Existen nombres que sin estar acompañados de una característica particular podrían pasar "agachaos", como en el dominó. Sería lo mismo decir Ramón Araujo, Darwin Alcántara, Julián Acuña, José Suárez que José Ramos. No habría diferencia entre Juan Sayago, Irán Bravo o Mario Olivares ni entre Ramón Veloria, Joel Rodríguez, Yofran Márquez, Yorman Guizarazo, Roberto Hernández, Nelver Hernández García o Alexis Pérez. Pero cuando nombres como esos, o mejor dicho, cuando esos nombres son los nombres de bautizo de un grupo de hombres a quienes el Ministerio Público privó de libertad, las alarmas se encienden.
Todos ellos, con un grado diferente en la FANB, son señalados por reabrir una trocha cerrada en Táchira. Nos referimos a la trocha La Mona, clausurada por otros funcionarios que cumpliendo con su juramento ante la Patria arriesgan la vida en la lucha que contra el contrabando decretó el presidente Nicolás Maduro desde mediados de agosto. Justo aquí empiezan las preguntas.
¿Por qué estos hombres no cumplieron con la orden del Comandante en jefe de la República Bolivariana de Venezuela?¿quién posee sobre ellos tanto poder? ¿qué tan fuerte es ese poder que se arriesgaron a arruinar sus carreras?
Esas y otras interrogantes, con vida propia, nos dan vuelta y vuelta y por más que le metemos el diente a la cosa, no logramos entender que ellos, y esperemos que no haya más como ellos, caminen en sentido contrario a los intereses de un país decidido a dar al traste con un flagelo que -aunque siempre ha existido- hoy es repotenciado como parte del plan para minar la confianza y la fe en la Revolución.
Me comentó alguien que esos hombres prefirieron caer en las manos de la justicia antes que ser presas de sus jefes en la mafia, porque esto último les hubiese significado una muerte segura.
De esa reflexión me acordé este domingo cuando en el programa de José Vicente Rangel, el gobernador de Táchira, José Vielma Mora, aseguró que detrás del contrabando no sólo está lo financiero sino también el sicariato. ¿Será este caso ejemplo de ello?
¡Chávez vive…la lucha sigue!