Confío en ti compañero Nicolás

Desde la llegada de Nicolás Maduro a la jefatura de gobierno se ha levantado una fuerte polvareda agitada por la oposición venezolana, que atendiendo lineamientos del fascismo internacional, ha considerado vías violentas como una forma de apoderarse del poder.

El electorado venezolano nunca ha apoyado de manera mayoritaria las propuestas de la oposición porque la sabe prosternada a dictámenes de sectores internacionales que han ido configurando una especie de franquicia política que vela por los intereses económicos de tales sectores.

En no pocas oportunidades se ha hecho público el descarado proceso de financiamiento por parte de organizaciones estadounidenses a cierta élite opositora que ha resucitado en Venezuela una trágica forma de militancia política: son mercenarios que activan contra la posibilidad de desarrollo e independencia de su propio país.

La virulencia agresiva de los sectores antinacionales ha ido creciendo proporcionalmente a sus derrotas, y la perdida sistemática del favor electoral de la población ha profundizado la progresiva fractura organizativa del frente que ha unificado, desde hace algún tiempo, a los opositores venezolanos que pretenciosamente se han auto asignado el cínico remoquete de Mesa de Unidad Democrática.

La mesa luce débil y parece haber asumido que la violencia podría permitirle capitalizar el favor electoral de una población, que ya por cansancio y decepción, no atiende los llamados de una dirigencia fascista irresponsable que nuevamente se equivoca.

La vocería de la MUD, que hoy ostenta su vergonzoso protagonismo, está conformada por sujetos alienados hasta la médula que, cultivadores concienzudos de la intolerancia y de la insensibilidad, se han hecho tristemente célebres por el acoso a mujeres y niños y por el asedio terrorista a hogares y personas que ellos identifican como “enemigos”.

Un rasgo distintivo de la oposición venezolana lo constituye el hecho de tener como referentes a sujetos y colectivos éticamente deleznables, tales como especuladores, acaparadores, contrabandistas y agiotistas, a quien no tiene ningún prurito en defender en todos los niveles.

La oposición ha asumido irreductiblemente la opción del odio y la violencia como mecanismos de acción política y gracias a una sistemática y bien dirigida campaña de alienación comunicacional ha logrado configurar en los sectores que le siguen un significativo nivel de disociación de la realidad que les hace víctimas y presa fácil de los obscuros intereses del imperialismo.

Los actos terroristas adelantados por una minoría liderada por Leopoldo López y su partido Voluntad Popular son un documento esclarecedor de la real posición de estos factores políticos que no tienen interés alguno en la continuación del proceso democrático venezolano y que propician desde siempre y por todos los medios, una salida violenta que les permita entronizar una férrea dictadura fascista que suspenda las garantías constitucionales y someta al pueblo venezolano a una sangrienta persecución en la cual los ciudadanos vinculados a las ideas de transformación socialistas sean perseguidos y exterminados. Tal proceso de exterminio creará condiciones de terror para mantener a la población silenciada por el miedo.

Tan macabra operación contará con el apoyo total de los medios de comunicación nacional e internacional que ocultarán la masacre a la que será sometido el pueblo venezolano y que falsearan todo lo que ocurre, con una arremetida comunicacional que presentará a la dictadura fascista como un gobierno democrático que recibirá todo el apoyo de la sociedad internacional.

La oposición tiene más de una década trabajando para esto y ha logrado avanzar impune por el sangriento camino de tropelías que ha cometido.

Han dado golpes de estado, han mentido y asediado con sus medios de información terroristas. Por sus insatisfacciones electorales han asesinado impunemente. Han agredido mujeres, niños y a familias enteras y siempre el resultado es el mismo: queda impune el odio y aumenta el envalentonamiento de los agresores.

Las cartas están echadas y el gobierno revolucionario debe garantizar la continuidad del proceso bolivariano por el cual mayoritariamente hemos decidido los venezolanos.

Hubo procesos electorales legales y legítimos y en ellos expresamos nuestra voluntad política. Cuando elegimos a un gobierno le estamos asignando un mandato y en este caso votamos también por un programa que se definió como el programa de la patria. Con ese instrumental debemos avanzar hacia el futuro y por ello no es posible permitir que grupúsculos fascistas quieran escamotear la opinión de una república y de un pueblo, que en su debida oportunidad, se expresó y decidió.

Nadie puede venir con inventos ni petición de renuncias presidenciales; Nicolás Maduro es el presidente y la posibilidad de volver a discutir tal situación será cuando legalmente concluya su mandato.

Cuento contigo Nicolás, confío en ti para que generes las directrices que nos permitan alejar del horizonte de nuestra patria las peligrosas sombras del nazi fascismo.

Confío en ti, Nicolás. Estoy seguro de que no cederás ante las presiones de estas protestas y de estos canallas apátridas que están reaccionando con su violencia habitual precisamente porque has lesionado intereses obscuros de los especuladores, acaparadores, hambreadores, capitalistas y de ese largo y obscuro etcétera donde se abigarra la infamia.

Confío en ti porque Chávez te eligió y desde entonces te convertiste en nuestro acervo de dignidad y resistencia.

Confío en ti. Lo estás haciendo bien y por ello molestas a los enemigos de la patria.

Confío en ti porque estas al lado del pueblo y no cedes territorio a la infamia. Confío en ti, Nicolás, e imagino los insomnios que derivarán de la angustia de luchar a cada instante por el pueblo.

Confío en ti porque, aunque ahora eres parte de los asuntos inmensos e importantes, sigues con nosotros en cada sueño y en cada intento y esfuerzo que hacemos por la felicidad del pueblo.

Confío en ti Nicolás, sé que es poderoso el enemigo que enfrentamos y que su poder deriva justamente de su irreductible maldad.

Confío en ti Nicolás, para que los derrotemos sin que un ápice de su maldad nos impregne. Es necesario que los derrotemos, tan totalmente, que nunca lleguemos a odiar ni siquiera un poco, porque eso, Nicolás, ese asunto del odio y de la maldad, le pertenece a ellos completamente.

Creo que es oportuno el momento para que hagamos un alto y revisemos el morral que nos dejó Chávez y extraigamos todo el amor y la ternura que se requiere para enfrentar a los canallas.

No hay que olvidar que mientras más perverso y asesino, como en este caso, es el enemigo del pueblo, mayor debe ser nuestro esfuerzo para distanciarnos de tales comportamientos.

Nos corresponde construir una antagónica distancia entre ellos y nosotros. Nos corresponde la labor de refundar una patria donde la bandera del amor sea la premisa. Cuando lo logremos será el amor un habitante ondulante de la brisa que respiramos y el canto mágico de las aguas una canción que cantaremos con el comandante.

Cuando venga en la noche constelada la dulce palabra de nuestro comandante e impulse el paso indetenible de los latidos de nuestro corazón, entonces lo habremos logrado.

Vas por buen camino compañero Nicolás, y juntos lo lograremos. Eres un buen timonel y no permitiremos que ningún viento turbio te detenga.



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Miguel Mendoza Barreto


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