En América Latina tiene lugar hoy procesos de gobiernos a los que se le ha dado no muy acertadamente, el calificativo de sistemas de gobiernos progresistas. Entre de ellos hay profundas variantes y presencia de clásicas manifestaciones de políticas neoliberales. Es distinto, el proceso boliviano del argentino y al de Brasil. En Argentina y Brasil la dosis de neoliberalismo pesa. Entre Bolivia y Ecuador pueden apreciarse un cierto acercamiento porque entre otras cosas, han mantenido una posición firme frente a las políticas imperiales de los EEUU.
Entre Venezuela y Ecuador por las informaciones que disponemos a través de los medios, pueden determinarse diferencias en varios puntos del accionar de ambos sistemas. Así pues, que estamos frente a una variedad de gobiernos, que prefiero denominarlo con una agenda social más abierta. El término “progresista” no me convence mucho y lo asocio con otro paradigma.
Sabemos que el Che Guevara estando en Cuba y bajo las múltiples responsabilidades que ocupó (que no fueron pocas), no abandonó el estudio y análisis de la situación que vivía Cuba, el socialismo y el capitalismo. Su salida de Cuba y estadía en el Congo, lo metió más profundamente en el estudio y reflexión sobre el devenir de los proceso de transformación.
La salida del Congo y su paso por Praga, lo aprovecho para revisarse y revisar la experiencia socialista. En Praga vivió una intensa jornada de análisis y aunque en estas reflexiones salía un poco decepcionado del socialismo que se practicaba en la Unión Soviética; tenía la convicción de la viabilidad y necesidad del proyecto socialista, como alternativa distinta al capitalismo.
Tratando de hacer un ejercicio de imaginación/especulación, coloco al Che en este momento en Venezuela, observando estas realidades de América Latina pero concentrado en el país. Coloco al Che imaginariamente, frente a lo que hacemos, cómo lo hacemos y dejamos de hacer hoy en Venezuela.
En su estadía en Cuba y bajo las múltiples responsabilidades políticas y de dirección que tenía; el Che lanzó y actuó prácticamente en la promoción del trabajo voluntario. Lo promovió y estuvo al frente de ese acontecimiento y este estar frente a esa batalla por el socialismo, promoviendo el trabajo (incluyendo al voluntario), tenía varias explicaciones. Se puso frente a ese proceso de promover el trabajo voluntario con la idea de aportar animosidad y esfuerzo para cumplir con las metas de las zafras y porque estaba convencido que el trabajo era un valor supremo del socialismo y una fuente para producir el nuevo hombre.
Si estuviera hoy entre nosotros observándonos, pienso que se sentiría muy incomodo. No estamos aún ni seleccionado qué tipo de "semilla" que requerimos para sembrar la cultura de trabajo y frente a esta “cultura” de tener o fabricar real para esto o aquello, seguramente tendríamos sus reflexiones y su inconformidad.
Si el Che estuviera vivo y nos observara, estaría profundamente compungido por el valor que le damos al trabajo. Si estuviera aquí, sería irrespetuoso invitarlo a una jornada d trabajo “voluntario” nuestro. Allá, él lo promovía para sembrar la cultura del trabajo como creador de riqueza y un valor supremo, mientras que entre nosotros; el “trabajo voluntario”, cuando se ha hecho, suena más a operativo y a ocupar funcionarios de una oficina para cubrir o hacer algo que una dependencia pública ha dejado de hacer. O sea; el trabajo voluntario es para esconder una deficiencia o abandono de una obligación por parte de un nivel de gobierno. El trabajo voluntario es limpiar un espacio, pintar una acera o replantar arbolitos en una plaza pública que esta competencia de las alcaldías y para eso hay persona (burocracia) de sobra.
El Che de estar vivo y unos días con nosotros de ese estado compungido (afligido), pasaría a confrontar una fuerte depresión y desespero. Observándonos, bajo la convicción de ver el trabajo como una manera de parir el nuevo hombre y sentar la bases del socialismo ; entraría en una profunda depresión al constatar que entre nosotros; el socialismo se viene “resolviéndose” gracias a nuestra condición de país petrolero: fabricar billete y pa ´la calle.
Su estadía en Praga, antes de venirse a las montañas bolivianas, le permitió ver muy claramente el retorno de la unión soviética al capitalismo y el desbarrancamiento de este sistema. Si lo tuviéramos aquí observándonos en estos momentos y oyera los anuncios de varios ministros posiblemente “guevaristas” y con una franela con su imagen debajo de su chaqueta, se llevaría las manos a la cabeza y se preguntaría: Por qué veo tantas figuras de la revolución luciendo mi foto en franelas y siendo tan inconsecuente con lo que pensé y dije. Agregaría además un: Cómo es que no han aprendido de lo dejé y de los legados de Chávez.