César Rengifo, un aporte a la crónica indígena actual

Saúl Rivas-Rivas Coordinador de la Cátedra-Libre e Intercultural César Rengifo

“Quizás, en un futuro próximo, cuando los estudios de  la antropología y la etnología se hagan más intensos y profundos en nuestro país,  se logre establecer con cierta exactitud la huella de la dramaturgia aborigen en las danzas y ceremonias dramatizadas que aún practican numerosos grupos humanos en el interior de nuestro país, danzas y ceremonias donde se mezclan sentimientos y costumbres de los diversos grupos humanos que contribuyeron a la formación de la nación venezolana.”  El teatro en Venezuela. Su Trayectoria.. César Rengifo: Obras. Tomo IV. Artículos y Ensayos. Mérida. ULA. 1989.p.154

   Desde  la feria del libro de Caracas, César Rengifo y su obra vibró  como un libro abierto en el valle de Karaka, sembrado  al pie del Warairarepano. Visualizamos la Sala Earle Herrera y los cronistas comunales.  Es sin duda  un esfuerzo de gran valor el que ha hecho el poeta Antonio Trujillo y su equipo  para montar  con apoyo del Presidente  Freddy Ñañez y el colectivo  de Fundarte,  Jorge Rodríguez, Alcalde de  Caracas y Jacqueline Farías, jefa de gobierno del Distrito Capital -en el marco de esta feria-, una jornada completa,  proteica y diversa sobre la formación de cronistas comunales, algo que nos reencuentra con las raíces más profundas de nuestra memoria y con el proteico presente sociodiverso y  pluricultural: simultáneamente caribe, andino, llanero, guayanés y amazónico. Cada uno de ellos intra-diversos, fronterizos y transfronterizos, sin renunciar a nuestras identidades particulares y a  la misma identidad nacional y Nuestra-americana.

   César Rengifo, ese contemporáneo hijo ancestral de Caracas… Ese  Rengifo niño que está tratando de plasmar en el cuento Josefina Cedeño/Ciudad Pueblo/Ciudad Aldea/Ciudad comunidad/Ciudad campo/Ciudad Guaicaipuro/Ciudad Mariche o Toromaima/Ciudad Catuchacuao/ Petare/Guarenas Guatire/ Teque/Tuy- Barlovento/Junquito/Colonia Tovar/Ciudad Metrópoli/Ciudad Litoral/Guaira/Macuto/Tarmas/ Galipán campesino, en apuros ante el avance de torres sombrías.  La barriada, que arroja desde el empinado cerro,  una rosa para la Ciudad: Ciudad Panteón/Cuartel de la Montaña, símbolo de la actual unidad cívico-militar, sobre la flor  de los cuatro elementos en el imaginario ancestral de Fruto Vivas/Ciudad  Cuatricentenaria en su espina dorsal de milenios de historia. 

      En la médula espinal del Waire, de ríos, valles y quebradas moribundas se levanta el humo de las autopistas congestionadas, del gentío confundido con sus propias sombras pegadas sobre las calles, sombras desdobladas desde sus pies y  haciendo ángulos con sus propios hombros,  la monotonía de las torres de cemento armado y el anonimato  de una modernidad unilateral que conspiró contra la  ética y la  estética de la vieja ciudad de los techos rojos de Enrique Bernardo Nuñez y la identidad irreductible de sus pueblos y culturas. La Pastora y sus cronistas se declararon en resistencia indígena…(ante el urbanismo compulsivo y la modernidad unilateral.. Abiertos siguen en los caraqueños tradicionales, los viejos caminos del imaginario indígena,)…Sin embargo, florecen y retumban de pájaros y mariposas, vertientes cristalinas descolgadas desde las alturas, cantatas de agua de las entrañas del tiempo, desgajando nieve, neblinas  y silencios ignotos de la memoria, desde  el imponente Warairarepano.  Como “Esa Espiga sembrada en Carabobo”, por  Karaka hablan todas las batallas,  pueblos, héroes y heroínas hasta Ayacucho;  desde Ayacucho y la guerra federal, hasta la neoconquista imperialista de la era petrolera. La falsa cultura del facilismo, arma de conquista frente a la anticonquista del trabajo eco-productivo y creador ante  la economía del rentismo petrolero, agricultura de puertos y del estrativismo, que ciertas mafias empresariales de Fedecámaras desde 1944  nos vendieron como “culto al progreso”, “modernidad”  o “desarrollo” y algunas mafias  sindicales muchas veces quieren confundir y presentar como “socialismo” o peor aún, como supuesta ”conciencia de clase” (apuntando a lo reivindicativo insostenible,  pegando el futuro contra la pared.).Y  ¡qué casualidad! por allí algunas voces  están advirtiendo frente a la “sidorización” antiproductiva del campo y de los buhoneros de carretera, todo en detrimento del pueblo/pueblo,  de los mismos campesinos y de los pequeños y medianos productores agrícolas y pecuarios, también acosados y atropellados. Pensamos, que nada de esto, pertenece a voces legítimas de una revolución, de un nacionalismo o de un proceso de integración continental, mucho menos al grito de urgencia de construcción del socialismo del siglo XXI que despertó en llamas desde el pecho de América el Comandante Supremo. Es el viejo grito de la falsa cultura del facilismo como arma de conquista:  viejos y nuevos arquetipos de los viva-la-pepa,  confunden la convivencia con la con-viveza, el festejo y la papaya  interminable sustituye al trabajo eco-productivo, espiritual, festivo y creador;   son agentes  corruptores del pueblo/pueblo, -incluso de los pueblos y comunidades indígenas de las fronteras-  para convertir todo en mercancía, atentando en redondo contra el derecho oportuno y adecuado  a  una alimentación sana y equilibrada para todos. Adoctrinando a la gente en los falsos valores capitalistas de riqueza material fácil e inmediata, enfrentando pueblo contra pueblo.

 Desde cada presente, César  remonta en alas de  Cóndor,  milenios de historia para escribir murales en  versos y tableros de todos los tiempos, el  Popol Vuh  de los tamanaco del Orinoco, reivindicando la  oralidad de los tiempos remotos en los tiempos actuales. Esto sin olvidar que los ríos  de esta costa centro- norte de Venezuela forma parte de la cuenca del Orinoco, algo que  ya  era manejado en la cosmovisión y geo-historia  caribe.  El mito-historia de Amalivacá en los murales de César  fortalece   el imaginario indígena del venezolano  debilitado por la  falsa cultura del facilismo como arma de conquista en la  era del petróleo. (Al final del recuento un signo  raro  aparece. Un casco insolente  y extraño  ha profanado el suelo sagrado de la tierra materna: es la huella española/ welser/inglesa o gringa.  El casco anuncia  la Era de la conquista, que no ha terminado  ¡por ahora! ).

     Al primer nombre de la gobernación de Venezuela (1528), le ponen el hierro candente de los bélzares. La banca capitalista llegó temprano, con la esclavización de indios. En ”esa cuerda de indios”, encadenados al cuello, como bestias de carga de  los conquistadores alemanes, el que se cansaba, le cortaban la cabeza…sin abrir los ganchos de la cuerda. Después  vino  “Esa cuerda de negros”. Primera hipoteca del país, hecha por los primeros usurpadores españoles a los welser, que nada tiene que envidiar a las entregas y traiciones de la Guipuzcoana, del Pacto de Coche y finalmente del Pacto de Punto Fijo al imperialismo estadounidense, al endeudarnos al FMI  y al BM. De allí ese caracazo o guarenazo, ¡Se arrechó Guaicaipuro! decía el pueblo. Primera derrota en el mundo del FMI y sus ajustes neoliberales.

     Luis Certain encontró en los actuales descendientes  mariche de Petare, su propia interpretación  de  la edad de las aguas   en el mito de Amalicá.  En un amplio lienzo como Zócalo de la Memoria, César  había plasmado aquella historia de nuestros primeros orígenes en el corazón del Centro Simón Bolívar,  en plena dictadura perejimenista.(1953-54)

    No es necesario hacer grandes esfuerzos para aproximarnos al imaginario indianista de César Rengifo. Cuadros  de paisajes desolados por el petróleo, cambio del curso de los ríos, figuras de indios, mujeres, zambos, despoblamientos indígenas, campesinos y urbanos, víctimas de Las Torres y el viento.  Perros mudos y solitarios, del barrio y su gente, gente de cuerpos y culturas extrañas a la ciudad del valle o la colina. Un llamado de amor desde la esclavización india en Cubagua (Oscéneba) y el desafío de dos jóvenes caribes para preservar su descendencia. Curayú o El Vencedor, que al conocerse la muerte de Guaicaipuro, la continuidad de la lucha caribe se expresa en el llanto de un niño que nace y ante la fallida pócima abortiva, el viejo piache invidente, encuentra allí al vengador del  Principal de los teque y karaka. La ternura y la lírica en Apacuana y Cuaricurián.. Una mujer indígena ya mayor, llamada Apacuana,  por la emergencia de la guerra prolongada ante la vejez y  enfermedad del cacique, asume el cacicazgo estratégico y  entra en conflicto en su amor materno con su hijo Cuaricurián,  artista,  nunca interesado en el arte de la guerra. Su madre lo condena y lo expulsa de la alta dignidad de los caribe donde no caben los cobardes y los indiferentes. Tiempo después, Cuaricurián, para  salvar al viejo cacique que cae preso para ser empalado, se ofrece él, haciéndose pasar por el verdadero cacique detenido. Ahora es su madre en un nuevo conflicto humano, ante la inminencia de que su propio hijo sea empalado para salvar al anciano cacique y la continuidad de la lucha.

-Yo soy  Chicuramay, soy el cacique. No ese flaco anciano,  ya en sus huesos. Dice Cuaricurián ante el jefe castellano para canjearse  por el viejo cacique, diestro  estratega en el arte de la guerra.

  Entre su amor materno sacudido, se escandaliza Apacuana frente al atrevimiento de su hijo, quien hasta ayer como artista,  fue indiferente ante  la guerra y el orgullo caribe de ser libres. Nueva tensión  hijo-madre entre las tablas. Lo más tierno y sublime frente al desafío más horroroso de la muerte y la continuidad de la lucha y de la vida. Más de una vez exclamará desde una dramaturgia bordada en heroísmo y  la resistencia imperturbable ¡Los caribes, viviremos siempre! ¡Guaicaipuro no ha muerto!.

    La nueva crónica indianista de César Rengifo a través de la dramaturgia, la pintura, el ensayo, la poesía  y el muralismo, nos recrea la historia de la anticonquista, la anticolonia, la emancipación y la independencia. Son las crónicas de la anticonquista. Más allá del ensayo y otros escritos.

 

 


 



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Saúl Rivas Rivas


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