Desde que comencé a percibir que los peloteros son una especie de mercancía humana, cuyo uso es regulado por sus propietarios y ese uso incluía la opción de prohibirle a los nuestros, no jugar en Venezuela en la temporada de beisbol profesional, abandoné un poco la condición de aficionado. Esta especie de desinterés se afincó, cuando muchos de estos peloteros, perdiendo ya su condición de mercancía “deportiva”, aparecían luego jugando en la liga. Entiendo que ese su derecho a resolver su vida, pero también es mi derecho a sentir desinterés por un “deporte” que se mueve dentro de esta dinámica y que tampoco es un tipo de recreación sana.
Un estadio de beisbol profesional, me disculpa los fanáticos y fanáticas de Venezuela, es un gran bar al aire libre. Tal vez, la LVBP existe con la buena intención de producir una agenda de recreación sana, pero tengo muchas dudas sobre ese propósito.
Abandoné un poco esa condición de aficionado, pero una que otra vez le hecho una mirada a las noticias que esa actividad produce. Antes de la última nota que leí Juan Vené, pude leer una en la cual la daba (¿ingenuamente?) tratamiento a un chisme, según el cual; Raúl Castro y Maduro usarían políticamente esta próxima serie del Caribe. Lamentablemente no guarde la nota porque sentí que era nota muy desgraciada, más si consideramos que fue puesta en papel por un señor que sabe de beisbol y que no está ya para sostener en una columna una cosa así: Alguien me dijo que Raúl Castro y Maduro usarían la serie para sacarle provecho político.
He leído que Maduro prometió construirle estadio a dos empresas privadas de beisbol y anunció los montos de esa inversión[i]. Creo que el país tiene otras prioridades y yo soy de la idea, que una cantidad considerable de recursos puede ser aprovechada para mejores propósitos. Los dueños de esas dos empresas privadas están obligados a crear las condiciones para garantizarle a los fanáticos y fanáticas un lugar cómodo para tomarse unas cervezas.
En la columna de este lunes 27 de enero, el tal Juan Vené nos ofreció una perlita. Parte de su artículo de ese día estuvo orientado a recoger unas impresiones de Oscar Prieto, que según entiendo, es hoy el Ramón Guillermo Aveledo de ayer.
Prieto, no soltó una perlita, nos dejó dos. Leí en la columna, que el tal Oscar prieto planteaba “que la inseguridad en Venezuela es de las más escandalosas del mundo”. Pensé en México y me pregunté si esta serie se hubiese realizado en México que diría el tal Oscar Prieto. En esta oportunidad, Oscar Prieto fue fiel a la matriz de la MUD, aunque no dijo mentira.
El artículo de Juan Vené dice: “Otro aspecto de la conversación fue que Venezuela es único país en cumplir con las reglamentaciones, al usar el nombre del equipo campeón y no del país [Esto se debe, decía Prieto] a que la Liga Venezolana es la más sólida económicamente, por lo que no necesitamos llamara Venezuela a nuestro club” (Subrayado nuestro)
Estuve en Margarita en diciembre y vi con estos ojos, que debe resguardármelo la Virgen del Valle, la ampliación de tribunas en el estadio Guatamare y que ejecuta la gobernación. Esto pasó muy recientemente en Anzoátegui; toda la ampliación del estadio Alfonzo Chico Carrasquel para hacerlo más rentable, fue por cuenta nuestra. Es decir, se cubrió con inversión pública y proyectos financiados por la gobernación.
Eso es una revolución muy pendeja. La liga tiene que ser sólida económicamente así. No se diferencia mucho esto de los capitalistas parasitarios que reciben dólares baratos y nos venden caros. La diferencia es que Oscar Prieto, como ayer lo fue Ramón Guillermo Aveledo son más descarados.
[i] Sobre el asunto puede leerse la siguientes notas disponibles en 1) http://www.elmundo.com.ve/
