La nueva política surrealista de Washington y la Otan

Al tiempo que el gobierno de facto de Kiev envía paramilitares con pasamontañas para sofocar las protestas en las ciudades orientales de Ucrania, la operación la denomina como anti-terrorista.  El presidente interino (sic) en Kiev, OleksandrTurchinov ha tildados a todos los que buscan la autonomía política en Jarkov, Donetsk, Lugansk y otras ciudades pro-rusas en el oriente del país como terroristas y criminales un nuevo conjunto de leyes improvisadas por la junta dos meses antes de las programadas elecciones que ha sido  planteado y por lo tanto de dudosa legalidad, le da a los políticos autonombrados en Kiev el poder para procesar a cualquiera que no reconozca su autoridad autoimpuesta.

Mientras tanto la OTAN ha advertido a Moscú que retroceda su supuesta agresión militar (¡Al interior de sus propias fronteras!) contra Ucrania a pesar que la alianza encabezada por Estados Unidos ha aumentado la presencia de sus tropas y  aviones de guerra en países vecinos de Rusia.  El Secretario General de la OTAN, organización compuesta por 28 países, AndersFoghRasmussen, ha llamado a acelerar la incorporación de Georgia, Macedona, Montenegro y Bosnia-Herzegovina al pacto dotado de armamento nuclear.

Esto se agrega al acuerdo apresuradamente elaborado por la OTAN y por la junta apoyada por esta en Kiev,  para realizar ejercicios militares conjuntos en territorio de Ucrania.

Esto constituye un nuevo género político que se podría denominar política surrealista.  La realpolitik o política práctica de las pasadas décadas de la Guerra Fría pudo ser cínica y desalmada, pero por lo menos tal pensamiento descansaba sobre una realidad objetiva que los bandos en pugna podían en común reconocer y por lo tanto negociar.  En este nuevo genero de política surrealista, la versión de la realidad de uno de los bandos pareciera estar más en el ámbito de la fantasía, lo cual hace que cualquier diálogo entre políticas rivales sea casi o si no totalmente imposible.

La OTAN instala un régimen de facto en Kiev a través de un golpe de estado contra el gobierno legalmente elegido.  Esto es un hecho.  Sin embargo, en el mundo surrealista de Washington y sus aliados de la OTAN, este hecho aparece invertido en una noción de ficción que lo que sucedió en Kiev durante el mes de febrero fue la culminación de una revolución democrática.

Eliminados del relato objetivo están los detalles tales como el nuevo régimen se arroga el poder administrativo a través de una campaña respaldada por Occidente de terrorismo y violencia de calle que incluye el asesinato de policías por parte de francotiradores encubiertos.

Al carecer de evidencias que lo avalen, al régimen de Kiev asistido por francotiradores, se le concede calidad de gobierno por parte de las capitales occidentales y por sus medios de prensa y que desde entonces ha sido acusado por los servicios secretos rusos y por el presidente derrocado,Viktor Yanukovich,  de ser responsable de los asesinatos.  Por supuesto que la incriminante conversación telefónica filtrada entre la Ministra de la Unión Europea, Catherine Ashton y el Ministro de Estonia, UrmasPaet, de fecha 26 de febrero sobre los francotiradores apoyados por Occidente fue convenientemente borrada de los registros oficiales occidentales.

La junta, desembozadamente fascista, se mueve rápidamente para anunciar una legislación represiva contra la mayoría étnica rusa de la población en el oriente del país.  Dirigentes políticos tales como la malversadora, YuliaTimoshenko, recién salida de la cárcel, descaradamente pidiendo el asesinato en masa de rusos y otros opositores.  Cuando estallan las protestas callejeras en las ciudades orientales de Ucrania contra la junta en Kiev, esta última declara que tales manifestantes son terroristas.

Aun más, demagogos como la Timoshenko que ha bromeado con atacar con bombas nucleares a los rusos, luego se volteay acusa a Moscú de intimidación.  El Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, avala semejante e indignante provocación haciéndose eco de la supuesta intimidación rusa.

El vocero JayCarney de la Casa Blanca,  esta semana acusó a Moscú de incitar a la subversión y a la violencia en el oriente de Ucrania y de este modo dio luz verde para que el régimen de Kiev envíe a sus paramilitares neo-nazis a Donetz y a Jarkiv para reprimir las manifestaciones en aquellas ciudades donde la población está comprensiblemente alarmada por las amenazas lanzadas en público por el régimen instalado por la OTAN.

La gente en Donetz, Jarkiv y otras ciudades orientales han sido testigos como la anarquía y la política rufianesca es estimulada en Kiev con el indisimulado apoyo diplomático y financiero occidental.  El manual de convivencia constitucional y el derecho internacional han sido tirados a la basura.  De este modo, ¿por qué la población de las regiones orientales no puede hacer,  como ya lo hizo la población de Crimea y reivindicar su propia autonomía política frente a este gratuito bandolerismo político?  ¿Qué autoridad moral o legal tiene esta camarilla apoyada por la OTAN en Kiev para sermonear a otros luego de su propio alzamiento criminal para asaltar el poder administrativo?  Y especialmente, considerando las explicitas amenazas a la vida e integridad emitidas por la junta de Kiev y sus paramilitares contra la población del oriente del país.

Las medidas de seguridad tomadas por Moscú de estar listo para proteger a la minoría étnica en Ucrania son eminentemente razonables a la luz de las actuales y pasadas experiencias.  Los denominados ministros de los partidos Svoboda y Sector de Derecha en Kiev,  rinden homenaje a los fascistas ucranianos que durante la II Guerra Mundial colaboraron con el exterminio nazi de millones de sus compatriotas.  Cuando los fascistas ucranianos de hoy en día claman por la limpieza de rusos de su país y darle a la gente en la cabeza en masa, transmiten de manera clara el actual peligro de abominable relevancia con los más horrendos episodios del siglo XX.  Sin embargo, los tipos como John Kerry ponen la realidad patas arriba y acusan a Moscú de embarcarse en un ignaro atavismo del siglo XX.

Los gobiernos occidentales, la OTAN y su junta delegada en Kiev se están embarcando en una temeraria y ridícula fanfarronada que está completamente divorciada de la realidad.  Detrás de ese alucinante discurso político, los rufianes fascistas que respaldados por Occidente asaltaron el poder en Kiev acusan a Moscú de agresión y de violar la soberanía de Ucrania.  La OTAN abunda en incendiarias acusaciones alegando que los intereses de la seguridad rusa están amenazando la paz y la estabilidad de Europa, lo cual le permitiría a la organización acelerar la expansión de sus fuerzas hasta las fronteras de Rusia en flagrante violación a las normas acordadas en la post Guerra Fría entre Moscú y Washington en torno a la no expansión de la fuerza militar de la OTAN en su zona sensible.

Alexander Grushko, el delegado de Rusia en la OTAN, señaló recientemente que Los alegatos en el sentido que los designios agresivos de Moscú plantean una amenaza a los países de la OTAN son inverosímiles y carentes de todo fundamento.  Si algún peligro pudiera emerger, este solo provendría de las fuerzas nacionalistas y radicales en Ucrania y solo en caso de un mayor deterioro de la situación en ese país.  Agregó Grushko, que Las medidas adicionales adoptadas por la OTAN  y que apuntan hacia la presunta protección de los miembros de la Europa Oriental son absolutamente infundadas.

¡Bienvenidos al mundo de la política surrealista!  Donde todo lo que se asegure que es verdad, es verdad, sin perjuicio de la evidencia fáctica. 

Cuando el Ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, le recordó a la OTAN sus obligaciones bajo la Declaración de Roma y otros tratados anteriores con Moscú acerca de la no-expansión, dijo él: No estamos esperando cualquier respuesta sino una respuesta totalmente respetuosa de las normas que nosotros hemos coordenado.

Un síntoma perturbador de la política surrealista que se ha establecido en las capitales occidentales es cuando el jefe de la OTAN, AndersFoghRasmussen, de manera abrupta desestimó la habilidad política de Lavrov.  Dada la gravedad de la cuestión, pareció algo más que una descortesía que Rasmussen emitiera un comentario sarcástico en la red social de Twitter diciendo que las preocupaciones del máximo diplomático ruso no eran más que propaganda y desinformación.

La OTAN y Washington no solo están invirtiendo los hechos y la realidad sobre Ucrania y sus más amplias y graves implicancias geopolíticas.  La imprudente distorsión es arrojada con un desprecio que  emana de la más fatua y cegata arrogancia.  El enigma a despejar es:  ¿Cómo lidiar con semejante locura?

Traducción desde el inglés por

Strategic Culture Foundation Sergio R. Anacona

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Finian Cunningham

Analista internacional


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