Aunque los últimos meses del año 2013 la diplomacia y el poder militar de la Federación Rusa, con el apoyo de su actual aliado político, la República Popular China, lograron detener la inminente agresión militar contra la República Arabe Siria por parte de la alianza maldita del gobierno imperialista de los Estados Unidos de América, la OTAN, las monarquías feudales del Golfo Pérsico y el ente sionista israelí, nada parece indicar que en el naciente año 2014 no estarán presentes nuevas tensiones bélicas mundiales y posible desarrollo de conflictos armados inter-estatales, regionales e, incluso, de nivel mundial.
La persistencia de una crisis sistémica en los países centro del Capitalismo Mundial, aunado al surgimiento de nuevos actores económicos, políticos y militares en el escenario mundial y la pérdida de hegemonía relativa por parte de los Estados Unidos de América (pese a seguir siendo considerado la primera economía mundial y disponer del mayor aparato militar del planeta), viene provocando un estado de equilibrio inestable de fuerzas en donde, por una parte, el imperialismo estadounidenses y sus viejos aliados coloniales europeos de la OTAN, se resisten a aceptar la configuración de un mundo multipolar y, por la otra parte, múltiples actores y factores internacionales decididos a ocupar un espacio de locución y decisión en los asuntos internacionales, luchan por derrumbar la oligarquía del Poder Internacional creada en el acuerdo de Posdam, Polonia, (junio de 1945) entre los líderes de las potencias victoriosas en la Segunda Guerra Inter-imperialista Mundial (a la cual fue arrastrada la Unión Soviética) para repartirse la áreas de influencia geoestratégica; acuerdo que hoy resulta anacrónico e insostenible.
Todo parece indicar que el Medio Oriente y el Norte del Africa, por la importancia de su yacimientos petrolíferos, la persistencia de conflictos nacionales luego de las revueltas populares de Túnez y Egipto, la guerra imperialista contra Libia y la agresión mercenaria contra Siria, seguirá siendo el centro principal de tensiones, independientemente de los avances del proceso de negociaciones promovido por las Estados Unidos y la Federación Rusa en Suiza, por cuanto, los hechos vienen demostrando la profunda diferencia en la visión de sus intereses en juego, entre las monarquías feudales sunitas de Qatar y Arabia Saudita y los sionistas del ente israelí con los gobiernos de los Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, respecto a la guerra mercenaria de agresión contra el gobierno de Bachir Al Assad, por cuanto su objetivo fundamental es llevar la guerra hasta la misma República Islámica de Irán, que representa su enemigo principal en la región y un peligro a largo plazo para la sobrevivencia de estos legados del colonialismo europeo en el Medio Oriente.
El otro foco fundamental de tensión y posible generación de conflictos bélicos de baja y mediana intensidad lo constituye la región de Euro-Asia bajo influencia de la Federación Rusia, sobre la cual la OTAN y su brazo político, la Unión Europea, en alianza con los Estados Unidos de América, han diseñado una estrategia de cerco militar y presiones políticas y económicas que neutralice la fuerza militar de la única potencia que actualmente está en capacidad de desafiar cualquier reto bélico proveniente de sus viejos rivales europeos y norteamericanos, lo cual se demostró en la crisis de las antiguas regiones ucranianas de Osetia del Sur y Abjasia (2008) y de Siria (2012).
Correspondiendo a la nueva doctrina del presidente Barack Obama sobre el reposicionamiento de fuerzas en el área de Asia-Pacífico, como respuesta al creciente poderío económico y militar de China, vinculado con las tensiones militares entre las dos parte en que esta artificialmente dividida la nación coreana y las controversias territoriales de Japón, Tailandia y las Filipinas con China; ha de esperarse que en el presente año 2014, esa región concentre una parte importante de la tensión internacional porque el imperialismo y sus aliados de la región (fundamentalmente los gobiernos de Japón y Corea del Sur), no están dispuesto ceder en su firme decisión de impedir que China se convierta en la nueva potencia hegemónica en la región Asia-Pacífico, por cuanto ello supondrá se definitiva irrupción como potencia militar dominante y condicionante de esa parte fundamental del equilibrio mundial de fuerzas.
Finalmente, aunque el proceso de inestabilidad política y guerras internas se mantienen en el Africa Subsahariana, no existe ni potencial ni intereses geo-político por ninguna potencia colonial ni del imperialismo en involucrarse directa y permanentemente en tales conflictos, salvo las operaciones limitadas para sofocar rebeliones en sus viejas posesiones y proteger sus intereses económicos, mientras que en América Latina y el Caribe, la única amenaza real y permanente a la paz y la seguridad regional lo sigue siendo la conspiración burguesa-imperialista, dirigida a la desestabilización y derrocamiento de gobiernos progresistas, los cuales, en el caso de producirse, generarán una onda expansiva que afectará parte importante de los territorios de Nuestra América y hasta más allá del Rio Bravo. El otro escenario está representado por los múltiples conflictos territoriales existentes, los cuales pueden ser objeto de maniobras provocadoras de agentes imperialistas de la región con el fin de generar conflictos inter-estatales y con ello justificar su intervención afectar del proceso de integración que hoy vive ésta importante región del planeta Tierra.