A propósito del “ecocidio guarimbero” y la absurda arremetida contra los árboles que ha develado uno de los aspectos más oscuros del plan fascista, busqué en Bolívar, pilar fundamental de nuestra Revolución, y encontré el “Decreto de Chuquisaca” El más célebre decreto del Libertador en materia de conservación, dictado en Bolivia, el 19 de diciembre de 1825. En éste precisa que gran parte del territorio de la República carece de aguas y, por consiguiente, de vegetales útiles a la vida; que la esterilidad del suelo impide el aumento de la población y priva de muchas comodidades, y que se están haciendo inexactamente o con imperfección la extracción de metales y la confección de muchos productos minerales, y en consecuencia decreta, entre otras cosas: “Que en todos los puntos en que el terreno prometa hacer prosperar una especie de planta mayor cualquiera, se emprenda una plantación reglada a costa del Estado hasta el número de un millón de árboles, prefiriendo los lugares donde haya más necesidad de ellos”.
Nuestro Padre Libertador Simón Bolívar asumía la responsabilidad de reforestar, sabía la importancia de los árboles para la vida. El Comandante Supremo Hugo Chávez, continuador del proyecto Bolivariano, emprendió la “Misión Árbol”, con la visión de generar en la población venezolana una conciencia ambiental sobre la importancia de los bosques, el equilibrio ecológico y la recuperación de espacios degradados como consecuencia del modelo de desarrollo predominante, con el objetivo de promover una nueva ética ambientalista. No olvidemos que hace unos meses, la derecha venezolana, denominó a su Comando de Campaña “Simón Bolívar” con la intensión de desmoralizar y engañar al pueblo. Luego del “ecocidio guarimbero” queda claro, lo poco que lo conocen, lo poco que lo respetan, lo poco que lo quieren. ¡Aquí estamos los hijos de Bolívar carajo, para defender su legado!