El Sindicalismo Revolucionario en Siesta y Profunda

Por un largo tiempo, el proceso revolucionario estuvo promoviendo, como debería ser, el hecho de ser uno de los muy pocos países del mundo con un salario mínimo muy alto y de los mejores. Esa bandera real y efectiva fue tal vez una de las garantías para disminuir la pobreza extrema. Chávez hizo posible ofreció esa conquista a los trabajadores y trabajadoras de Venezuela.

Hoy, el hecho ha quedado sembrado y pareciera que aún así fuera. Parece que nada ha cambiado. Frente a la realidad que parece serle adversa a esa importante conquista ofrecida por Chávez; el movimiento sindical revolucionario venezolano pareciera más bien interesado en una especie de carnaval politiquero y de eventos que le dan la espalda a este hecho tan evidente. El sindicalismo revolucionario atomizado tal vez, sin brújula  y sin un ideal con praxis,  entierra la cabeza y  no presta ninguna atención al fenómeno, que poco a poco va carcomiendo una conquista dada por Chávez.  

Es curioso y una ironía de la vida que en un proceso revolucionario, el movimiento sindical continúe metido en una especie de carnaval florido y haga caso omiso al fenómeno de la inflación que viene paulatina pero continuamente carcomiéndose esa bandera que hace unos años atrás fue una importante política de Chávez para levantar la situación de la pobreza. Estamos en una especie de juego entre una inflación que comienza a despejarse y un esfuerzo por subir los salarios para acercarlo al fenómeno inflacionario, pero la realidad ofrece ventaja la inflación.

La realidad es que entre febrero de 2013 y febrero de 2014, la inflación viene dando salticos hacia arriba. En febrero de 2013, la acumulada estaba en 28,2 y entre estas dos fechas (Febrero 2013/2014),  la inflación acumulada se montó en 57,3%. La diferencia entre 2013 y 2014 es de 29,1. Mientras tanto y como un caso curioso en la vida (¿ironías?) nuestro movimiento sindical que otrora era más sensible a tener consigna (por lo menos) contra este fenómeno de la inflación, lo ve pasar y no siente ninguna preocupación.  

Mal signo desde  cualquier punto que se le observe. Mal signo desde una perspectiva revolucionaria y peor signo desde el punto de vista de un movimiento sindical que viene sirviendo de jarrón chino. Comprometido con un partido que no logra serlo y sirviendo para estar presente en una mesa y saludar pero sin exigir nada. El movimiento sindical más bien pareciera ser uno de los padres de la política económica que parece tornarse terrible y que ha mostrado ser una política económica que no ha dejado de darle una buena tajada al capital, aunque este capital tenga en mente y su hacer diario el Maduro Vete Ya.

Con un sindicalismo revolucionario tan sumiso,  tenemos que rogar para que los proponentes de la política económica dejen de equivocarse tanto y tan seguido.



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Evaristo Marcano Marín


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