El caso de los falsos exilados políticos cubanos

Intoxicación mediática

Durante el Forum Social de Caracas, Salim Lamrani utilizó el ejemplo cubano, que tanto ha estudiado, para mostrar de qué manera la prensa alternativa tiene la posibilidad de contrarrestar las mentiras de la propaganda estadounidense. Ello es posible si se movilizan la capacidad y los medios necesarios en la realización de las investigaciones comparativas necesarias para situar los hechos en su contexto.


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10 de febrero de 2006

Gracias al control que ejercen sobre las transnacionales de la información, las élites mundiales imponen a la humanidad una visión de la realidad estrechamente circunscrita a un marco ideológico determinado. Las barreras doctrinarias establecidas tienen como objetivo la marginación de todo pensamiento alternativo capaz de poner en tela de juicio las buenas razones del actual orden mundial. O sea, el papel de los medios no es ofrecer a la ciudadanía información objetiva sino defender el orden político, económico y social establecido utilizando medios tan eficaces como la propaganda, la desinformación y la censura.

El papel de la prensa alternativa consiste en constituir una barrera contra la manipulación de la realidad. Hay un ejemplo clásico que debiera ser objeto de estudio en todos los centros de investigación sobre la desinformación debido a su inimaginable nivel de sofisticación. Se trata de Cuba, que constituye un caso único dada la diferencia abismal que existe entre la representación ideológica que transmiten los medios de prensa occidentales y la realidad del país. La intoxicación mediática en contra de la problemática cubana es tan eficaz que ha llegado incluso a contaminar a los sectores más progresistas del mundo desarrollado.

El caso de la emigración cubana hacia Estados Unidos

Aunque son muchos los ejemplos, uno sólo basta para demostrar el grado de desinformación organizada mediante los medios de prensa internacionales. El argumento migratorio es frecuentemente utilizado para estigmatizar el proceso revolucionario cubano. Se afirma que el «elevado» número de cubanos que han emigrado a Estados Unidos constituye la prueba misma de la falta de legitimidad del gobierno de La Habana.

La mayoría de los medios internacionales de prensa nos lanza a la cara ese postulado sin que se considere necesario el menor análisis del fenómeno. Esto resulta extremadamente curioso cuando se sabe que las estadísticas disponibles sobre la emigración cubana hacia Estados Unidos van de 1820 a 2003, o sea que abarcan más de 18 décadas [1]. Entonces, ¿por qué la prensa internacional no basa su afirmación sobre la emigración cubana en cifras precisas comparativas entre el período prerrevolucionario y la época actual? ¿En nombre de qué principio simplificador se renuncia a la comparación entre los fenómenos migratorios latinoamericano y cubano para aclarar tan polémico debate?

La prensa internacional evita cuidadosamente el análisis minucioso y detallado de la emigración cubana hacia Estados Unidos. Teme sin dudas, y con toda razón, que las conclusiones establecidas a partir de los datos provenientes de los servicios estadounidenses de inmigración contradigan su famoso postulado de forma implacable, y saquen a la luz el carácter engañoso e ideológico del mismo.

Emigración masiva antes de 1959

Antes de la derrota de Fulgencio Batista en 1959, el flujo de emigrantes proveniente de Cuba hacia Estados Unidos era mayor que los de América Central y toda América del Sur juntas. La emigración cubana era incluso mucho más importante que la de África y Oceanía juntas y superaba a mastodontes demográficos como China, la India, Irán, Turquía, Pakistán o Indonesia.

Legislación especial de incitación a la emigración

La sede del «Cuban Refugee Center» en Miami

La misión del CRC consiste en incitar a los cubanos a emigrar a Estados Unidos.

En 1966, el Congreso estadounidense adoptó la Ley de Ajuste cubano que concede a cualquier ciudadano cubano que emigre legal o ilegalmente el estatuto de residente permanente. Esa legislación tiene como objetivo incitar a la emigración ilegal para utilizarla como arma política contra el gobierno cubano. A esa ley hay que agregar la brutal guerra económica que Estados Unidos aplica contra Cuba desde 1960, que afecta enormemente a la población y constituye un factor de incitación a la emigración.

1993 y el «período especial»

Es importante detenerse en el año 1993. Se trata del peor momento del período especial. En efecto, en 1991, año del derrumbe de la Unión Soviética, los cubanos pudieron beneficiarse aún, en cierta medida, del comercio con el bloque del Este. En 1992, las reservas nacionales permitieron a la población cubana resolver las primeras dificultades. Pero, en 1993, ya no quedaba nada.

No resultaría sorprendente descubrir que el año 1993 fuese sinónimo de emigración masiva hacia Estados Unidos, a la luz de las condiciones económicas y geopolíticas que Cuba tuvo que enfrentar. Sin embargo, no fue así. En efecto, Cuba registró solamente 13 666 emigrantes en 1993 ante 17 156 de Canadá, 17 241 de Jamaica, 26 818 de Salvador -el doble-, 45 420 de República Dominicana -el triple- y 126 561 de México, o sea 10 veces más que Cuba. Eso implica que en 1993 Cuba ocupó solamente el sexto lugar entre los países emisores de emigrantes del continente americano.

1994 y la oleada de «balseros»

En cuanto a 1994, se trata de un año importante en la medida en que estuvo marcado por la gran oleada de «balseros», nombre con el que fueron bautizados los cubanos que trataban de emigrar en balsas o embarcaciones improvisadas. Aquellos hechos fueron ampliamente difundidos y politizados por la prensa internacional, que daba la impresión de que todos los cubanos estaban tratando de irse de la isla. ¿Cuál fue la realidad?

En 1994, Cuba registró solamente 14 727 salidas quedando detrás de Canadá (16 068 salidas), Salvador (17 644), República Dominicana (51 189) -el triple de Cuba- y México (111 398 salidas). Cuba quedó solamente en quinto lugar entre todos los países de América en términos de salida de emigrantes hacia Estados Unidos.

La emigración actual

Resulta interesante realizar un balance migratorio sobre la base de las últimas estadísticas. En 2003, Cuba registró solamente 9 304 salidas hacia su vecino del norte. La Perla del Caribe ocupaba en 2003 solamente el décimo lugar en el continente americano en lo tocante a la emigración, detrás de Perú (9 444), Canadá (11 446), Haití (12 314), Jamaica (13 384), Guatemala (14 415), Colombia (14 777), República Dominicana (26 205), Salvador (28 296) y México (115 864). O sea, Cuba pasó del segundo lugar en 1959, al décimo en 2003.

Politización de la cuestión migratoria

Curiosamente, no se le ha dado nunca un carácter político a la cuestión migratoria en el caso de las demás naciones. Por ejemplo, durante el año 2003, Salvador, país de 5,75 millones de habitantes -la mitad de la población de Cuba que cuenta 11 millones de habitantes-, registró tres veces más salidas que Cuba hacia Estados Unidos. Sin embargo, nadie ha utilizado nunca ese factor para calificar al régimen político de Salvador de totalitario. Asimismo, República Dominicana, con sólo 8,5 millones de habitantes, registró el triple de salidas con relación a Cuba. Jamaica, con apenas 2,6 millones de habitantes, o sea, cuatro veces menos que la población total de Cuba), registró más salidas hacia Estados Unidos que Cuba. Haití, cuya población se eleva apenas a 6,8 millones de habitantes (la mitad de la población cubana), produjo más emigración hacia Estados Unidos que la mayor de las Antillas. Agreguemos a esto que en el caso de los países mencionados no existe ninguna ley estadounidense de ajuste y que no están sometidos a ningún tipo de sanciones económicas. A pesar de ello, nadie se ha atrevido a utilizar el argumento de la emigración para calificar a las autoridades de esos países como regímenes dictatoriales.

Todo ello demuestra simplemente que el argumento migratorio no es válido cuando se trata de presentar a Cuba como un país cuya población está tratando de huir. A pesar de todo, la prensa occidental sigue utilizándolo, lo cual demuestra a su vez que su objetivo no es otro que la estigmatización ideológica del país.


Salim Lamrani
Periodista, investigador de la Universidad Denis-Diderot en París y está especializado en las relaciones de Cuba y Estados Unidos.


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Salim Lamrani*

Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos.

 lamranisalim@yahoo.fr

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