"Veus eixa mar que abraça de pol a pol la terra?
En altre temps d'alegres Hespérides fou hort;
Aquí els titans lluitaven, allá ciutáts florien (...)"
Jacint Verdaguer - Atlántida
Hace algunas semanas publiqué una carta abierta y brava bajo el título de "Señor Ambassador" ; hace días que tengo deuda - conmigo mismo - de esta otra que, si no está titulada, sí está dedicada a otro Embajador, en este caso un entrañable compañero de viejas luchas intelectuales contra la barbarie que asolaba nuestras ancestrales patrias comunes: Galicia y España. (Persona que, como el Presidente Chávez hizo recientemente en el gran foro de la ONU, en una memorable plenaria de la Internacional Socialista, aquí en Caracas, ante luminarias sagradas del orden de Billy Brandt, Mario Soares, Michel Rocard, etc... - para evitar nombres de no muy grata memoria -, cuando le tocó hacer uso de la palabra en representación del extinto PSP - Tierno Galván et al -, se atrevió a decir - en relación con la pobreza -: "Menos declaraciones grandilocuentes y más obras concretas, aunque sean modestas". Este luchador compañero y entrañable amigo a quien las vueltas del tiempo y la circunstancia nos han traído hoy como Embajador, precedió brevemente en la UNESCO a otro sobresaliente compañero de aquellos tiempos, Federico Mayor-Zaragoza, quien se atrevió a cambiar el motto "Atreveros a aprender" por "Aprender a atreveros" , mención que me ahorra mucha tinta para explicar de que clase de seres humanos estamos glosando. Y también viene a cuento, porque esta carta no es sólo para el amigo Embajador, sino también para los pueblos sujetos de su Embajada, principalmente para quienes somos de, o nos encontramos en esta feraz..., pero atribulada orilla dedicados/as a la búsqueda y construcción de un destino más feliz que el que nos esforzamos en dejar atrás.
Muchos y muchas consideran que en tal tarea es importante que incluyamos la cuestión de la identidad para definirla de una buena vez en forma clara, desprejuiciada y científicamente sólida, y resolver permanentemente las ambigüedades, resistencias y complejos a sus componentes esenciales, presentes - ya manifiesta ya implícitamente, expresa o veladamente - en toda la cotidianidad de nuestras relaciones sociales y, aún, en los más encumbrados niveles académicos responsables de la definición necesaria. La hispanidad ha sido durante largo tiempo moderno el componente más incómodo para el común de la gente, para el pueblo llano, y en grandes sectores de las clases medias y altas, no es infrecuente el escuchar la atribución de todos nuestros males a la herencia cultural ibérica, principalmente de la cultura económica y de la estructura heredada del estado que tal cultura implicó y aun implica.
Curiosa y paradójicamente, tal estado de percepción suele ser más frecuente en personas con apellidos de la más pura raigambre castellana, que suelen hablar con orgullo de sus ancestrales blasones familiares..., pero que también suelen ostentar grados académicos de Oxford, Cambridge, el MIT, UCLA, Caltec, Harvard... Sus intereses profesionales y económicos suelen estar ligados a los del Imperio que en 1898 nació sobre las cenizas del que enterró. Nada terriblemente extraño pues, pero revelador, amigo Señor Embajador, de algo muy importante que tenemos que empezar a hacer con decisión y generosidad... interesada: becas, becas, becas; cooperación, comunicación, intercambio; paridad, altruismo, cero paternalismo condescendiente y molesto...
El mencionado es un extremo que sólo se manifiesta con fuerza en sectores de la cúspide económica de la sociedad..., pero tiene enorme poder de transmisión y persuasión, a pesar de la enorme labor en sentido opuesto de educadores ejemplares como el Hermano Ginés ("Labor omnia vincit"), frecuentemente contrarrestada por el apetito económico y el dogmatismo de otras órdenes activas en la educación privada.
En el otro extremo del espectro está el indigenismo a ultranza, el que, a la par de defensores genuinos, cuenta con innumerables activistas interesados, quienes por una amalgama de razones de interés de diversas índoles y orígenes, suelen sucumbir a la tentación simplista de recurrir a la masacre histórica de la conquista - que sí existió -, para revindicar a sus defendidos y condenar eternamente a los agresores históricos. (Entre mis amigos académicos - pese a todo - en esta trampa suelen caer profesores de la relevancia de Agustín Blanco Muñoz, quien no por ello deja de usar a Sancho Panza para personificar al pueblo maltratado). El reciente escándalo suscitado en torno a las "Nuevas Tribus", nos está obligando a un sano ejercicio de catarsis que, eventualmente, nos servirá para ir poniendo los valores en juego en su justa dimensión y debido lugar. (En la reciente reunión conmemorativa de la fecha del "encuentro", me impresionó con agrado, el ver al antropólogo, ex senador, buen amigo y valiente defensor de los derechos de los pueblos indígenas, Alexander Luzardo, en animado, amistoso e inteligente intercambio con el Embajador Morodo, quien se lamentó de no haber podido estar ese día - allí estaba el Presidente Chávez - en Salamanca , su alma mater y sede histórica de la primera - y única en la historia de los imperios - defensa formal de los derechos indígenas, protagonizada por el Obispo de Chiapas ..., Fray Bartolomé de las Casas).
Como ibérico - también europeo y... atlante -, perteneciente también a una cultura diferenciada y una sociedad y economía sometidas durante más tiempo por la misma metrópolis - nací en Galicia, país sometido en 1480 por un decreto "católico" de "castración y doma" - también nació allí ellí el Señor Embajador en referencia -, y venezolano por amor, me siento, no sólo obligado a poner mi granito de arena en pro de la definición necesaria, sino también, por creer contar con algunos requisitos de intelecto y objetividad indispensables para intentarlo, estar obligado a ello. Lo que pueda lograr - si algo - estará también dedicado a muchos buenos amigos y amigas, alguno@s , entre los más aguerridos promotores - sin proponérselo - de la noción popular de la indigenidad como constituyente único lícito de la identidad de este pueblo. Por supuesto que esa no es la intención de Roland Denis, Migdalia Valdéz, Lusbi Portillo, Gonzalo Gómez, Alexander Luzardo , ni de ningún otro de l@s militantes soberanistas "NuestrAmericanos" que recurrieron a tumbar la estatua de Colón para lograr llamar la atención sobre la problemática de la Sierra de Perijá y sus habitantes wuayúu, yupka, barí... Pero hay mucho tiburón cazando en las aguas turbias del carbón de Perijá y de los derechos de los pueblos indígenas... Cuando ese hecho ocurrió (yo tuve que ir a declarar como indiciado habiéndome enterado por la prensa - pero me solidaricé con sus autores -), el Embajador Morodo estaba recién llegado y - me consta - el Señor Presidente cifraba en su llegada la ilusión de darle un vuelco a las relaciones con España - y a través de ella con la UE - que el Gobierno del PP y Aznar habían destruido. El incidente hubiera podido ser grave, pero el temple y aplomo de Morodo lo previnieron - "cosa comprensible en revolucionarios jóvenes en busca de protagonismo y prensa", me dijo - y gracias a ese aplomo de revolucionario maduro y diplomático ejemplar, la "Balsa de Piedra" de Saramago, como el autor prescribió, sigue acercándose más y más cada día a los pueblos de la Atlántida que reencontró e, inevitablemente polinizó y, sin proponérselo, por circunstancia de azar y necesidad, transformó.
Nuestros hermanos portugueses, más tarde, dedicándose a un comercio que su estado de conciencia no les apuntaba como pecaminoso, trajeron del Africa la tercera semilla humana de lo que había de determinar nuestra identidad biológica y cultural, hoy la más numerosa y tal vez, la más determinante de nuestro carácter nacional y universal. Nuestra Constitución recoge la suma histórica y social de tal proceso y lo resume indeleblemente en su preámbulo: " (...)sociedad multiétnica y pluricultural".
En medio de todas las contingencias que vivimos, es alentador el observar que la sensatez histórica, antropológica, sociológica y vital se van imponiendo. En el Diario VEA, Luís Negrón, escribe el 16 de Octubre: "(...) Pero en el caso de España como imperio, apenas al llegar a estas tierras de gracia y de desgracia, comenzaron a denunciar la violencia imperialista y de dominación contra los nativos, de la ambición y la crueldad del trato, de la dureza de la realidad de la explotación mercantilista metalista.
Nada de eso pasó por ejemplo en el exterminio consciente, planificado friamente de la hoy conocida como América del Norte, en países como el actual Estados Unidos, donde para adueñarse de sus tierras y recursos fueron sistemáticamente eliminadas sus formas de subsistencia, hasta llegar a casi extinguir al búfalo para erradicar la base de subsistencia de estos pueblos(...)".
(Quien quiera tener la verdad más plena, cruda y moderna..., léase " Texas", de James Michener...).
Pero..., aun no hemos tocado el tema del título... Allá vamos.
ATLÁNTIDA
El gran Verdaguer nos propuso en su bello poema épico (ver epígrafe, arriba - también: "Qui sunt isti qui ut nubes volant?". ¿Dioses?, ¿Demonios? Ambas cosas: Hombres. -) que Colón y su gente no iban a las Indias ni a lo desconocido, sino a reencontrar la Atlántida. Bella y, al final, cierta intuición poética dictada por la nebulosa y fabulosa memoria de su ancestral cultura de todos los orígenes orientales, hoy también integrada a la nuestra.
Nuestro Gran Maestro, Don Arturo Uslar, no menciona a la Atlántida , pero nos habló de aquella gesta (¿de Destino Manifiesto también birlado?) en forma igualmente poética:
"Una mirada al mapa es suficiente para mostrarnos, con toda evidencia, que la península Ibérica es el promontorio que apunta hacia América y, al mismo tiempo, la casi isla en la que se cruzan las rutas de Africa y de Europa y del Mediterráneo y del Atlántico. Estaba escrito así en la geografía un destino de encrucijada y encuentro, de vocación ecuménica entre pueblos y culturas distantes y distintos. Es lo que algunos llaman su vocación histórica de universalidad".
(Me parece de interés el señalar aquí que la tierra más occidental de la Península Ibérica es Galicia, tierra de navegantes, y que la Famosa Santa María, construida en una carpintería de ribera cercana a Pontevedra - Galicia -, se llamaba originalmente La Gallega, y su armador propietario fue - antes de que le fuera confiscada y él expatriado - Don Vasco Pérez de Camoéns, abuelo del Gran Camoéns, príncipe de las letras portuguesas. Bella y compleja historia - real - que un día me gustaría contarles).
Convenido entonces, según Verdaguer, Cristóbal Colón - gallego de nación según el eminente Dr. Phillipot - vino a reencontrar la Atlántida , pero políticamente, llego a "Las Indias", a las que por ser "Las Indias", no tenía razón para rebautizar. Pero era el comienzo del Renacimiento y en los estados navegantes, principalmente Portugal y España, pululaban los hombres de negocios y aventureros de las ciudades inventoras del capitalismo y las "empresas de riesgo": Florencia, Venecia, Génova... A la zaga de Colón, no tardó en llegar Américo Vespucio, quién no sólo le robó a Colón las perlas que había mandado apartar en Cubagua, sino también el nombre del continente que este había... ¿encontrado? A poco, el viejo nuevo continente reencontrado era conocido en Europa como América. Y así pasaron varios siglos..., hasta que una parte relativamente pequeña y remota de la antiquísima nueva tierra, convertida en Imperio, usurpó y se apropió aquel falso nombre. América hoy, no es América, sino una parte posesiva de ella, de modo que hoy, para decir quienes o de donde somos, nos vemos obligados a anexarle un calificativo - América latina, NuestrA mérica - al nombre original, ya manchado de falsedad bautismal.
En la revista periódica Bolívar, publicada en Madrid durante 1930 y 1931 bajo la dirección del gran americanista peruano Pablo Abril de Vivero - verdadera joya histórica de nuestra literatura que aguarda por una reedición magna -, me encontré con un raro y excelente artículo - parte de su serie "Un año en el otro mundo" (USA), del enorme humorista y periodista gallego que fue Julio Camba, en el que manifestaba su calentera para con la apropiación indebida que los gringos habían hecho del nombre. Ya entonces, América era Norteamérica... Los que sobrevivimos al sur del Río Grande no somos americanos, sino "latins". Cuando Baby Bush y su mal iluminado confesor Patterson dicen "God bless América" , se trata de una bendición "wasp" para los wasps; nada tiene que ver con los "damned" niggers de Louisiana, Kentucky, Alabama, ni con los "fucking" latin wetbacks dondequiera que se encuentren; ni los "gusanos" cuban-americans deben hacerse ilusiones. Tampoco el más remoto pensamiento tienen para nosotros, los chicanos, sudacas y restantes congéneres latinos, indo o afro-americanos. Simplemente NO existimos como seres humanos, sólo como una plaga de su "patio trasero", pleno de "goodies" energéticos y otros bienes primarios, naturaleza ubérrima y paisaje paradisíaco incluidos. "Clean that noxious pest", no me cabe duda que sea la consigna del Comando Sur, el Plan Colombia, el Plan Puebla-Panamá y la miríada de sus contingentes auxiliares que pululan por nuestras ciudades, campos y selvas travestidos de toda clase de voluntariados "humanitarios" y "civilizadores" como el de las "Nuevas Tribus", equipadas con contadores geiger y posicionadores satelitales..., amén de catecismos en idioma inglés.
Julio Camba no vivió esto pero, como Bolívar, lo presintió. "Si tienen la desfachatez de apropiarse del nombre de América..., ¿de qué no serán capaces de apropiarse.?" Por eso, ¿por qué pelearnos con ellos por una falsedad? Si Américo Vespucio le birló a Colón el nombre que Europa optó por darle a estas tierras, que ya tenían los suyos, pero sus pobladores no eran conscientes de estar poblando lo que era todo un continente, como Sheckespeare sentenciara "¿What's in a name? ¿Qué valor tiene un nombre... falso además?
¿Por qué no volver a la inspiración poética de Jacint Verdaguer y ser los atlantes de su bello poema?
Por mi parte, les regalo a los wasps del norte el título falso y el gentilicio degradado y antagónico de "americans" . Prefiero ser un atlante, un ciudadano de la Atlántida que Verdaguer poetizó, Manuel de Falla - inspirado por nuestro venerado Juan Larrea - musicalizó y Colón, agente consciente o no del "azar y la necesidad", para bien o para mal que no nos es dado revertir, integró al desconcertante concierto del devenir humano.
¡Larga, próspera, feliz y pacífica vida a l@s atlantes de la ubérrima, feraz, rica y bella ATLÁNTIDA, sede presunta del Paraíso Terrenal que, si no fue, SERÁ!
(*) PauliNonius / E-mail: paulinon@cantv.net