Hace tres años encontré a Rafael Cadenas en la Feria Internacional del
Libro en Mérida, y le dije: “Lo felicito poeta porque va a ser usted
honrado con un distinguido título por un equipo rectoral de mafiosos de la
Universidad de Los Andes”. Abrió desmesuradamente los ojos y me contestó:
“- Claro, tú eres hermano de Argenis Rodríguez.”
Ya no era el poeta que leí en mis años mozos; estaba pasado de peso, la
mirada vivaz, práctica y utilitarista, acompañado con los pequeños
miserables (“intelectuales de la republica del Este”, que en el Este es
donde puede haber tal beódica “república”) que han sido y son empollados
en las páginas literarias de El Nacional. Realmente en Venezuela no hay
poeta que haya podido resistir la presión etílica, la amenaza pesetera y
el elogio ventricular de los orondos imbéciles de nuestros empresarios o
los que dirigen o son dueños de El Nacional. Este periódico cogió por los
huevos a esa elite intelectual (de aquella “izquierda” hedionda a whisky
caro) que sabía muy bien mover el trasero cuando se lo ordenaban los
Otero, como el Adriano González León, Caopolicán Ovalles, Jesús Sanoja
Hernández, Manuel Caballero, José Ignacio Cabrujas, entre muchos otros.
Ahora a Rafael Cadenas lo cargan de puchinbol para firmar cuanto remitido
de “intelectuales” se hagan contra Chávez. Como él es tímido, según lo
confiesa en “Derrota”; como nunca pudo triunfar en la vida (pero ahora le
editan los bancos libros que se venden por doscientos o trescientos mil
bolívares); aquel que decía “tengo vergüenza por actos que no he
cometido”, ¡vaya coño!, y firmando cuanta mierda le llevan contra Chávez
ahora mucho menos (sobre toda esa última memez redactada por la
adeca-judia ultraderechista de la Paulina Gamus).
El poema “Derrota” es para que Rafael Cadenas se lo cuelgue del pecho y se
vea en el espejo de lo que nunca fue, ni ha sido ni tiene bolas para
serlo. Ya Rafael Cadenas no vive en el limbo ni es el hazmerreír de nadie.
“No encontraré nunca quién me soporte”, ¿cómo?, ¡cuando los judíos de la
ultraderecha venezolana acuden a tu firma para que apoyes sus bazofias,
qué puede hacerte falta!
Ahora podemos darnos cuenta de lo falso, de lo artificial y manipulada que
era su poesía: “QUE FUI PRETERIDO EN ARAS DE PERSONAS MÁS MISERABLES QUE YO/ QUE SEGUIRÉ TODA LA VIDA ASÍ Y QUE EL AÑO ENTRANTE SERÉ MUCHAS VECES MÁS BURLADO EN MI RIDÍCULA AMBICIÓN”.
No señor, Cadenas, ya usted dejó de ser ridículo, ahora sus ambiciones son
serias y usted se mueve entre gente poderosa y con agallas para acometer
cualquier crimen. Usted ya no es ningún quedado o pendejo (aunque estoy
seguro que nunca lo fue). Ya usted, gracias a Dios, es un ser avispado y
despierto como lo exige la gente de El Nacional. Ahora a usted le sobra
plata para irse a la India, señor Cadenas. Ahora se ve que recibe favores
y da mucho a cambio. Y que se sigue dejando llevar por los otros. Que no
quiso tener personalidad porque es mejor y más fácil a la hora de tener
que firmar remitidos sin leerlos y sin tener el coraje de pensarlos. Y
está usted plenamente justificado ahora de por qué tenía que tapar su
rebelión, por qué nunca se fue a las guerrillas ni fue de las FALN ni pudo
hacer algo por su pueblo. Eso está definidamente claro, neto y formal. Que
ahora sí es definitivo eso de que jamás podrá salir de su prisión, porque
acabó siendo lo que siempre fue: útil, sensualista y que mide sus acciones
por los hechos constantes y sonantes de sus amigotes. Ya usted realizó
todo aquello que le faltaba y por lo que decía usted ser poeta. Le sobran
los días serenos, los pasajes para irse a París; reconoce los hechos y no
babea sobre su propia historia, aunque siga siendo imbécil de nacimiento y
por algo más.
El hilo de sus discursos son coherentes con lo que ha sido y
será siempre, y no podrá arruinar jamás sus marchas y contramarchas, con
lo que cabe a la perfección su autodefinición de que no es como Carlos
Andrés Pérez ni no uno ni lo otro, lo que es ni lo que no es, eso sí: sabe
lo que firma de todo corazón, sobre todo los cheques. Ya perdió aquella
verdadera ridiculez de su orgulloso satánico, y que es todo un gran
personaje de la intelectualidad criolla, por lo que la corbata no le hace
falta. que ha encontrado usted su verdadero ser físico en las cuentas de
los bancos y que su falsedad ya no le llega por relámpagos sino por la luz
fina y perpetua de las cámaras y los aplausos. Siga siendo pues, usted tan
indolente, floral y extraviado como le gusta, conscientemente, que nunca
podrá suicidarse de una manera que no sea hundiéndose en la hez que lo
eleva y lo mantiene más allá del juicio final. Que le aproveche, poeta
Cadenas.