50 años de terapia para curar el odio

Pasarán, por lo menos, 50 años para que los venezolanos se curen del “tonelaje” de odio que albergan en sus enfermizos corazones, que durante 20 años le sembraron los medios de comunicación social privados. De veras. Lo siento por ellos porque también tienen derecho a ser felices y a disfrutar del catalogo de maravillas que es Venezuela.

El odio engendrado por los medios de comunicación social privados es la herramienta politiquera más importante del fascismo; porque un grupo lleno de odio no razona ni controla sus emociones y es capaz de cometer cualquier felonía. Un ser humano presa del odio y de sus emociones pierde la contraloría moral. Y por eso pierde la noción de los derechos de su entorno y es capaz desde romper el vidrio del auto de su vecino hasta quemar una universidad, biblioteca incluida, y colocar una guaya asesina para degollar a un motorizado.

No es ninguna guarimba. Simplemente es una acción criminal y los culpables de tanto daño material y humano tienen que pagar con cárcel. Mañana los fascistas vienen con el mismo cuento de siempre “yo no fui, yo estaba comprando kerosene”. O como dijo el caradura de Julio Borges: “Reconocemos que nos equivocamos”. Y por su culpa desbarrancaron sus vida un sinfín de ingenieros petroleros, que hoy viven de vender quesos, de cargar culones en taxis y hasta los hubo quienes hasta se suicidaron.

Confieso que decidí redactar estos garabatos cuando leí en la red a un amigo que escribió aprobando la golpiza propinada a Winston Vallenilla: “Bien merecido lo tiene por brincar la talanquera por dinero. Debieron haberle roto todo el costillar”. Y lo hice por un sentimiento de pena ajena pues el autor de esta barrabasada, con todo y eso, es un buen tercio: buen esposo, excelente profesional, buen padre, buen amigo y humilde . Pero ya veo que el odio y el rencor lo enfermaron. La verdad es que me dio mucha pena verlo destilando tanta bilis.

Poco a poco he ido comprendiendo porque viejos amigos dejaron de escribirme. Es tanto el escualidismo que no aceptan conversar o entablar cualquier tipo de comunicación con personas que piensan distinto a ellos. Igual algunos familiares. No practican la tolerancia. Para ellos todo lo que huela primero, a Chávez, y, ahora, a Maduro, les revuelve la barriga, le amarga la boca y le enturbia su alma. Pobre gente. Tranzaron como única vía para ser felices que caiga la Revolución. De nada le sirve el boato que rodea su vida. Es poca cosa tener un yate de 50 pies amarrado a su muelle particular ni tener dos Citation en el aeropuerto privado de Maiquetía; ni el millón de dólares en el Manhattan City Bank, ni tener en sus alacenas arroz de Indonesia y trigo fresco de los Alpes Suizos ni comer en desayuno Aguja Azul al oleo. Nada de eso les hace tan felices como la salida abrupta del Presidente Obrero, Nicolás Maduro.

TINTERO

Hay un tipo de opositor que no hay sitio público donde no dé un discurso antichavista, antirrevolucionario. Son esos que llegan echándole mierda a la Revolución y sus líderes a todo gañote. Son unos tacos para criticar las colas. Pero se meten la lengua en donde la espalda pierde su nombre cuando se calan hasta cinco horas para cobrar un piche cheque. Soy un experto para callarles la boca a estos cajas sonoras de la MUD. Haga usted lo mismo tan pronto un tercio de estos comience a mitinear. No aguantan cinco minutos de debate.

 

 



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Américo Hernández


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