compañero de trabajo le cuenta al jefe que es mentira, que fulanito no tiene la abuela enferma en Mérida, sino que alargó el puente y se cogió dos días con la novia, al tipo aquel nadie lo salva: es el propio batracio. Y así por el estilo.

Sin embargo, tal vez no sea tan malo después de todo, hacer de sapo.

Pienso incluso que si Venezuela se convirtiera en un país de sapos podría irnos mejor, empezar a derrotar en serio, de verdad, nuestros males, en especial uno de ellos: la corrupción. No hay ilícito que no cuente con un encubridor, o uno que no está metido en el asunto, que sabe o huele pero se calla. Por estos lares la cosa está tan extendida (hipercorrupción. la llama un técnico) que ya no puede uno decir que es administrativa, porque además de funcionarios públicos involucra, tanto a gente con plata de empresas privadas como a venezolanos de a pie. Allí hay civiles y militares; guardias y presos; empleados de CADIVI, empresarios que sobrefacturan importaciones, y falsos viajeros; sindicalistas y firmadores de pólizas de HCM, políticos de derecha y de izquierda; funcionarios de abajo, directores de ministerios y tal vez ministros; alcaldías y gobernaciones.

En esa historia se nos ha escurrido de las manos el siglo XIX, el XX, y puja con entusiasmo en esa misma dirección el siglo XXI. Es la piñata atolondrada que desliza y la vara que la sigue y la destroza. De modo que a sapear se ha dicho. No se lo deje sólo a los políticos de oficio, que muchos han llegado arriba gracias a la denuncia sin tener un solo gramo de materia gris en el cerebro. Cada uno de nosotros ha oído algo, tiene la sospecha, no cuenta con pruebas pero ve que el tipo anda en tremendo carro y se convirtió en hombre de mundo de la noche a la mañana. Ud observa que espalillan el presupuesto en compras directas injustificadas para no tener que ir a licitación, que hay quien se aplica sin remordimiento al peculado de uso al emplear los recursos del Estado para beneficio de un individuo, un grupo, o de un partido, que se contrata a empresas sin capital ni solvencia técnica o donde los tipos colocan a familiares para despacharse y darse el vuelto.

Es posible que en algunos casos se trate apenas de un rumor, pero ud siga la pista, colecciones esos retazos. Hay que meterse a sapos. Claro, hay que moverse con cautela. No se trata de linchar públicamente a alguien por un simple desquite o porque no llegó al ascenso que uno esperaba. No es solo rabia o simple desahogo lo que nos anima, lo que está en juego es acción directa ciudadana. Ahora, esta iniciativa requiere en principio de un aliado. Es fácil identificar quien puede serlo: se trata de Maduro. Es el quien, con el peso político de ser el Presidente, ha dicho que va a llegar hasta el final en el combate a la corrupción. Maduro debe estimular, facilitar las cosas para que este vasto movimiento de sapos tenga a mano una vía o canal para hacer llegar los indicios, incluso simples sospechas de irregularidades, al máximo nivel de decisión.

Maduro debería crear además la confianza para asegurar que, cualquier que haya tenido que bajarse de la mula ante un funcionario o cualquier cartel de la corrupción sea considerado inocente, con tal de que eche el cuento de cuándo, cómo y dónde fue víctima de presión, extorsión o robo. Me dirán que la propuesta que formuló es una operación encubierta a favor de Maduro. Admito que yo voté por Maduro, pero la cosa va más allá de eso. A Maduro pongámoslo a prueba. Ya basta de entregar cheques en blanco a un gobernante. ¿Cumplirá Maduro con la palabra que ha empeñado? Yo no lo sé.

Es más, tengo mis dudas. Tendrá él que demostrarlo. ¿Que la campaña de Maduro contra la corrupción está motivada políticamente? Seguro. La masa no está para hacer bollos, en las elecciones presidenciales del 7 de abril la oposición le llegó cerca y eso debe haber puesto a pensar a Maduro que, en materia de la lucha anticorrupción, hay que superar la arenga moralista del pasado que sólo sirvió para disimular la impunidad. ¡Se acaba el tiempo! Hay que reconocer sin embargo que por primera vez en Venezuela se están tomando acciones, se investiga y detiene a figuras cada vez más importantes. ¿Caerán los chivos pesados que puedan estar involucrados? ¿Alcanzaremos a ver caer a rojos rojitos, tanto como amarillos amarillitos? Repito, no lo se. Ver para creer como Santo Tomás es por ahora lo más sano, después de haber visto correr tanta promesa devaluada. Maduro empujado por circunstancias muy difíciles está abriendo un camino que ni los adecos ni los copeyanos, ni siquiera el propio Si Maduro, al final, no se hace cargo de las expectativas que ha creado entonces a la sociedad entera, con el movimiento popular a la cabeza, le tocará ser protagonista de esta lucha, cívica y democrática.

Cuando ninguna persona, hombre o mujer, joven o viejo, pueda sentirse seguro del chanchullo, porque el de al lado, el que lo saluda y le da los buenos días, se convirtió en sapo, perdón, en un ciudadano valiente, responsable, que no va a encubrir sus tropelías, lo pensará dos veces. En un país en el que la trama de la justicia es tan frágil, el control social( el ojo que vigila), puede ser una esperanza. Aliente ud Maduro la vigilancia ciudadana para que fluya de todos lados, para que en esta lucha no dependamos sólo de los auditores, la Contraloría General de la República o de los miembros de la Asamblea Nacional. Ud. va a perder la batalla que ha emprendido si la lucha anticorrupción se polariza, si se limita a un toma y dame entre políticos, porque cada bando no va a resistir la tentación de proteger sus propios pillos. Confíe en las personas comunes y corrientes, haga una alianza directa con ellas, deles poder para que pueda fortalecer su propia posición y trague grueso, porque se van necesitar dosis.

Iniciativa Transparencia Socialista  Noviembre 2013

cesar.henriquez55@gmail.com



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César Henríquez Fernández


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