Por ahí anda corriendo todavía,después de miles años, esa hipótesis
que propone al hombre,como el único ser viviente en este planeta que
puede transgredir y cambiar por completo, el orden natural de las
cosas,el orden que el universo nos ha impuesto.
Solo hay que salir al jardín o irse al parque mas cercano y mirar al
suelo, para observar como viven las hormigas.O sentarse a ver
televisión y sintonizar uno de esos canales que se dedican al estudio
del comportamiento animal.Sin ir mas alla, solo hay que observar la
infatigable lucha de una simple mosca,que en medio de nuestra
cocina,maniobra como Jet Sukhoi o F-16 , y esquiva nuestros
golpes,hasta que su diminuto cerebro termina burlándose de la
relativa omnipotencia del nuestro, y sale victoriosa por la ventana,
hacia el cielo azul.
Es una lucha por la vida,la que vemos hasta en sus manifestaciones mas
simples y mas diminutas.Es ese miedo al fuego que hace correr en
sentido contrario,luchando por su vida, hasta a las bacterias y a los
virus.
Es también esa lucha de los planetas por no ser devorados por sus
estrellas mas cercanas.O la de las estrellas,por no caer en las fauces
del centro de su galaxia.
Es la vida y la muerte jugando, al gato y al ratón,lo que vemos cuando
cada mañana abrimos los ojos y nos acercamos a la ventana,a recibir
los primeros rayos del sol.
Es ese orden natural en el que los seres humanos somos protagonistas
y que se juega en el campo de la economía,de la política,de la
ideología y de la filosofía,y que nos lleva de la mano casi
imperceptiblemente, hipnotizados,como Hamelin con sus ratones,hasta el
borde de un abismo,en donde algo que comenzó con la esperanza de la
vida,llega a su fin, con el temor a la guerra y a la muerte.
Por eso "...si la naturaleza se opone,lucharemos contra ella..."Simón Bolívar.