¿Cuándo ha escuchado usted a un “periodista de oposición” reconocer como buena, adecuada o acertada alguna acción de gobierno? MC, NB, RG, MA, MIP, LC, MS, MM, etc., nunca abrirán la boca para hablar bien del Gobierno de Chávez. La sola mención de su nombre causa en algunos de ellos un cortocircuito que impide el raciocinio, lo que provoca que confundan de manera incontrolada la información y la opinión. En algunos casos es tan grave que las pataletas llegan a confundirse con ataques de epilepsia.
Veamos un ejemplo. Si usted es periodista y tiene que escribir la noticia sobre la caída del viaducto cumpliendo con las reglas del periodismo informativo, debería hacerlo más o menos así: Ayer se derrumbó el viaducto uno de la autopista Caracas-La Guaira sin pérdidas humanas que lamentar, pues se encontraba inhabilitado desde el día 6 de enero de 2006. Si usted es periodista de oposición, no se extrañe si lo que escribe es esto: Ayer por fin se derrumbó el viaducto uno de la autopista Caracas-La Guaira gracias a la ineficacia del gobierno de Chávez. Por pura suerte esta inhabilitado, pues los muertos los contaríamos por miles”.
Ese mismo ejercicio lo puede hacer con muchas de las informaciones referidas al asesinato de Danilo Anderson las cuales tratan de demostrar casi todo el tiempo que el Fiscal Isaías Rodríguez no tiene “un caso”, que Giovanny Vásquez es el anticristo y que los hermanos Guevara son la Madre Teresa reencarnada. Esto habla de grado de libertad de información que hay en el país.
Y es que los “nombrados” al principio han dicho tantas veces que en Venezuela no hay libertad de expresión, que ahorita, cuando hay una acción tendiente a vulnerar el libre ejercicio del periodismo, sus palabras suenan huecas, tristes, lamentables... y hasta hipócritas. Al menos en mis oídos, para no apropiarme de la opinión de otros.
Por ejemplo, la cobertura noticiosa dada a la incidencias del Foro Social Mundial realizado en Caracas, es una muestra representativa de la crisis que vive el periodismo venezolano. En general se intentó descalificar y desprestigiar el encuentro de miles de activistas defensores de derechos sociales colocándoles de manera irresponsable y mezquina el calificativo de “chavistas”. Ignorando, dejando escapar la información, el testimonio de vida de los visitantes, que no son sino defensores de causas nobles y detractores del imperialismo. ¿Quién, que se considere justo, puede estar de acuerdo con la guerra en Irak? ¿Es un discurso chavista? ¿Y qué? ¿Eso lo convierte en mentira? ¿Eso hace que los visitantes pierdan, para seguir con la “clase” de periodismo, atributos noticiosos? Ese es nuestro drama.
La credibilidad de nuestro periodismo tiene años en entredicho. En abril de 2002 vimos al Rey desnudo. La ligereza, el irrespeto, la burla, el maniqueísmo, la mentira y la manipulación se han impuesto sobre la investigación, el equilibrio y la veracidad. Y ese es un mal que ese extendió. Como una peste. Todos somos portadores del virus pero a algunos les “brotó” con fuerza. La coyuntura actual es propicia para dar ese debate. Ese debate que no impida reconocer el peligro que representa la sentencia del juez Florencio Silano, pero que tampoco impida reconocer que muchos colegas necesitan un taller de periodismo urgente, que les recuerde la diferencia entre información y opinión. ¿Otro periodismo es posible?
*Periodista
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