La Conferencia de Paz impulsada por el presidente Nicolás Maduro avanza a muy buen ritmo. Son esperanzadores los resultados que dejan las mesas gobierno-empresarios, gobierno-mujeres, gobierno-motorizados y gobierno-estudiantes, entre otras.
A mi modo de ver las cosas, la Conferencia de Paz debe motivar la incorporación de otro factor: las comunidades de base, entendiendo como tales a aquellas identificadas abiertamente con la Revolución y que efectivamente han sido su preocupación medular, como aquellas que sienten y afirman haber sido marginadas dentro de la construcción del modelo sustentado por la Constitución aprobada por mayoría de venezolanas y venezolanos el 15 de diciembre de 1999.
La importancia, indiscutible, de ambos sectores dentro de nuestra cotidianidad como país, me obliga a elevar esta propuesta. Me parece de gran significado que uno y otro lado busquen un espacio común. Que se vean a los ojos. Que se escuchen y se respondan. Que definan qué es la libertad; por qué en Chacao y en Altamira claman por ella pero en Catia dicen disfrutarla plenamente. Que la clase media visite los apartamentos de la Gran Misión Vivienda; que escuche cómo vivieron hasta hace pocos sus habitantes; que se pongan en sus zapatos, y que estos también escuchen a aquella tratando de entender qué le molesta e igualmente, calzando sus miedos y temores.
El contacto podrían iniciarlos los clubes deportivos que existen en ambas aceras; las organizaciones de la tercera edad; las cooperativas de un lado con los pequeños empresarios del otro y tal vez los consejos comunales y las juntas de condominio.
¿Quién hace el enlace? Esa tarea podrían asumirla, por el sector gubernamental los ministros Reinaldo Iturriza, Ernesto Villegas, Nancy Pérez y Antonio “El potro” Álvarez. Por el ala privada, Leopoldo Mendoza, Miguel Pérez Abad y Gustavo Cisneros podrían dar su aporte. Haré lo posible para que esta reflexión llegue a ellos.
¡Chávez vive…la lucha sigue!