Sin lugar a dudas, los deseos de paz y amor siempre serán bienvenidos. De allí que el mensaje enviado por el papa Francisco, el viernes pasado, desprenda hacia su Santidad un también sincero gesto de agradecimiento del pueblo venezolano.
Pero, no con ánimos de disminuir la palabra ni la indiscutible buena intención del argentino, para despejar algunas entrelíneas que pudiera dejar el texto leído por Aldo Giordano, embajador del Vaticano en Venezuela y a fin de evitar generalidades, es necesario precisar ciertos términos de esta "santa" misiva.
"No hay que tener miedo a la paz", señala el máximo jefe católico, y uno se pregunta: ¿con quién fue eso? ¿con Venezuela? Que sepamos, Venezuela no ha asumido posturas cobardes en ese sentido. ¿Fue entonces con el gobierno de Nicolás Maduro?, pues, sería injusto porque con revisar las declaraciones y exhortaciones hechas por el Presidente hacia la paz y el diálogo sería suficiente para percatarse de que no es precisamente miedo lo que ha mostrado el jefe de Estado al momento de tocar el tema.
Inmediatamente, Francisco nos recuerda que "la convivencia, el diálogo, la reconciliación y la unión no son una derrota o una pérdida sino una victoria", y uno se ve obligado a repetirse la pregunta: ¿con quien fue eso? Nuestra inquietud es válida porque quienes apelan al terrorismo no son las mujeres ni los hombres favorecidos por el voto popular y quienes dieron matarile al diálogo tampoco fueron ellas ni ellos precisamente.
La razón le asiste cuando califica de victoria a la unión pero todas y todos sabemos quiénes los niegan rechazando, saboteando y torpedeando los planes y políticas sociales de la Revolución, además de llamar irresponsablemente a la toma de las calles el próximo cuatro de octubre.
Pancho Bergoglio conoce lo que sucede en Venezuela porque bolsa no es pero esos mensajes así, con ese estilo, lo hacen deslucir. Cualquier mal pensado creería que Jorge Mario (su nombre real) está cuadrado con la derecha, lo que obligaría a persignarse y bañarse con agua bendita.
¡Chávez vive…la lucha sigue!