Con gran expectación se esperaba el gran “sacudón” varias veces asomado por el gobierno. Con nervios se esperaban grandes cambios en materia económica (fundamentalmente) ante los gravísimos problemas económicos que acaecen. Las grandes medidas nunca llegaron, las “movidas de mata” se transformaron en enroques y la incertidumbre por el advenimientos de grandes cambios se diluyó en las varias horas que duró la alocución…
Nada nuevo bajo el Sol… las promesas socialistas se diluyen en la NADA
Luego de una sobradamente repetida introducción histórica donde el Presidente recalcó lo maravilloso que ha sido el proceso bolivariano para todo el pueblo, Maduro soltó el corazón de su mensaje de manera inusualmente breve: "Estos son entonces un conjunto de ajustes, cambios sumamente necesarios para colocar en su justa dimensión las tareas de este momento histórico, las tareas, las cinco grandes tareas, las cinco revoluciones (…)” Sobre éste último punto, Maduro redondeó: “Las "cinco revoluciones" se harán en materia económica, del conocimiento, en las misiones sociales, en la política del Estado, y la del "socialismo en lo territorial".
Lo que se pudo hacer y no se quiso
Con una introducción grandilocuente, Maduro generó cierto nerviosismo en empresarios que creían que ésta vez sí se venía el socialismo de verdad y que el gobierno iba (al menos) a estatizar el comercio exterior y dejar de venderle dólares preferenciales a importadores sobradamente fraudulentos.
Algún empresario tembló al oír a Maduro, e imagino que le iban a expropiar su improductiva fábrica, parapeto útil para el fraude y la especulación con divisas oficiales.
Uno que otro burgués creyó que Maduro iba a crear un sistema de salud pública que barriera con el matrimonio criminal de aseguradoras y clínicas (mercaderes de la muerte).
Seguramente un explotador descontento con la ley del trabajo, que según él es demasiado buena para el obrero, se asustó al imaginar una reforma a tan odiada ley, en la cual se incluyeran la legalización de los consejos obreros y mayores beneficios sociales.
Algún banquero multimillonario a fuerza de especular con los bonos del Estado, devengando grotescas ganancias supuso que Maduro iba a poner fin a semejante sangría, estatizando la banca y la deuda interna pública, seguramente estuvo al borde del infarto.
El patrón especialista en doble contabilidad, adorador del ajuste por inflación y de otras lindezas que facilitan los fraudes tributarios que arruinan a la nación, estuvo al borde del colapso nervioso al imaginar que iba a ver la prometida (desde hace meses) reforma fiscal que acabaría con los suculentos fraudes tributarios de la burguesía…
Muchas promesas y expectativas, pero al fin y al cabo NADA SUCEDIÓ.
Algunos “cambios” poco menos que cosméticos…
Las cinco revoluciones son tan abstractas (Socialismo Territorial (¡!)) y tan a futuro (desarrollo de ciencia y tecnología nacional) que parecen más bien uno de los objetivos que a largo plazo se plantean en los “planes” de la nación.
Los “cambios” de ministros fueron meros enroques salvo algunas caras “nuevas”. El Ministro de Energía a Cancillería, el Ministro de las Comunas a Cultura, el Canciller a Ministro de las Comunas y un corto etc., ya que la mayoría fueron ratificados sin novedad. Los iniciales mea culpa por seguir sosteniendo a un Estado burgués parasitario, indolente y capitalista (Maduro dixit), terminaron en un “intercambio de carteras ministeriales” que parece tan intrascedente como colocarle Poder Popular, a los mismos ministerios del Estado burgués.
Aunque la fusión de Ministerios es positiva, lo cual muestra un freno a la hipertrofia de ministerios y viceministerios, parece quedarse aún muy corta y tampoco reviste una transformación significativa en la administración pública. Las “fusiones” no plantearon la necesidad de unificar bajo un mismo capital, el desorden atomizado de empresas que prestan el mismo servicio. Por ejemplo, es ineficiente, ineficaz y disparatada la cantidad de bancos estatales. Fácilmente pudieran ser absorbidos por el Banco Venezuela y aumentar así la concentración y centralización del capital que permitiese un sólido aumento de su capacidad financiera. Nada de ello se asomó.
A través de los años, las “vicepresidencias” como órganos de la necesaria articulación intraestatal, han manifestado su inoperancia, improvisación e impotencia. Los delegados que cada ministerio envía hacia ellas suelen ser funcionarios de bajo escalafón que a duras penas realizan informes superficiales de realidades que desconocen. Rara vez se logran articulaciones efectivas y duraderas. Nada hace pensar que la situación cambiará esta vez.
Parece interesante la designación de Dante Rivas, quien pasará ahora a ser "Autoridad Única Nacional de Trámites y Permisología", un nuevo organismo encargado de combatir el burocratismo. Por lo poco que se escuchó al respecto, no parece haber voluntad para abrir al ciudadano común una plataforma que permita auditar a través de internet las muy oscuras operaciones estatales. Ni se habló de mecanismos informáticos para abrir al público la oscura información estatal: compras, importaciones, inversiones y demás recursos que a todos nos pertenecen. Los 100 mil millones de dólares (equivalente a un Plan Marshall), que en pocos años pasaron por el FONDEN, son un ejemplo del gravísimo secretismo que inunda la gestión estatal. Sin ese paso, la lucha anticorrupción es mero discurso huero.
Adiós al giro de timón o la insistencia en seguir haciendo “lo mismo”
Parece que el gobierno está negado a emprender cambio estructural alguno. La gravísima situación económica de la actualidad (la inflación y fuga de capitales más alta del planeta, escasez, desabastecimiento, endeudamiento oneroso, fraude importador (llamado por Maduro: Cadivismo) deterioro del salario real etc.) fue olímpica negada o barrida por debajo de la alfombra. Si bien Maduro insistió en que no va a haber un “paquetazo” del tipo FMI, tampoco parece que va a haber un giro de timón hacia la izquierda, ni un impulso concreto en la construcción socialista. En economía no se lanzó ni una sola medida concreta, ni un solo mísero cambio concreto que permita frenar la fuga de capitales, impulsar el aparato productivo ni solucionar los duros problemas que líneas atrás comentamos.
A menos que suceda un milagro o una desgracia universal (una invasión estadounidense a Irán) que dispare los precios del petróleo, los problemas económicos van a agravarse. El gobierno insiste en no efectuar medidas radicales para enfrentar problemas radicales. Parece no notar el voraz deterioro económico que sufren los asalariados que en el 2008 gozaban de un salario con mucho mayor poder de compra de productos que ahora ni siquiera se consiguen o cuestan 6 veces más que en 2008. El gobierno sigue dándole la espalda a la espiral: fraude importador, escasez, inflación, devaluación y caída del salario real. Lamentablemente para nosotros esa espiral se sigue expandiendo sin remedio.