Una vez más retomamos este asunto, que venimos argumentando y defendiendo desde hace diez años; tanto en nuestro desempeño profesional como en artículos y declaraciones. Al respecto, pueden ser consultados, entre otros, los siguientes escritos: "Chávez, ¿nacionalizar la banca? (http://www.aporrea.org/contraloria/a88712.html); "No, camarada; un solo banco, y sobra" (http://www.ciudadccs.info/2009/12/no-camarada-un-solo-banco-y-sobra/) y "Presidente Chávez: una vez más, la Banca Pública" (http://www.aporrea.org/contraloria/a125534.html); y lo retomamos porque está de nuevo en el tapete, con propuestas contrarias; una que tímidamente apunta a una "disminución" del número de bancos del Estado, pero que a la vez propone otro; y otros tantos proyectos e intereses par que se sigan creando bancos del Estado, que por lo visto, todo ministerio, sector, gremio y colectivo que se precie, quiere tener "su" banco, y Olé.
Este planteamiento serio no lo hacemos por capricho, sino por las obligatorias eficacia y eficiencia que debe alcanzar un Estado de cualquier signo político y, más aún, un estado en vías al Socialismo; que dichas cualidades: eficacia (logro de los objetivos) y eficiencia (mayor rendimiento de los recursos) son de mayor urgencia en un Estado que maneja los fondos de toda la Sociedad y que busca alcanzar el mayor beneficio para el colectivo, como bien preconizó siempre Ernesto "Ché" Guevara, y fue el reconocimiento y el mandato de nuestro Comandante Eterno, Hugo Chávez, luego de su postrer triunfo electoral en vida: Eficacia y eficiencia.
Con el poquito de formación de nuestros estudios y la experiencia que nos dan los 42 años de experiencia relevante en las áreas bancaria y financiera, tanto en la banca privada como en la pública, incluyendo el BCV; ámbitos en los cuales desempeñamos cargos de muy alto nivel técnico; sostenemos que NO es eficaz ni mucho menos eficiente que ningún dueño de bancos, mucho menos el Estado venezolano, mantenga diversos bancos, ninguno de los cuales es ni eficaz ni es eficiente; y que no se justifican para un fin que puede y debe hacer mejor un único banco público.
Afortunadamente nuestra ley en materia bancaria contempla desde hace años la figura del "banco universal", ente que, como su nombre lo indica, puede ejecutar todas las actividades del ramo; lo que antes legalmente no se podía; lo que no fue impedimento para que participáramos a comienzos de los años 80 del pasado siglo, en la exitosa fusión operativa de los diversos bancos especializados que conformaban el para ese entonces mayor grupo bancario privado.
Luego, hace 10 años, un ministro de Finanzas nos consultó sobre qué era un banco del Tesoro, a lo que le contestamos que era un concepto ya superado, de hace al menos un siglo, y que era un banco exclusivo para recaudar los recursos fiscales y realizar los pagos del Estado, cosa que en pasada época hacía un banco privado; pero que ya en pleno siglo XXI no se justifica.
Yendo a una comparación necesaria con un Estado muy cercano a Venezuela, como lo es Brasil; le dijimos a ese Ministro de Finanzas que O Banco do Brasil es el único banco público que mantiene el Estado brasileño, que realiza todas las operaciones bancarias posibles.
Visto en cifras, O Banco do Brasil, como único banco público de ese país, al cierre del primer semestre de 2014 manejaba depósitos totales del Estado y del público en general, incluyendo operaciones de mercado abierto, por US$ 411 mil millones; y mantenía una cartera de créditos, incluidos los inmobiliarios, por US$ 325,3 mil millones, para una envidiable intermediación financiera del 80%.; todo ello a través de 5.490 agencias directas y 18.992 centros operativos delegados en comercios; un total de más de 24 mil centros de atención al público para un total de 61,57 millones de clientes.
Hablando sin tapujos, lo primero que hace alguien que tiene un banco al adquirir otro, es fusionarlos lo más pronto posible. Que el Estado tenga muchos bancos ineficaces e ineficientes (unos más que otros; pero todos insuficientes, aún considerados como el conjunto que NO son) bajo la falsa premisa de que cada uno es para un propósito o un sector específico de la población; además de ser irreal e indeseable; es tan poco perspicaz y antieconómico como que alguien tenga un automóvil sólo para llevar a sus hijos al colegio; otro automóvil sólo para luego trasladarse al trabajo; otro automóvil exclusivamente para ir de compras; otro automóvil sólo para pasear y así sucesivamente; esa es la realidad.
En el detalle de nuestros artículos citados al comienzo de este escrito; explicamos que cada banco necesariamente tiene que tener un extensa área de apoyo, necesaria pero que no es atinente a las operaciones bancarias; y esa área de apoyo tiene que ser mayor, por distintas leyes, en los bancos del Estado, y necesariamente dicha área de apoyo es proporcionalmente mayor en los bancos pequeños, como tiene que ser todos banco nuevo; y fijémonos en que el ahora Banco de Venezuela, antes privado y adquirido por recomendaciones nuestras por el Estado en el año 2009, en más de 120 años de existencia apenas tiene algo más de 400 agencias.
Es claro que cada banco del Estado, si es pequeño, y todos lo son para las necesidades del propio Estado y del público en general; trata de crecer, proceso que es muy lento y bastante costoso; y extremadamente ineficiente porque cada banco público pone en funcionamiento las nuevas agencias en las mismas ubicaciones geográficas del resto de los bancos públicos, con el agravante de que cada uno funciona de manera autónoma e inconexa; y todos terminan "compitiendo" contra los intereses de su propio dueño; la sociedad en pleno, que los posee a través del Estado. Bastante hemos presenciado agencias bancarias contiguas de dos o más bancos del Estado, alguna de ellas que no se da abasto para atender a sus clientes, y la(s) otra(s) con escaso público.
También pronosticamos, y así ocurrió, que la creación por cuarta vez en la historia de Venezuela, de una banco público exclusivamente agrícola, sólo lograría canibalizar (quitarle, absorber) la excelente cartera agrícola que para ese entonces todavía mantenía el extinto Banfoandes; el cual hubo de ser disuelto y su sucesor está dedicado casi exclusivamente a la adquisición de títulos. Ahora, el BAV está impedido por Ley para recibir depósitos de público, lo cual agrava la situación en esa materia.
Y lo mismo ocurre con los llamados bancos "especializados", los microfinancieros, incluyendo el Banco de la Mujer; a cuyo loable propósito no nos oponemos; pero es un hecho de que esos bancos al no poder recibir depósitos del público quedan dependientes de un insuficiente aporte presupuestario; lo que les impide crecer, y dado que tienen que dar condiciones crediticias especiales en tasa y plazo; están condenados a ser crónicamente pocos eficaces e ineficientes y deficitarios por naturaleza.
Al respecto, lo primero que se obvia es que en este sector, como en muchos, opera la economía de escala, ya que mayores volúmenes de operaciones no conllevan un crecimiento en la misma proporción en los procesos sustantivos y mucho menos en los procesos de apoyo, los cuales son redundantes si se tienen varios bancos de menor tamaño.
Además, en la masa de recursos que maneje un banco público único; el mismo podrá destinar una suma mayor, proveniente del público, para la atención de los créditos y microcréditos especializados, incluidos los créditos a la mujer, a los trabajadores, a los jóvenes, al primer empleo, a la vivienda, a los transportistas, etc.; sin afectar el presupuesto y con mucha mayor eficacia, y lo más importante, con tasas preferenciales que se cubrirán no con cargo al presupuesto del Estado, sino con lo devengado por el resto de los créditos industriales, comerciales y de consumo concedidos a tasas regulares; es lo que se denomina "subsidio cruzado", donde un sector de la población sufraga los costos de atender a otro sector más necesitado.
Adicionalmente, la tecnología de información de hoy posibilita el adecuado control de bancos de gran tamaño, y al tener el Estado un solo banco donde, por ley, mantenga todos sus fondos, sean de la naturaleza que sean, se gana en control también de la Tesorería Nacional, la cual pasaría a ser, de hecho, la tesorería del banco público único.
Mención particular merece el hecho negativo de que toda la banca, toda, pública y privada ha venido restringiendo hasta la exasperación, los montos que atiende por las propias taquillas; pero también por los cajeros automáticos, cuando los mismos están accesibles y operativos; aspecto que por cierto para nada mencionan los opositores políticos abiertos y los "tirapiedras" de algunas páginas otrora de izquierda; que se quejan indebidamente del "aberrante" y "violador de los derechos humanos" sistema de identificación antropométrica (captahuellas); cuando los bancos los están restringiendo mucho más y, peor aún, sobre el dinero que es de los depositantes, no de los bancos; pero que se entiende que las restricciones en el retiro de efectivo son para que haya mayor posibilidad de acceso al efectivo.
Está otro punto relativo a este asunto, y es lo que algunos plantean como la estatización de la banca en su totalidad, Esa estatización, en nuestro concepto no debe ser compulsiva, salvo para los depósitos de los órganos y entes del Estado, cuya tercera parte está hoy todavía en manos privadas. Los depósitos de los particulares serían captados en sana competencia por un único banco público, como proponemos, si ese banco tiene el mayor número de agencias ubicadas en todo el territorio nacional, cuenta con tecnología de punta y que funcione sin fallas, ofrece todos los servicios bancarios bajo una plataforma uniforme y presta una atención esmerada al público en general y, como incentivo adicional, tiene la garantía implícita de ser un banco gestionado por el Estado.
Tales cualidades no es mucho pedir; apenas lo mínimo para una entidad bancaria pública. Aunado a ello, ese banco único debe conceder créditos en cuantía suficiente a tasas menores a la competencia privada, ya que la eficiencia garantizada por su economía de escala y el hecho de que su fin no sería maximizar la ganancia del accionista, sino apoyar las política públicas del Estado, le permitirían tener menores costos que los múltiples e ineficientes bancos públicos hoy existentes y tener una gestión con saldo positivo, sin utilidades excesivas, pero tampoco con pérdidas crónicas, o que sus "utilidades" provengan de intereses cancelados por otros entes del Estado, es decir, que no hay utilidad neta real, como es el caso de bancos públicos actuales.
Bajo tales condiciones, el banco público único lograría la estatización de la mayoría de los depósitos de los particulares, simplemente porque esos depósitos migrarían al nuevo banco por voluntad de los mismos depositantes. Además, dado el tamaño del banco propuesto, que deberá proponerse como meta manejar al menos el 50% del total de depósitos del país (si la fusión se hace ya, con todos los bancos públicos, se alcanzaría el 33%), las tasas activas y pasivas más favorables que fije se convertirían en las tasas marcadoras del mercado, se impondrían a la competencia. Queda entendido que el porcentaje mínimo deseable de intermediación sería de un 65%, el cual es alcanzado y rebasado por los bancos privados medianos y grandes mejor gestionados. Hecha la comparación, en el caso venezolano, un único banco público no será eficaz ni eficiente sin tener al menos 4 mil centros de atención al público; y no menos de 12 mil cajeros automáticos; cifras que sólo se podrán alcanzar si se comienza por fusionar todos los bancos públicos hoy existentes, todos, y se desiste de seguir creando banquitos.
Todo lo que arriba detallamos sobre la eficacia y la eficiencia no es una mera opinión nuestra, ya que el propio Ejecutivo Nacional, a través de de la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario (SUDEBAN), ente legalmente competente para ello; sostuvo en la G.O. 39.325 del 10-12-09, que las fusiones bancarias "implican el reforzamiento patrimonial y operacional de las instituciones financieras", "las instituciones bancarias con una mayor estructura patrimonial, detentan implícitamente mejor potencial operacional", "las fusiones de instituciones financieras deben materializar efectivos mecanismos que promueven mayor grado de eficiencia en el funcionamiento del Sistema Financiero, como por ejemplo la disminución de los gastos administrativos y de gestión (subrayado nuestro), "la fusión de entes financieros puede promover la mejoría en el nivel de atención a los usuarios y depositantes, al ampliar el rango de oficinas y puntos de atención" y que "las instituciones financieras que se originen por fusión de dos (2) o más entidades bancarias, pueden condicionar la ampliación de su cobertura patrimonial y mayor nivel de seguridad ante los riesgos originados en la actividad bancaria".
Iguales consideraciones publicó SUDEBAN en la G. O. 39.329 del 16-12-09; cuando afirmó que con la fusión de varios bancos " se potencia la red de ventas y la red de agencias con cobertura nacional, se contribuye al mejoramiento de los índices de capitalización, se solidifica el liderazgo en el segmento del mercado, se alcanzan ahorros importantes por sinergia en gastos de transformación, se consolidad la imagen en el mercado y se contribuye con la reducción del número de instituciones financieras, lo que fortalece el sistema al contar con entidades bancarias con mayor solidez y base patrimonial".
Por el contrario, nuestra experiencia nos ha enseñado, y debemos decirlo, que entre los incentivos negativos entre algunos y algunas propulsores o defensores de la multiplicidad de bancos del Estado y que siguen proponiendo crear otros más, están el siempre presente tema de las comisiones por colocaciones, vicio de toda la vida (lo conocimos hace 42 años) y que no se acabará hasta que no haya un único Banco del Estado y por ley todos los fondos del Estado, de cualquier origen y destino, sólo puedan estar en ese único banco; el ego de todos los ejecutivos y las ejecutivas de cada banquito; la posibilidad de decidir "autónomamente" o con menos controles sobre las operaciones de cada banquito; la posibilidad (obligatoria, por lo demás) de nombrar a la gran cantidad de cargos ejecutivos y medios de cada banquito, sea cual sea el tamaño del mismo; la "automática" concesión de tarjetas de crédito para todo el personal, y la tan humana tendencia anti socialista a favor del grupalismo y el gremialismo.
Por cierto, la Junta Directiva del único banco del Estado, deben estar integrada por representantes de las distintas Vicepresidencias y de ministerios clave para el desarrollo económico y social y también del Poder Comunal; y las decisiones sobre las operaciones deben, necesariamente, obedecer al Plan de la Patria y a los objetivos generales del Estado.