En reflexión anterior dije que no encontré mi nombre en la data del PSUV, y que tal hecho presuntanente se deba a una falla tecnológica. No por ello renuncio a la lucha revolucionaria de toda mi vida. Volveré a inscribirme como lo que soy, un individuo más entre millones, para dar esa batalla dialéctica que el PSUV, el polo patriótico y toda la izquierda venezolana necesita.
Sin embargo, las formas y trincheras para contribuir al socialismo son siempre infinitas. Si alguna fuerza superior se opone al justo regreso de los chavistas que no aparecemos en la base de datos del PSUV, entonces desde la escritura insurgente, las aulas universitarias y la tribuna popular seguiremos poniendo nuestro grano de arena por el pueblo.
Entre las importantes discusiones ideológicas que tendrán lugar en el venidero Congreso del PSUV, valdría la pena incluir un debate oral y público, franco y profundo, para examinar el perfil de los dos principales militantes del socislismo venezolano en nuestros tiempos. Ello permitirá que nuestro pueblo defina con precisión el tipo de organización en que debe convertirse el PSUV para servirle mejor a Venezuela.
El partido debe ser suficientemente Maduro para neutralizar a los ememigos internos sin autoflagelarse, y suficientemente unitario para derrotar a los enemigos externos sin contagiarse con sus vicios.
No todo el que critica es malo ni todo el que aplaude es bueno.
Hay un modelo de buen militante con formación ideológica que le ofrece al partido su mano de obra y su intelecto para construir colectivamente el socialismo bolivariano del siglo XXI.
Pero hay un modelo de mal militante que es oportunista y sólo le interesa disfrutar de los privilegios del partido porque éste le brinda empleo, contratos, viajes, fama, poder y amistades influyentes.
Existe un militante que tiene un vínculo legítimo con la revolución bolivariana porque al calor de años de estudio y práctica social vive dentro de los valores del socialismo, como solidaridad, combatividad, honestidad y sacrificio.
Pero existe otro militante que mantiene un falso vínculo con el proceso bolivariano aunque aparezca como vocero, representante o funcionario porque simplemente es hijo (a), hermano(a), socio(a), amante, etc., de un poderoso burócrata de esta revolución. Es oportunista, elitesco, arribista y anti-etico, no tiene obra social que presentar, sólo sus patrocinantes. Con prepotencia se autoproclama: Miembro de la corriente de "Chavistas Sifrinos".
Ciertamente el partido no es una iglesia roja, ni pretende serlo, no ofrece ser el recinto de los mejores seres humanos que permanecen libres de todo pecado. Por el contrario, es el reflejo de la sociedad donde se encuentra. El partido funciona con el material humano disponible en esta época. Por tal motivo no hay que disolverlo, sólo hay que depurarlo.
Resolver esta contradicción entre buenos y malos militantes forma parte de la "dialéctica del socialismo", que lejos de hacer propaganda diciendo que todo está bien y que somos una familia perfecta, debe identificar las fallas para superarlas y avanzar hacia la elevación del partido y de la propia sociedad.
Invito a desencantados, desilusionados y escépticos a participar. Tengo la certeza de que aquel extraordinario líder que fue Hugo Chávez no se sacrificó en vano, son varias las conquistas dease 1999, como por ejemplo un pueblo políticamente despierto que participa en múltiples con ámbitos la Constitución en la mano y misiones sociales que se se desarrollan sobre la base de una solidaria distribución de la renta petrolera.
A los militantes de base, esos que no andamos bajo patrocinios ni en afanosa búsqueda de cargos burocráticos, sino en la lucha por un ideal de igualdad social, les propongo no abandonar el barco revolucionario nunca, porque quienes no se involucran en política, terminan siendo gobernados por los que si lo hacen.
A los chavistas que por alguna razón hoy circunstancialmente no votamos en las elecciones internas del PSUV, les recuerdo que lucha constructiva es adentro del proceso revolucionario, no fuera de él. Sigamos construyendo la revolución desde abajo.