Parte I (¿Será que perderemos nuestra Revolución?)
Para el momento en que escribo estas líneas, la torrencial lluvia que cae en los cielos caraqueños me recuerda el Cordonazo de San Francisco, en el último acto público del Gigante de Sabaneta, con el que cerró la campaña para su reelección presidencial correspondiente al período 2013-2019, hecho que se concretaría tres días después con 8.136.637 votos a su favor.
Es imposible olvidar como esa lluvia bendijo el alma alegre y combativa del pueblo chavista que desbordando siete avenidas de Caracas respaldó al Comandante Eterno y juró conquistar la victoria y la continuidad de la Revolución Bolivariana.
Hoy, ese juramento sigue firme en el corazón de la mayoría de los venezolanos y las venezolanas que construyen la Patria Socialista, libre y soberana.
También me cargo de este tiempo histórico en este día, también en este 4 de octubre, pero de 1892, falleció el precursor del romanticismo y el modernismo en nuestro país, Juan Antonio Pérez Bonalde, quien nunca dejó de admirar el brillo de su Patria, que ahora más que nunca, ilumina los rostros de quienes como él, aman esta tierra caribeña de destellantes colores.
Son 122 años de que ocurrió tan lamentable acontecimiento, pero en el que el pueblo venezolano rinde homenaje a este insigne escritor, autor del poema “Vuelta a la Patria”, que entregó su más preciado tesoro, pese a la distancia, a su mayor amor: Venezuela.
También hoy es el Día Interamericano de la Radiodifusión porque un 4 de octubre de 1946, se reunió en México el primer congreso de radiodifusores privados de América. A 68 años de este evento, la Revolución Bolivariana impulsa una comunicación inclusiva, democrática y responsable que a través de las radios comunitarias permite escuchar las voces de ese pueblo que lucha por sus comunidades y trabaja para construir una sociedad más justa.
También un día como hoy, un 4 de octubre, pero de 1982, en Cantaura, Estado Anzoátegui, fueron asesinados despiadadamente por efectivos militares y de la entonces DISIP, 23 jóvenes integrantes del Frente Guerrillero Américo Silva.
Treinta y dos (32) años de esta vil masacre, pero en la que los venezolanos y las venezolanas rendimos tributo a estos héroes y heroínas que fueron víctimas de un modelo de Estado represor, que yace en el oscurantismo de la historia, y que gracias al surgimiento de la Revolución Bolivariana hoy se escriben páginas gloriosas de luchas, batallas y de victorias para la juventud revolucionaria.
He querido iniciar el presente escrito recordando la historia de nuestro país, porque la batalla que libramos en nuestro país tiene un tiempo bastante largo. Porque nosotros venimos de lejos, esta batalla nuestra es larga, esta batalla nuestra tiene más de 500 años en esta tierra, y algunos pretenden que olvidemos eso.
Pero, como dice un refrán popular: “lo prometido es deuda”. En medio de las lágrimas y el dolor por nuevos caídos de nuestra causa revolucionaria, el mejor homenaje que le podemos dar es no aminorar la marcha victoriosa de nuestro proceso revolucionario. A Robert, a María y a todos los que han caído por un ideal de creer en el socialismo, les regalo este fragmento de alguno de los escritos de Walt Whitman: “Y en cuanto a ti, muerte, y a tu amargo abrazo destructor… es inútil que pretendas asustarme”.
Ante el momento difícil que afronta la Patria de Bolívar y Chávez, por los que pretenden restaurar el capitalismo, y sus groseros privilegios, es que me motivé a escribir este artículo. No era mi intención, de ninguna manera, sembrar dudas ni incertidumbres sobre nuestro proceso revolucionario, por lo que algunos me expresaron a través de diferentes vías. Me agrada titular a veces a modo de interrogante o de pregunta, a los fines de incentivar el debate y la construcción colectiva.
Nuestro proceso revolucionario, nunca ha estado exento de amenazas y ataques, ni en vida del Comandante-Presidente Supremo y Eterno Hugo Chávez, como el de Nicolás Maduro, su hijo y sucesor, al cual no le ha tocado una tarea nada fácil, y mi idea con esto era mostrar los errores y fallas que hemos cometido, pero para generar los correctivos y seguir avanzando, profundizando y consolidando la Patria Bolivariana, la Patria Socialista, la Patria Chavista.
Tal y como están expresadas en nuestras líneas de acción política de nuestro Partido Socialista Unido de Venezuela, los próximos dos años serán cruciales para la Revolución Bolivariana. Así debe asumirlo la militancia y la dirigencia del PSUV y de nuestros aliados. Lo que está en juego es la posibilidad de avanzar en la profundización democrática de la sociedad venezolana para seguir abriendo los caminos hacia el horizonte socialista o retrogradar al pasado del oscurantismo capitalista que impusieron el Imperio y la burguesía al pueblo de Simón Bolívar.
En este instante, el Imperio y sus lacayos trabajan por restituir el orden neocolonial de dominación. La Revolución Bolivariana y los gobiernos democráticos y populares reunidos en la Alianza Bolivariana para Nuestra América (ALBA) han sido amenazados directamente por la ultraderecha norteamericana, las fuerzas de ultraderecha a nivel mundial y por los terroristas del fascismo latinoamericano, en el encuentro denominado “Peligro en Los Andes”, realizado el 17 de noviembre de 2010, en el Capitolio Federal de los Estados Unidos.
El triunfo electoral de la Revolución Bolivariana en diciembre de 1998, y su posterior avance, se produjeron por encima de muchas de las estructuras partidistas entonces existentes, tanto de derecha como de izquierda, casi todas atravesadas por la “cultura capitalista” de apropiación y uso del poder político, cuyo origen es el modelo rentista petrolero que penetró el alma nacional.
Esta “cultura capitalista” se expresa en el hecho de considerar que pertenecer a un partido equivale a “invertir” en él, a través de sus contribuciones financieras o con su trabajo militante, y que esa “inversión” debe ser “recompensada” o “remunerada” con puestos,
cargos, prebendas o influencias en el Estado, en el terreno de los negocios o en el mismo partido.
La fortaleza de la Revolución Bolivariana se sustenta, en buena medida, en la voluntad del máximo liderazgo de la Revolución, de enfrentar esta “cultura capitalista”, favoreciendo el contacto directo con el pueblo, interpelándolo, pero sobre todo dejándose interpelar por él, convirtiéndose en una suerte de intérprete de las demandas y las aspiraciones populares, dándole voz a los que nunca la tuvieron y haciendo visibles a los invisibles, a los marginados, a los olvidados y explotados.
Sin embargo, a pesar de haber logrado preservar el Ejecutivo Nacional luego de la desaparición física de Hugo Chávez y conservado importantes espacios en Alcaldías y Concejos Municipales, los últimos resultados han puesto en evidencia algunas fallas en el funcionamiento del PSUV y su vinculación con la base social de apoyo a la Revolución.
Entre las posibles causas de esta situación, podemos verificar, en mayor o menor medida, algunas actitudes o desviaciones características de los partidos tradicionales, tales como el burocratismo, el oportunismo, el sectarismo, el nepotismo y el gradual alejamiento de la base social bolivariana, resultantes de la persistencia de la “cultura capitalista” en el seno de la sociedad.
Esta cultura es reproducida a lo interno del Partido, y se expresa en que algunos sectores lo conciben como un medio para el “ascenso social” de los y las militantes con responsabilidades de dirección a distintos niveles. Algunos camaradas se consideran líderes absolutos e indiscutibles en sus espacios, y asumen la discrecionalidad de excluir del Partido, y hasta de la Revolución, a quienes se atrevan a diferir o a disentir de ellos y ellas.
De acentuarse este tipo de comportamiento, el PSUV podría terminar convertido en un partido/iglesia, una suerte de “guía de las masas incultas”, que considera a sus militantes y a las diversas formas de organización popular como simples correas de transmisión de la línea indiscutible de los nuevos “sacerdotes”. De seguirse este camino, estas prácticas debilitarán la base social de apoyo a la Revolución Bolivariana.
Por haberse decidido que la Revolución Bolivariana alcance y se mantenga en el poder a través de la vía electoral, el año que viene tenemos unos muy importantes comicios parlamentarios, los cuales debemos salir bien librados, porque nos jugaremos en buena medida, el destino de nuestra Revolución, y tal y como lo señale en la primera entrega de este dossier, he recuperado el artículo escrito hace cinco años por el embajador Roy Chaderton titulado: “¿Y si perdiéramos las elecciones?”, y el cual pueden leer completo a través del siguiente link (¿Y si perdieramos las elecciones...?). Me permitiré transcribir los fragmentos que pienso tienen total vigencia para nuestro momento político actual, con adaptaciones hechas por este humilde servidor:
“Podríamos perder si no revisamos, rectificamos y reimpulsamos radicalmente. Fidel dijo una vez que el entonces Presidente Chávez no podía ser el Alcalde de todos los pueblos de Venezuela. Tampoco puede saber todo lo que pasa ni hacerle seguimiento a todas sus instrucciones. Así es entendido por los funcionarios públicos y militantes de la Revolución que atienden bien su parcela burocrática, partidista o social para mejor servir la causa del socialismo y la democracia. Tenemos cuadros bien preparados y comprometidos con la Revolución que cumplen su compromiso con el Pueblo, acompañándolo solidarios a un futuro de justicia social, democracia y paz; pero otros, incrustados en el Proceso Bolivariano disfrutan las mieles del poder, subestiman a los trabajadores o abandonan a sus compatriotas humildes y en su autismo revolucionario no escuchan la voz de la calle. Por eso, por ejemplo, aún vemos colas de ancianos obligados a caer en las garras de un gestor o tener que madrugar para coger un número.
Entonces, obligados a enfrentar un serio problema de cuadros y valores éticos, cuando identificamos un funcionario competente y honesto a la vez, nos malacostumbramos a utilizarlo simultáneamente en el Gobierno y en el PSUV con el riesgo de que “se nos quemen los dos conejos”, hasta que aprendamos que no necesariamente un buen activista hace un buen administrador ni viceversa, y que no hay que confundir camaradería con encompinchamiento.
El primer gran logro de la Revolución Bolivariana fue la dignificación de los excluidos, con normas constitucionales que blindan el valor de la dignidad de la persona humana y consagran el bien común. Así, tras quince años de revolución, entre incontables logros, nuestro Pueblo es hoy más culto, está más alerta y se expresa mejor que antes de Chávez porque está mejor educado y también gracias a un intenso debate político que lo ha llevado a tomar la calle por sus derechos; sin palos, machetes ni fusiles; blandiendo sólo un mágico librito azul…
No es poca cosa, como diría Cristina Kirchner, pero la exaltación de los derechos ciudadanos y las grandes conquistas sociales y políticas no son una fuente inagotable ni segura de apoyo popular o de votos, ni el prestigio del Presidente es necesariamente endosable a los Partidos que lo respaldan. El Pueblo se acostumbra rápido a lo bueno: democracia participativa, Barrio Adentro, educación para todos, Mercal y las otras Misiones, consejos comunales, libertad de expresión extrema, medios alternativos, TELESUR, explosión cultural, ferrocarriles, represas, autopistas, crecimiento agroindustrial y petroquímico, hospitales, sistemas de Metro, diversificación de socios, satélites, seguridad social, protección a los niños y ancianos, medios alternativos, funiculares, turismo popular, grandes estadios, triunfos deportivos, política energética soberana, diplomacia audaz, mundial y exitosa, etc., pero ya millones de beneficiados olvidaron o ignoran que las nuevas conquistas populares eran sólo un sueño para los excluidos hasta hace diez años. Hoy son un derecho adquirido y el Pueblo, con toda razón, exige más y mejor; por eso castiga en las urnas electorales los errores mayores, la negligencia y la corrupción.
La solidaridad y la participación marchan muy bien, pero los valores éticos y cívicos claman por refuerzo. ¿Será quimérica una Venezuela sin consumismo ni sobornos, con una oposición patriótica, sin delincuencia extendida ni empresarios parásitos y especuladores; con libertad de expresión e información veraz, sin difamación, con adulantes bajo control; sin baches ni desagües obstruidos, con una jerarquía eclesiástica cuadrada con los pobres, con construcciones bien terminadas, con una capital humanizada y bien cuidada, sin casinos ni colocaciones bancarias oficiales fraudulentas, donde los autobuses no tomen ni bajen pasajeros en las esquinas, donde la gente use las pasarelas y no bote basura en la calle o en las quebradas; sin contratistas o intermediarios civiles o militares que aligeren trámites o “resuelvan” y repartan, etc. “Detallitos”, entre muchos más, que todos los venezolanos tenemos que asegurar para vivir cada vez más libres y mejor bajo la revolución.
Aterrorizan los supermilitantes manganzones y corruptos camuflados de rojo, para sacar provecho de nuestro Proceso. Sectarios y excluyentes, ahuyentan a muchos venezolanos indecisos e incluso comprometidos. Aterrorizan los neoburgueses burócratas enamorados de su propia importancia, que no reciben ni responden a quienes están obligados a servir, mientras con gestos halagadores procuran una miradita de aprobación desde las alturas; como a quienes se les ocurrió la “revolucionaria” idea de que no habría estación de Metro para Las Mercedes en Caracas, pasando por alto que los ricos no llegan allá a los restaurantes de lujo en transporte público, por cierto muy deficiente, sino en sus propios carros y que esa estación sería ideal para los trabajadores de la zona y para los pacientes del centro médico gratuito “Salvador Allende”. Además, para colmo, hay que calarse a unos cuantos gorrones internacionales que se cuelan entre los miles de generosos camaradas y compañeros que nos apoyan en todo el mundo. Nuestros compatriotas cubanos ya sufrieron esta experiencia con el llamado “turismo de izquierda o de solidaridad”.
En ocasiones parece que tuviésemos carencia de contraloría social y abundancia de chismosos y acusetas. Atemoriza cuando nos empantanamos en intrigas chavistas, hasta el extremo de que “entre bomberos sí se pisan la manguera”. Así, sucesivos cambios de autoridades oficiales arrastran “masacres” de sus colaboradores; absurdo que hizo escribir a uno de los personajes más respetados de nuestro Proceso: “¡Parece que hubiera ganado Rosales!”. En ese micro clima fértil a los valores de la ultraderecha neoliberal está brotando el imposible histórico de un chavismo sin Chávez; pero jamás de un chavismo sin reales.
La corrupción nos preocupa y nos ocupa; pero la inseguridad, primera preocupación nacional, afecta más al Pueblo pobre y a la clase media. Las clases media alta y alta gozan de vigilancia privada, protección electrónica, guardaespaldas y escapaditas al exterior. Entretanto, la muerte no es un albur sino una lotería con todos los números para los trabajadores, porque cualquier día a cualquier hora, al subir un cerro o bajar una quebrada, puede sorprenderlos indefensos. De allí que una receta segura para perder elecciones es extrapolar a la revolución el perverso concepto neoliberal de que el mercado lo compone todo, con la ingenua creencia de que la mano invisible de la justicia social, por sí sola, acabará con la delincuencia.
Podríamos perder las elecciones parlamentarias no por impensables aciertos de nuestra uribista oposición, encompinchada con la ultra derecha extranjera e imperial, sino por nuestras limitaciones para comunicar los aciertos de la revolución, así como la reluctancia a admitir y rectificar nuestros errores o castigar a los culpables de destrozos oficiales. En verdad, el daño mayor que nos ha causado esa antipatriótica oposición es aturdir nuestra capacidad autocrítica, porque de tanto que nos ha difamado no le creemos cuando denuncia nuestros errores ciertos. El ejemplo de los inaceptables retrocesos y desmantelamientos en nuestros sensacionales avances en el sistema de salud pública llama a la ira colectiva.
Ya es hora de que cada uno asuma sus propias responsabilidades; es una sinvergüenzura contrarrevolucionaria que pusilánimes y perezosos esperen cómodamente a que el Presidente se entere y actúe. Ya es hora de que algunos personajes con poder oficial hablen de política, de socialismo, den la cara con su nombre y apellido y corran riesgos por nuestro proceso.
Ya perdimos un referéndum en el 2007 por una farragosa oferta e incapacidad para desmentir las falacias desestabilizadoras sobre la propiedad privada, la educación, la integridad familiar y la escasez, que ya por cierto comenzaron a reciclar para las próximas elecciones. Es el veneno inoculado por la canalla mediática entre los segmentos más frágiles y manipulables de nuestra clase media y popular que votaron contra nosotros. Al propósito, asumamos la reflexión de Fidel cuando señaló que en Venezuela no puede haber cuatro millones de oligarcas.
Si ahora Venezuela es de todos, tenemos que estar al alcance de todos y comprometidos para alcanzar a todos.
Nuestro país es como una Orquesta con un gran Director, a quien tenemos que acompañar sin desafinar. Las disonancias echan de la sala al público que estamos obligados a atender, conservar y comprometer con una buena ejecución. La música atrae, no separa; es armonía, no gritos, pero a veces gritamos tanto que no nos pueden escuchar.
La golpista oposición que con un potencial del 40% del electorado se retiró de las elecciones para la Asamblea Nacional dos días antes del evento, en espera de los marines, podría ponerse más inteligente y prepararse para las elecciones del 2015, dirigida por el Imperio, la dictadura mediática y Uribe, además de animada por sus triunfos regionales previos, con la ventaja de que el portaaviones Chávez no está con nosotros físicamente. Entonces podría ocurrir ¡Dios no lo quiera!, que si gana la oposición unida, aunque sea por un punto como en el 2007, terminaríamos en la bochornosa situación de además de cornudos, apaleados.
¡Que vergüenza ante nuestro Pueblo y ante los pueblos del mundo, si una revolución histórica como la bolivariana, llegase a fracasar por culpa de unos cuantos corruptos e incompetentes que se pretenden inmunes e impunes ante la Justicia; sin dar tiempo al surgimiento de la mujer nueva y el hombre nuevo!.
En el supuesto, ojala negado, de que en consecuencia perdamos las elecciones parlamentarias del 2015 ante una oposición unida con el apoyo financiero y mediático de la escoria global, ¡olvídense! de que habrá una transición democrática civilizada y que un nuevo gobierno también democrático procederá a rectificar errores heredados y a reconciliar a los venezolanos polarizados, mientras los perdedores nos depuramos y preparamos la batalla democrática para recuperar el poder seis años después.
Envenenado y manipulado por los medios de ultraderecha, con el apoyo de sus amos internacionales, un escualidísmo triunfante comenzaría por desmantelar, luego reprimir y finalmente vendría a matar. Los represores y pelotones de linchamiento serían azuzados, entre otros, por los criminales querrequerres de Globovisión, RCTV y El NAZIonal pero, en una mueca de ironía, podría ocurrir que tuvieran más posibilidad de sobrevivir “nuestros” corruptos por haber imbricado oportunamente sus intereses con los corruptos de la Cuarta República y la “Sexta”. Todo esto es fantasía, hasta ahora, pero si no cumplimos con las RRR; por ahora…
Entonces perderíamos la patria y el socialismo: sólo nos quedaría la muerte.
En ese supuesto indeseable más que una estupidez sería un crimen.
Por eso, no podemos optar entre vencer o morir…
¡NECESARIO ES VENCER!”
CONCLUSIONES:
1.- Esta segunda entrega, un tanto extensa, ha pretendido complementar la primera parte de ésta, en donde este humilde articulista trató de hacer un esfuerzo de desmontar algunas matrices de opinión que ruedan por allí, pero a la vez reconocer errores y fallas que no podemos ocultar y que hemos cometido.
2.- Cuando me definí como chavista y no como madurista, lo aclaro porque en primer lugar, todas y todos los que apoyamos la Revolución Bolivariana, somos hermanos en Hugo Chávez, además de eso, el mismo Presidente Nicolás Maduro, el 18 de mayo de 2013, en un acto en Barinas expresó que “El Madurismo no existe ni va a existir”. Transcribo las palabras del Presidente Maduro: "…los están preparando para que salgan a decir que el chavismo se murió y que esto es no sé qué cosa. Una de las trampas es decir que ahora existe el madurismo, aqui no hay madurismo, no existe ni va a existir, es chavismo, bolivarianismo, socialismo. No nos dejemos entusiasmar por cantos de sirena falsos". También tengo muy claras las instrucciones del Comandante Eterno Hugo Chávez el 8 de diciembre de 2012, respecto al apoyo que debemos darle a Nicolás Maduro, quien es chavista como yo.
3.- El proceso revolucionario está afrontando una serie de contradicciones y dificultades que no podemos negar. Nicolás Maduro ha tenido errores, desaciertos, fallas que hay que criticarle duramente, ha hecho concesiones con las que no estamos de acuerdo, pero tampoco le podemos negar los esfuerzos, los aciertos, los avances y los logros que ha habido durante su gestión.
4.- En cuanto a mis propuestas para mejorar, pues que cada uno de nosotros desde su trinchera haga lo que tenga que hacer para mantener nuestro proceso revolucionario. Nicolás Maduro ha hecho esfuerzos importantes, se los reconozco, pero él solo no puede con la carga que le ha dejado Hugo Chávez si nosotros como pueblo no lo apoyamos. La unidad del pueblo con su Gobierno, con sus instituciones. La unidad cívico-militar es vital para preservar la Revolución.
5.- Soy un hombre de debates y me gustan las irreverencias y las rebeldías, la crítica y la autocrítica necesaria para la Revolución, pero en ocasiones, pienso que nos invade el infantilismo de izquierda, a veces nos ponemos a pelear por pendejadas cuando la unidad es vital para preservar el legado de Chávez.
6.- Particularmente estoy convencido que NO PERDEREMOS NUESTRA REVOLUCIÓN NI EL LEGADO DEL COMANDANTE CHÁVEZ, pero eso no sólo depende de mí. Y a los que puedan leer este extenso escrito, les pregunto: ¿Dejaremos perder nuestra Revolución? Ahí se las dejó.
¡Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos!
¡Bolívar y Chávez viven, y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!