Las críticas que llueven desde las páginas de APORREA, hacia la conducción del proceso bolivariano y hacia el alto gobierno, vienen en su casi totalidad desde los militantes de las luchas de clases revolucionarias, y es que en política, al igual como sucede en filosofía hay una máxima que dice: sin crítica no hay rectificación. Por eso es que desde el Presidente Nicolás Maduro para abajo deben pedirles a los revolucionarios que les hagan críticas y mayor aún cuando la etapa que vive la Revolución Bolivariana la caracteriza una toma de conciencia repentina y generalizada.
El desarrollo crítico en Venezuela es evidente. No puede ser de otra manera, ya que el solo hecho de haberse publicado y distribuido por parte del Estado, millones y millones de libros entre toda la población en estos años de vida revolucionaria, eso por lógica elemental iba a generar en el cualquier momento y en todas las instancias de la vida republicana de nuestro país, acalorados debates acerca de las ideas; y mucho más cuando ha sido propaganda permanente de la revolución el estímulo a la crítica y a la autocrítica. Entonces resulta más que comprensible que en estos momentos álgidos de la hora política nacional, que cualquier postura que el pueblo vislumbre que se esté desviando del legado del Comandante Chávez, o que busque atenuar las contradicciones sociales, va a encontrar inmediatamente la crítica inclemente de los revolucionarios.
No hay que tenerle miedo a la crítica, ya que nuestro pueblo está mayoritariamente con la revolución y está bien consciente, asimismo, de que una política de principios es la única política acertada; sin embargo, las tendencias oportunistas y reformistas de conciliación con el capitalismo pulsean dentro de la Revolución Bolivariana y parecieran imponerse por ahora, luego de la crisis generada por el frustrado golpe guarimbero; hecho éste que le exige a los destacamentos avanzados del Proceso Revolucionario acumular fuerzas para las batallas presentes y futuras contra el capital; lo que reclama, además, la unidad político-social e ideológica del pueblo. Por eso, practicar a conciencia la crítica y la autocrítica debe ser un rasgo permanente de una revolución autentica.
De allí que la crítica que se ha hecho a lo largo de la historia al revisionismo ha demostrado lo ficticio que son las revoluciones que pretendan heredar y conservar la organización del trabajo y las formas de conocimiento de la vieja sociedad, cualquiera sea el sector y el nivel en que se desarrolle. Es normal que se den incesantemente oposición y lucha entre diferentes ideas, pues son el espejo de las contradicciones existentes entre las clases sociales.
En la patria venezolana se vive una dialéctica bien dinámica que lejos de terminar, apenas comienza, además hay una experiencia colectiva real. El debate está abierto y tiene que continuar por mucho tiempo. Pero si fuese el caso de que haya que desandar el camino, los revolucionarios y las revolucionarias saben que hay momentos en que hay que retroceder, pero que cuando haya que hacerlo debe forjarse con acierto; también comprenden que no se puede triunfar sin aprender a tomar la ofensiva y a llevar a cabo el repliegue con mucho tino.
Cuando una revolución se infesta de la democracia-burguesa y no puede ir más allá por la insuficiencia de las soluciones que ese contagio le promete, tiene que redescubrir inmediatamente a las masas, ya que ese hallazgo renovado le dará más claridad, rapidez y facilidad para rebasar al capitalismo y pasar al socialismo revolucionario. Ese camino exige preparación, madurez, pero sobre todo, reclama una disposición meticulosa, discreta y prolongada del trabajo político para derrotar a los enemigos del pueblo.
La iniciativa histórica de las masas cobra cada vez mayor importancia en la Venezuela actual, así lo demuestra el 1er. Congreso Ideológico de los Colectivos Revolucionarios celebrado en el Observatorio Cajigal de Caracas, donde se ratificó firmemente el respaldo al liderazgo del Presidente Nicolás Maduro y seguir la lucha diaria por la construcción del socialismo revolucionario, al tiempo que se hicieron honores a Sergio Rodríguez y a Klever Ramírez.
Allí en esa zona liberada por los bolivarianos revolucionarios y con el fuerte soplo de la brisa que circula por ese portachuelo caraqueño, se oyó el manifiesto de los asistentes, conformados por más de seiscientos (600) delegados, que el pueblo no pacta con la burguesía; que lo haga el gobierno, el Estado, pero las masas populares no. Uno se pregunta: ¿Por qué hay que temerle a las masas, si la victoria del socialismo tiene como raíz al pueblo? Mientras falte la fe en la capacidad creadora de las masas la Revolución Bolivariana estará desprovista de un poder creador ilimitado. Pero además, se hace imperioso desvanecer la sensación existente en la psique de las masas, en el sentir del pueblo venezolano, de que es una élite la que gobierna en su nombre sin que el Poder Popular participe protagónicamente. Urge relanzar la estrategia de una línea de conducta clara en todos los niveles, que sea el producto del ejercicio del debate abierto con el pueblo, accionando a cada instante sus poderes creadores; proveniente de un escucharnos todos y todas, para así lograr el verdadero acuerdo que sí nos permitirá vivir en paz.
Los últimos sucesos acaecidos en Venezuela, reclaman una mayor politización de las masas populares, y que en ese devenir se reproduzcan núcleos revolucionarios combativos, firmes y unidos por todas partes, en las comunidades, y a lo largo y ancho de todo el territorio nacional, porque las luchas que se avecinan exigen serenidad, disciplina, consistencia, tenacidad y una voluntad única. En ese sentido, los cuadros revolucionarios deben aprender a realizar labor revolucionaria en cada espacio de la patria, ya que la conducta desplegada por la oposición, hasta el último momento, no garantiza que no haya un rebrote de fascismo puro a corto y a mediano plazo. El odio obstinado contra el pueblo y contra su FANB, así lo confirman. Cabe citar aquí a Lenin cuando fijó posición con respecto al accionar revolucionario de las masas y al temor de los revisionistas a que las masas puedan hacer demasiados estropicios y destrucciones cuando se produzca un desencadenamiento de los elementos: Malo es que quienes desean ser revolucionarios olviden que el orden más normal en la historia es el orden de la Revolución.
Esos mismos contingentes del pueblo quieren que aparte de convocárseles para ir a las marchas para brindarle apoyo al gobierno, a las cuales asisten gustosamente; aspiran, del mismo modo, a que se les informe con claridad, punto por punto, las responsabilidades que ese mismo gobierno va adquiriendo en las conversaciones con la oposición; quieren percatarse, también, cómo se darán las relaciones de producción luego de esos acuerdos de paz; quieren ser los dueños colectivos de los principales medios productivos, de la producción y la distribución, con lo cual se desarrolla la democracia socialista y se estimula la eficacia y la iniciativa creadora de las masas trabajadoras en la producción; quieren llevar a cabo, gradualmente, la transformación socialista de la agricultura. El socialismo no solo se caracteriza en el nivel de la economía, sino que, a la par, determina el nivel del Estado y el nivel de la cultura.
POST/DATA: El poeta NAZIM HIKMET, fue encarcelado en una prisión de Turquía durante 28 años por su militancia revolucionaria y comunista. Un verso suyo, que es un canto profundo a la vida invoca:
Así, quienquiera seas
y en cualquier circunstancia
Prepárate a vivir
como si nunca tuvieras que morir.
HENRY BERGSON, el filósofo del «elan», en su tratado sobre LA RISA, también aborda el tema de la vida y que inspirado por los cronos espirituales llego a certificar: La vida se nos presenta como una evolución en el tiempo y como una combinación en el espacio. Considerada en el tiempo, es el progreso continuo de un ser que está envejeciendo sin cesar, es decir, que nunca vuelve atrás ni se repite.