Hugo Chávez paraliza a Washington

El éxito económico y diplomático del gobierno venezolano deja a Estados Unidos sin capacidad de respuesta
Tachado de patán, Chávez está lidiando con maestría a la Administración Bush ANDY ROBINSON - 11/12/2005
Nueva York

Para los editorialistas del Wall Street Journal se trata de una maniobra del "tirano venezolano Hugo Chávez que busca influencia en Washington". Para Linda y Paul Kelly y sus tres hijos, una familia del barrio obrero de Quinsy (Boston), "es un cable que nos echan".

Ambos se refieren al programa de suministrar combustible de calefacción con rebajas del 40% a 45.000 familias pobres en Massachussets y 8.000 en el barrio neoyorquino del Bronx, anunciado este mes por Citgo, la filial estadounidense de la petrolera estatal venezolana Pdvsa, principal proveedor de fuel oil - petróleo para calefacción- a Estados Unidos.

"Sin el programa de Citgo habríamos pasado mucho frío", dijo Linda Kelly, que tiene esclerosis múltiple en una entrevista con La Vanguardia mientras cayeron las primeras nieves del invierno en Boston. Tras la duplicación de precios del combustible hasta 2,5 dólares y los últimos recortes de las subvenciones federales, "se nos habría acabado el combustible en Navidad".

Sin duda, el Wall Street Journal tiene razón. Chávez está haciendo política en Boston y el Bronx al igual que la hizo con la aceleración del suministro de petróleo venezolano a Nueva Orleans tras el paso del Katrina."La oferta de Citgo ha resultado muy eficaz para dividir la administración y la opinión publica. Chávez está creando bases alternativas de apoyo en EE. UU.", dijo Julia Sweig, del think tank (fábrica de ideas)

Consejo de Relaciones Extranjeras (CFR) en Washington. Dos miembros demócratas del Congreso han coordinado el programa y medios de comunicación habitualmente hostiles a Chávez lo han aplaudido. El Boston Globe, cuya editora apoyó el intento de golpe contra Chávez en el 2002, dio las gracias por las subvenciones. En Chicago, ciudad en la que se tantea otro posible programa de combustible subvencionado, Chávez ya tiene fans. Ozzie Guillen, entrenador del equipo de baloncesto los White Sox de Chicago, ganador de la serie mundial de la NBA, un hombre muy influyente en la ciudad, dijo en televisión: "¿Qué digo yo de Chávez? Pues que me cae bien. Trabaja duro y dice lo que piensa".

Tachado de payaso, ordinario, patán y demagogo carente de sofisticación política, Chávez está lidiando la administración de Bush con maestría en el ámbito diplomático y en política de imagen. "Este toro jamás muere", dijo Larry Birns, del Consejo de Asuntos Hemisféricos en Washington. Después de seis años de presiones e intimidación y hasta un intento de golpe de Estado apoyado por EE. UU., Chávez ha salido reforzado. "En vez de aislar a Venezuela como se pretendía, la Administración aquí solo ha logrado aislar a Estados Unidos en América Latina", dijo Birns. Chávez ensombreció a Bush en la cumbre hemisférica en Mar del Plata (Argentina) compareciendo junto al líder indígena boliviano Evo Morales y Maradona ante decenas de miles de manifestantes. El propósito de Bush de impulsar el Acuerdo de Libre Comercio en América (ACLA), al que Chávez se opone, ha quedado archivado.

Tras adoptar una política muy agresiva con Venezuela durante los primeros años de la presidencia Chávez, EE. UU. ha quedado en estado de semi parálisis desde el fracaso del golpe en abril del 2002. Entonces, según una investigación del propio Departamento de Estado, "el Departamento de Defensa y otros programas de ayuda proporcionaron formación (...) y otros apoyos a gente involucrada activamente en la expulsión del gobierno de Chávez". Eva Golinger, en su libro Código Chávez (Ciencias sociales, 2005) explica con menos pelos en la lengua el papel de EE. UU., que según documentos de la CIA, sabía que habría golpe seis días antes. Pero el fracaso del punch no sólo permitió que Chávez identificase a sus enemigos en el Ejército y en la dirección de Pdvsa sino que dinamitó la posición de los halcones anti Chávez en al administración Bush. El ultraconservador zar de política latinoamericana en el Departamento de Estado, el cubano Otto Reich, dimitió en 2003 bajo la consigna kissingeriana
de que cuando se apoya un golpe, ha de ser uno que prospere. Muchos medios de comunicación dieron entonces un giro de 180 grados y condenaron el punch a posteriori de haber fracasado.

Desde entonces, cada intento para desestabilizar a Chávez ha terminado mal. Cuando EE. UU. trató de sancionar a Venezuela en la Organización Internacional de Trabajo (OIT) porque Chávez había procesado a líderes sindicales involucrados en el golpe, grupos sindicales en EE. UU. lo impidieron. Los candidatos anti Chávez propuestos por EE. UU. a la presidencia de la Organización de Estados Americanos (OEA) fueron rechazados. Se intentó reforzar el grupo de oposición venezolano Súmate, y Bush se reunió públicamente en mayo en la Casa Banca con su presidenta Corina Machado, con la idea de convertirla en una viable candidata anti Chávez. Pero siete meses después, la oposición, lejos de crecer, se ha implosionado, retirándose de las elecciones del pasado 4 de diciembre ante una inevitable derrota (se justificó con acusaciones de fraude electoral y luego se criticó la baja participación). "Hugo Chávez ha minado a nuestra administración en cada fase del enfrentamiento; ahora en Venezuela y
América Latina tenemos una Casa Blanca que busca desesperadamente una estrategia", dijo Sweig, del CFR.

Populismo
La parálisis de Washington ante Chávez se debe en parte a las lesiones sufridas en otras batallas, concretamente Iraq. Pero el problema de fondo para Washington es bastante sencillo. La fórmula de ganar apoyo popular con políticas de redistribución social no sólo funciona en el Bronx y Boston sino también en Venezuela. La clave de las sucesivas victorias de Chávez en dos elecciones a la presidencia y dos referéndums nacionales, es fácil: por primera vez en la historia de Venezuela, el sexto productor mundial de crudo, los ingresos petroleros se han usado para financiar programas sociales de gran envergadura, subvenciones a los alimentos y nuevos centros médicos en los barrios marginados de las grandes ciudades donde vive la mayoría de la población.

Esto es el populismo denunciado tantas veces por políticos y periodistas anti Chávez desde Caracas a Miami y desde Washington hasta Barcelona así como por tecnócratas del Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). "Están matando a la gallina de los huevos de oro", insistía Ramón Espinoso, asesor del BID, cada vez que le llamaba un periodista antes del referéndum el año pasado. Pero con un crecimiento del PIB del 7,8% o más este año, según el FMI; - el mayor en América Latina-, la gallina aún tiene muy buen aspecto y Chávez mantiene un apoyo aplastante en los barrios. Las políticas para combatir la endémica evasión fiscal en Venezuela. - consideradas inviables por el BID, el FMI y el Banco Mundial, que apoyan recortes de impuestos- han resultado muy eficaces y la recaudación se ha disparado.

Últimamente los críticos al populismo de Chávez han destacado el aumento de la pobreza en el 2002 y 2003 que llegó al 53% de la población en el 2004. Pero esta subida se produjo después del hundimiento económico del 2002 provocado por la huelga petrolera organizada por la oposición con el apoyo - demuestra Golinger- de EE. UU. En los primeros años de gobiernos Chávez entre 1999 y el 2001 la pobreza cayó desde el 49% de la población hasta el 39% y Venezuela subió cinco puntos en el índice de desarrollo humano de la ONU.

Tras la huelga y el desplome del PIB de casi un 8% en el 2003, el número de pobres se disparó, pero en el primer semestre del 2005 se ha registrado un descenso muy fuerte hasta el 38,5%. Esto es según la definición de pobreza por renta. Si se tiene en cuenta las subvenciones a los alimentos que benefician el 46% de los venezolanos, "la pobreza puede ser la mitad de esta cifra", sostiene Mark Weisbrot, economista en Washington del Centro de Política Económica e Investigación (CEPR. net), que defiende a Chávez.

Para comprobar la eficacia de la atrevida fórmula de ganar los votos de los pobres aliviando su pobreza, es preciso viajar desde Boston hasta Caracas.

En el barrio de alto standing de Altamira, carteles de Súmate convocan a los vecinos a una hamburguesería Wendy´s para "una oración a la Rosa Mística en apoyo de lo presos políticos y en contra del fidelismo". Pero, a tres cuartos de hora en metro y camioneta de Altamira, el santo es chavista. Aquí, en una de los cientos de llamadas misiones en las barriadas periféricas que trepan por la montaña, los ingresos del petróleo están financiando un pequeño ambulatorio donde trabajan dos médicos cubanos, ambos alojados con familias del barrio. Atienden principalmente a niños enfermos de los pequeños achaques como diarrea, que suelen explicar los elevados índices de mortalidad infantil en las comunidades pobres. Hay un comedor popular donde se puede comer gratis y dos centros de enseñanza, uno de alfabetización en el cual una decena de alumnos de todas las edades aprenden a escribir en castellano, y otro donde otra veintena, la mayoría mujeres, asiste a una clase de matemáticas (cálculo
diferencial) en preparación para la universidad. Más que matar a la gallina de los huevos de oro la misión parece estar siguiendo las recetas del Banco Mundial y del BID de que el desarrollo sostenible depende de la formación de capital humano. "Aquí todos votan a Chávez", dijo Elián Febrera, uno de los directores del proyecto.

Larry Birns, que presenció el golpe contra Allende en 1973, cree que "Chávez representa la tercera apuesta del siglo por un socialismo democrático en América Latina". Los otros dos fueron frustrados por golpes de Estado en Guatemala en 1954 y en Chile en 1973, ambos apoyados por EE. UU. en su paranoica lucha contra el comunismo.

Esta vez el reto estratégico para EE. UU. parece más real. Venezuela es beneficiario de la creciente demanda china de petróleo - raíz principal del encarecimiento del crudo que impulsa su economía- y trata de fomentar lazos entre el gigante asiático y América Latina. Esto ya preocupa en EE. UU., que obtiene el 14% de su petróleo de Venezuela así como el 100% de su combustible de calefacción. Asimismo, la potenciación de Mercosur para sustituir el ACLA enterrado en Mar del Plata pone los pelos de punta en Washington.

Pero, "¿qué pueden hacer?", se pregunta Sweig, del CFR. Un vehículo para reanudar el acoso a Chávez pueden ser las instituciones financieras como el Banco Mundial, ahora liderado por el neoconservador Paul Wolfowitz, y el BID, bajo el mando del colombiano pro Bush Luis Alberto Moreno. Según un documento obtenido por La Vanguardia,y escrito por un representante de un país del G7 en el Banco Mundial, "se están reduciendo drásticamente el número de proyectos del banco en Venezuela... Los principales representantes de EE. UU. en el banco tienen instrucciones de ser muy duros con Venezuela (...) Dicen que si ese bastardo quiere ayudar a los pobres, tiene mucho dinero para hacerlo gracias a los automovilistas de Estados Unidos".
la vanguardia-españa


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