Saludos de paz y vida compatriotas. Hasta cuando tanta ingenuidad o falta de seriedad para asumir con firmeza la lucha contundente contra el terrorismo, el paramilitarismo, la delincuencia organizada y todas las formas de violencia desarrolladas por la oposición venezolana en filiación con la mafia cubana mayamera y el cartel uribista colombiano. En Venezuela decimos que “guerra avisada no mata soldados y si los mata es por descuidados”, demostrando que la sabiduría popular logra estadios de reflexión, que para muchos “intelectuales” suelen ser elementales, pero que en la práctica, no se atreven a asumir. Ya “estamos picados de culebra”, tengamos presente que la presencia de paramilitares colombianos en barriadas y poblados del país no es un hecho casual. Debemos recordar el plan de magnicidio frustrado del 09 de mayo de 2004 en la Hacienda Daktari, propiedad del cubano anticastrista Robert Alonso, ubicada en un área boscosa cercana a Caracas, en la cual se enconchaban 153 paramilitares que planificaban asesinar al entonces presidente Hugo Chávez Frías. La reacción de la derecha fascista venezolana fue caricaturizar la loable acción de los organismos de seguridad bolivarianos, tildando la acción contra los paramilitares como una simple detención de unos “come cachitos”. Con esa estrategia mediática, se buscó banalizar el plan de magnicidio y callar la implicación directa de políticos y empresarios en la operación paramilitar, entre los cuales se mencionan a Pedro Carmona Estanga, Rafael Marín, Gustavo Zing Machado, Ovidio Poggioli, Liliana Hernández y Jael Contreras Rangel. Un comando élite, del paramilitarismo uribista, realizaría el asesinato de Hugo Chávez durante una cena con banqueros en La Casona, mientras que un grupo comando asaltaría el Palacio Presidencial de Miraflores, otro bloque paramilitar asaltaría el parque de armas del Comando Regional Nº 5 de la Guardia Nacional y en La Carlota, un oficial de la Aviación Militar secuestraría un F-16 para bombardear el palacio de gobierno. Afortunadamente, la puntual intervención de las fuerzas de seguridad bolivariana, impidió tan fatal acción, permitiendo la continuación pacífica del proceso revolucionario, lo cual molesta al Imperialismo Norteamericano y a sus títeres locales que aliados al paramilitarismo colombiano vienen cometiendo acciones violentas y actos criminales, caracterizados por la importación de técnicas abominables no comunes en Venezuela, tales como, el degollamiento de motorizados, las mutilaciones de cadáveres, las torturas, las castraciones y el “corte de corbata”, referido a una incisión a la altura de la garganta que ocasiona el desangrado de la víctima. Macabra reflexión para entender lo que ha venido ocurriendo en el país, con los escalofriantes asesinatos de destacados líderes políticos de la Revolución Bolivariana; como es el caso reciente, del camarada Robert Serra y la compatriota María Herrera, vilmente torturados y asesinados el 1º de octubre en su residencia ubicada en la capitalina parroquia de La Pastora. Abramos más nuestros ojos y veamos esta realidad nacional. No más impunidad. No caigamos en provocaciones, pero hagamos respetar nuestra Patria Soberana. Somos un país amante de la Paz.