La guerra económica continúa con sus cargas de profundidad.
Sigo difundiendo la tesis, que en mi humilde criterio es una de las orientaciones estratégicas de este proceso: el socialismo se gana o se pierde en la cabeza de los pueblos.
En consecuencia de ello, la guerra psicológica no cesa en sus fines, todo lo contrario arrecia; se profundiza en la medida que nos acercamos al 8 de diciembre.
Y preguntamos en voz alta y para todos: ¿Cuáles son los objetivos de la guerra psicológica?
¡Que no haya ningún tipo de dudas!
La guerra psicológica está dirigida a desmoralizar a la población en general, potenciar el odio más visceral en la oposición e ilusionarlos sobre la posibilidad de triunfo –“salir del presidente Maduro”- y sobre todo desmovilizar, neutralizar y destruir la capacidad combativa del chavismo y su base social de apoyo.
Es muy importante aclarar que la guerra económica forma parte de la estructura de la guerra psicológica.
Ambas son partes de un amplio abanico de operaciones en el que los medios de información, publicidad y propaganda, como hemos visto, tienen un peso importante pero no exclusivo.
El imperialismo ataca la cabeza de los pueblos, la psiquis, las ideas, la conciencia, pero ese ataque tiene mil caras: usura, escasez, acaparamiento, asesinatos selectivos, sabotaje eléctrico, trancas en las autopistas y principales arterias viales del país, etc.
La guerra psicológica va desde imponer a la Barbie como muñeca nacional, instalar en el imaginario los centros comerciales como “sociedad ideal”, hacer llorar con el himno de Estados Unidos, hasta oír la expresión: ¡Señora! ¿Dónde la consiguió..?