Noviembre encuentra a Mar del Plata dividida en dos, NO a causa de
cataclismo alguno, sino porque ese balneario argentino fue por varios
días escenario dual para reuniones cumbres de propósitos diferentes y que
al final, ¿quién lo hubiera imaginado?, tuvieron saldos similares.
De una parte, los pueblos de América, cuyos representantes, en número de
miles, repletaron instalaciones deportivas y aulas universitarias,
animados por las urgencias que estremecen al continente y las amenazas
que lo acechan y la decisión de construir, con la riqueza de la
diversidad y el pensamiento colectivo, una alternativa que los salve de
la dominación y la muerte.
De la otra, en la zona más aristocrática de la ciudad y tras enormes y
custodiadas vallas, los presidentes y jefes de gobierno del hemisferio
se debatían ante una debilitada propuesta imperial de profunda esencia
neocolonial, que algunos se mostraron dispuestos a aceptar gustosamente,
pero que otros rechazaron con la valentía y la dignidad que los emparentó
con los pueblos que representan.
En la Cumbre de los Pueblos, la tercera, celebrada del primero al cuatro
de noviembre, hubo en todos los participantes certeza absoluta en las
metas; la primordial, enfrentar los intentos de Estados Unidos de
tragarse a la región con el mismo acuerdo de libre comercio que el
presidente George Bus, en la cita tras las vallas, hacía enormes
esfuerzos para que fuera aceptado por sus pares de América.
Aquel concierto de voces diferentes por sus edades, sus procedencias, sus
militancias políticas y religiosas, tuvo sin embargo la armonía y la
sincronización de los que reconocen en la integración de los pueblos la
vía para derrotar la pobreza, la militarización y la deuda externa y para
alcanzar la segunda y definitiva independencia.
Tal espíritu unitario demostró además, la madurez que registran los
movimientos sociales del continente, que se dieron cita en Mar del Plata
para evaluar lo hecho hasta ahora y perfilar mejor los esfuerzos comunes
de cara al futuro.
La presencia de Cuba en esta Cumbre de pueblos, con una delegación de
trescientas personas y encabezada por Ricardo Alarcón, presidente del
Parlamento Nacional, constituyó otra muestra de solidaridad de la Mayor
de las Antillas con los que hoy luchan por alcanzar lo que hace casi 47
años comenzó a dejar de ser una utopía para los cubanos.
Fue asimismo evidencia de la pertenencia de Cuba a este escenario
continental, un derecho que Washington ha intentado escamotear con su
exclusión de las llamadas Cumbres de las Américas, convocada por primera
vez en 1994 en Miami en función de sus intereses anexionistas.
La cuarta edición se celebró en este balneario argentino que por momentos
pareció un teatro de operaciones militares del ejercito norteamericano
que desplegó allí toda su amenazante parafernalia. Bien inseguro debe
sentirse el presidente Bus si para moverse, requiere de la custodia de
acorazados y portaviones. Viajó a la Argentina, donde tempranamente ya
había sido declarado persona non grata, y lo hizo con la idea de imponer
el tema del ALCA por encima de los concebidos por los anfitriones. A
pesar de inestimables servicios que le prestaron algunos gobernantes, en
particular el mexicano, no pudo Bus conseguir sus propósitos; encontró
una resistencia nunca antes vista, liderada por el presidente venezolano,
Hugo Chávez, y secundada por los jefes de estado de los países del
MERCOSUR, que antepusieron las preocupaciones de sus pueblos y dejaron
claro su rechazo a aceptar los términos de un tratado comercial que
desconoce y atropelle sus intereses.
Ceñudo y carilargo se fue el Emperador de Mar del Plata incluso antes de
que concluyera la Cumbre, el disgusto no le permitió llegar a recibir una
sui géneris Declaración final que salomónicamente recogió las dos
posiciones divergentes que se perfilaron en la reunión acerca del ALCA y
concluir el tema en una cita extraordinaria donde sólo se evalúe ese
tema.
De ese mayúsculo desacuerdo emanó el resultado fundamental y que, aún
antes de comenzar, ya había sido anticipado por el presidente Chávez
cuando habló a las más de 80 mil personas congregadas en el Estadio
Mundialista para cerrar una histórica marcha de protesta contra Bus y
contra el ALCA, colofón también de la Tercera Cumbre de los Pueblos: En
Mar del Plata, dijo el líder bolivariano, estamos dando sepultura al ALCA.
SONIDO: "Además de eso, siempre he dicho, en primer lugar a los
venezolanos, ahora me atrevo a decirlo más allá de Venezuela, a nosotros,
los hombres y mujeres de comienzos de siglo 21, nos toca una doble tarea
histórica, tenemos que ser los enterradores no solo del ALCA, porque el
ALCA es una propuesta, una de tantas propuestas que han probado desde
hace 200 años, pues.....Así que nosotros no sólo debemos ser enterradores
del ALCA, sino enterradores, y en mucha mayor dimensión y complejidad,
del modelo capitalista neoliberal que desde Washington arremete contra
nuestros pueblos desde hace tanto tiempo (APLAUSOS) La batalla del ALCA
sin duda que la hemos ganado, pero cuidado, esa es solo una batalla, de
tantas pendientes que nos quedan; decía de una doble tarea, enterrar el
ALCA y el modelo imperialista por una parte, y por la otra, nos toca ser
los parteros del nuevo tiempo, los parteros de la historia, de la nueva
integración, del ALBA, de la verdadera integración liberadora, de la
libertad, la justicia y la paz. Solo unidos podremos hacerlo, y además,
enterrar el capitalismo para parir el Socialismo del siglo 21, un nuevo
proyecto histórico socialista para los pueblos de América"
Resumió Chávez en sus palabras las denuncias, aspiraciones y esperanzas
que miles de argentinos y hermanos de todo el continente desgranaron en
consignas y canciones por las calles de Mar del Plata, donde, en opinión
del presidente cubano Fidel Castro se libró una colosal batalla contra el
Imperio.
SONIDO: " Una en la calle y otra allí, donde estaban reunidos los jefes
de gobierno. Y hablando de historia, nunca en la historia de este
continente se dio algo parecido a una batalla como aquella...
Y los bien civilizados ciudadanos argentinos y los cada vez más
conscientes y expertos ciudadanos de este continente donde el orden
implantado es insostenible e insalvable, saben lo que hacen, dijeron: una
manifestación pacífica, y al movilizarse bajo aquellas frías lloviznas
tanta gente y marchar durante horas hacia el Estadio y constituir allí
una enorme masa, en ese Estadio, le dieron una lección inolvidable al
Imperio, poque demostraron que saben lo que hacen, y quien sabe lo que
hace marcha hacia la victoria, es absolutamente seguro, y los que no
saben lo que hacen , son aplastados por los pueblos."
El desacuerdo expresado en la cita de gobernantes fortaleció la
unanimidad de los pueblos y demostró que el tiempo está a su favor. En
la anterior cumbre presidencial de las Américas, celebrada en Canadá,
sólo el primer mandatario venezolano manifestó su desacuerdo con el ALCA,
esta vez el líder bolivariano contó con el apoyo de sus colegas del
MERCOSUR y la solidaridad de un buen número de gobernantes para impedir
que tal engendro de dominación se concretara.
Y fue precisamente en el fracaso del ALCA donde ambas Cumbres
consiguieron encausarse hacia un mismo propósito. Al final, el supuesto
fracaso de los presidentes al no conseguir acuerdo, fue sin duda alguna,
el triunfo de los que, mas allá de las vallas y en número de miles, se
reunieron en Mar del Plata para defender los verdaderos intereses de los
pueblos de América.