INTRODUCCIÓN AL MAESTRO CÉSAR RENGIFO:
…porque el arte y los artistas, son los arquitectos espirituales de una nación, de un pueblo, de su identidad… la inclinación al arte está en el pueblo, en los niños, en los jóvenes. Eso está en la sangre y en la cultura …ellos (los niños) buscan desde el principio cantar y bailar, pintar y entrar en escena ...todo arte viene del pueblo y al pueblo debe volver… yo mismo, vengo del pueblo, a ese pueblo me debo y a él quiero reintegrarme en forma constante…(entiendo que soy parte inseparable de ese pueblo). Así hablaba el artista y pedagogo César Rengifo. Tenía clara conciencia de la urgencia de reintegrar el arte a la vida y la cultura a la naturaleza, restablecer la cadena de la vida para cuestionar de fondo toda conquista, incluso –en buena medida- la conquista de la naturaleza; la estética no debe ser el privilegio de castas, clases y estamentos: o del conquistador de turno… Y cuando el artista desea crear, lo hace en las condiciones más adversas, de mayor derrota. Destaca que en la Guerra Federal, había como 1000 periódicos y en un pueblo analfabeta existían los llamados lectores-colectivos (en un encuentro de oralidad y escritura compartida). El teatro mismo es ya un puente entre oralidad y escritura. Por eso la academia no debe ser extraña a la vida en su conjunto. Se quejaba finalmente el Maestro César de su "desorden" para estudiar y escribir. Pero, es precisamente en su "desorden" donde hay una ruptura constante con la lógica y la disciplina del capital, con la búsqueda de esa piedra luminosa de la creación colectiva y personal, hasta entroncar con la descolonización estética de la nacionalidad y de la Indo-América bolivariana, martiana y caribeña.
Estas temáticas se discuten –con frecuencia- en la Cátedra Libre Intercultural César Rengifo, en colectivos como Fundarte y su Directorio, colectivo Rengifo-Cadenas, Expreso-Arte, Centro Nacional de Teatro, Casa del Artista, Instituto del Patrimonio Cultural, Jau-Jau, Congresos Pedagógicos y otros colectivos culturales y de educadores.
EN EL CONGRESO PEDAGÓGICO NACIONAL
Estamos en el Congreso Pedagógico Nacional del Ministerio del Poder Popular para la Educación, que se celebra en el Liceo Fermín Toro y nos pregunta una de las profesoras en relación al centenario del nacimiento del Maestro César Rengifo decretado por el Presidente Nicolás Maduro:
- Profe: ¿Por qué se oculta tanto el Rengifo Maestro, pedagogo de la liberación y sobre todo el pedagogo comprometido en una descolonización tanto estética como social y política? Hago teatro, me dice. Y es hora de que el teatro viva el momento histórico actual y de respuesta a la crisis. Otros me hablan de la necesidad de leer el país… ¿Qué nos dice ante esto la Cátedra Libre Intercultural César Rengifo?. Esta misma pregunta se la estamos haciendo al Centro Nacional de Teatro, nos replica.
-Tal vez – le contesto- le pueda responder ahora con más tiempo profesora Rosa, porque algunos remiten lo pedagógico sólo a la educación formal y no nos acostumbramos a pensar en una estética que educa y libera, más allá de las aulas, capaz de asumir la dimensión y el compromiso político radical en tanto compromiso revolucionario, pero sin reducir la estética y lo pedagógico a lo exclusivamente político. Y por supuesto, llevando por delante un perfil ético muy claro.
Hay para César distintos niveles de lucha y no sólo el de la política, si bien en todos los terrenos se expresa lo esencial de lo político, de los intereses materiales y espirituales en juego donde existen antagonismos sociales. César sabía que todo arte viene del pueblo y al pueblo debe volver; y vuelve, de hecho, en su creatividad, en él mismo como sujeto educativo, con la misma pedagogía de los pueblos, no sólo en el lienzo de caballete, sino yendo más lejos en el gran mural a cielo abierto, en su dramaturgia sumergida en la historia de Venezuela o en la psicología social de los pueblos y más allá, vertido al vivo su legado en el escenario donde converge la vida con todas las artes: el escenario es la calle, es la ciudad y los florecidos caminos del campo.. Por eso, no se deja arrastrar por las modas: "la moda pasa y el arte es trascendente", le dice un día a sus alumnos. Sin que por ello se niegue a conocer de las distintas corrientes artísticas y sus modas en el mundo occidental contemporáneo, aunque nadando a contra-corriente.
En su dramaturgia está el lenguaje llano de los de a pie, entreverado por una estética que no oculta las encendidas contradicciones sociales y humanas; y por el contrario, las expresa en una poética donde se encuentran el mundo indígena y el hispánico, sin que se perturben ambas herencias irremplazables de la nacionalidad, como lo hace en Apacuana y Cuaricurián, sin desconocer la continuidad de la resistencia indígena contemporánea.
En su planteamiento central busca la convergencia de la conciencia etnohistórica y de clase. Habla el indígena y el campesino aindiado de Los Andes; los desgajados de sus territorios por las guerras civiles y la emancipación; luego, el compulsivo tránsito rural-urbano con el advenimiento de los enclaves gringos y las torres del petróleo: habla la naciente clase obrera.
Las torres murmuran y caminan misteriosamente en el susurro del viento y nos trasmiten sus fantasmas en ese contraste entre el falso progreso y la miseria de los desarraigados en su propia tierra. Habla el barrio y su exclusión de la ciudad junto a los famélicos perros callejeros, quienes también nos comunican su desconcierto. Hablan las rosas lanzadas al viento y el soldado desconocido. Habla el indio y el negro, las mujeres, el niño, el joven, la ancestralidad, el mundo sub-urbano, desde Oscéneba a Los Hombres de los Cantos Amargos y Lo que dejó la tempestad. Pasando por El Vendaval Amarillo, Las Torres y el viento o Por quién Canta el Pueblo. "El hombre que llora por el hombre" (o por "Su música interior").Hasta "Solos y el Viento".
Él mismo, sintiéndose pueblo/pueblo, quiere reintegrarse –constantemente- a ese espacio social de donde procede. Parte de su vocación militante, es su profundo llamado a educar- educándonos y educándose a sí mismo al asumir libremente, sin ataduras, su procedencia de clase y su reencuentro con todo ese entramado de la dominación étnica y lingûística del sometimiento sociocultural, etno-racial y patriarcal, su reconciliación con la naturaleza, solicitando la restauración de la cadena de la vida ante el advenimiento de una nueva conquista, presentada como ilusoria esperanza, pasando por la liberación estética como una condición necesaria de la liberación política, económica y social. ¿Tiene en esto César algún parentesco con el legado de Chávez?
Subyace en su obra la sinfonía de una demanda: la revolución cultural y educativa. Sin embargo, insistimos, que no es en sus proteicos y hermosos ensayos, donde mejor se expresa la más alta iluminación de esta militancia sostenida, sino en su dilatada creatividad artística y en su incesante llamado a la participación y creatividad colectiva, en sus angustias y esperanzas. En el decir-haciendo, como plenitud de su praxis política. Le han hecho fama de "comunista sectario" e intolerante. Pero siempre reivindica múltiples personajes de diversa textura ideológica y valores culturales múltiples de la venezolanidad, la mayoría de ellos muy lejos de ser socialistas: Andrés Bello, Juan Lovera, toda una extensa y variada gama de dramaturgos nacionales, de distintas tendencias. Reivindica el anti-imperialismo de Mario Briceño Iragorri, pero no así, su culto a la conquista y a los conquistadores hispánicos.-
UN MAESTRO DE LA DESCOLONIZACIÓN ESTÉTICA
Desde hace algún tiempo venimos denunciando, dentro de los proyectos históricos de la dominación cultural, una sutil ideología del colonialismo estético, que secuestra, expropia y monopoliza la belleza, en sus versiones antropofísicas y culturales, no sólo en beneficio de una clase sino también de castas, estamentos y en su conjunto, atrapa todo el epicentro expansivo de la excluyente civilización occidental sobre pueblos, culturas y civilizaciones colonizadas y re-colonizadas, que son víctimas del racismo, el patriarcalismo y el apartheid sociocultural…(sin descolonización estética y sin creación colectiva no hay creatividad cultural en mayúscula, sino minoría de edad histórica, cultural y humana): no es la aceptación pasiva de una división del trabajo cultural y educativo programado desde los imperios occidentales. Es la búsqueda de nuestra autonomía cultural y educativa, pasando por la independencia política, económica y social.
¿Estaba la creatividad y praxis política de Rengifo ajena a todo esto? Más allá del colonialismo, la exclusión social y el colonialismo estético, hay un colonialismo de la espiritualidad: y la espiritualidad es lo más irreductible que tenemos frente a las pretensiones de cálculo y medida del pragmatismo norteamericano, en el decir de Mariano Picón Salas. Pero esta espiritualidad es multiétnica y pluricultural, no sólo es española, grecorromana y judeocristiana. También es indígena y afroamericana.
Rengifo, el militante pleno no pierde de vista el sentido de la dominación total:
-"¡Este es un país cogío!", le comentaba con angustia a Nelson Romero, uno de sus alumnos de Los Teques, al trasmitirle su rechazo al malinchismo (1). Rengifo cae en la cuenta de que no ha desaparecido el imaginario de la limpieza de sangre, agudizada con los enclaves transnacionales ingleses o gringos en el mundo del petróleo, donde toda la cultura nacional sufre el frío del exilio: aquí aparece una gama de anti-imperialistas hispanocéntricos, dolientes de la herencia hispánica frente a la arremetida cultural anglosajona(se nos impone –con el petróleo- el arbolito de navidad frente a los nacimientos franciscanos, además se piensa que la única estética en nuestro escenario cultural y espiritual es la española y católica, incluso al margen de lo hispano-árabe o lo guanche-canario; se plantea que lo único que une es el castellano, el catolicismo y la herencia hispánica: supuestamente, todo lo demás divide, recalcando, que no cabe lo afroamericano, muchísimo menos lo originario americano en ese pizarrón de "la identidad nacional"). Esto se entiende, lógicamente como herencia de conquista y como proceso de re-conquista, cuando esta pretende hacerse natural y permanente, perdiendo definitivamente su carácter histórico: aparece en un determinado momento, no ha existido siempre y por tanto puede y debe desaparecer. Pero que asume su particular forma de manifestarse no sólo en la base económica o en la esfera del conocimiento, sino también en la manipulación estética, haciendo uso y abuso del más íntimo sentimiento religioso para devaluar y degradar, oprimir y explotar al colonizado; hacer que todo esto se naturalice aceptando una supuesta minoría de edad histórica y cultural y por supuesto, su minoría en lo político como clases y culturas subalternas o bien como países, pueblos y continente. No es sólo un problema de minorización demográfica, vale decir, de minorías o mayorías, ni de darle tiempo al tiempo: el problema es intrínsecamente colonial.
Rengifo nos ha legado un arte que subvierte radicalmente todas las formas –y procesos- de conquista, los hispanocentrismos y sus derivados eurocéntricos y pseudo-religiosos, todas las formas y procesos, imperiales e imperialistas, valiéndose de la dramaturgia, instrumentando toda la historia de Venezuela: el pasado asumido para interrogar el presente, usando el teatro, los títeres, la pintura, el muralismo, la poesía, el periodismo y el ensayo, buscando incursionar también en la música y la escultura; hunde sus ojos de artista de la tierra en la arqueología y la etnohistoria de la cerámica indígena; pedagógicamente toca los orígenes más remotos en el Mito-historia de Amalivacá, del Centro Simón Bolívar de Caracas. Desde allí nos demuestra que su militancia político- cultural y su resistencia cultural es posible en el pináculo de la represiva dictadura del General Pérez Jiménez.
Pasa luego por la creación del Grupo Máscaras en la década del 60, que en distintas formas de lucha coexiste con la guerrilla bajo la dictadura informal del Pacto de Punto Fijo. (2) Sin embargo – volviendo los ojos sobre el mural- al presentar el milenarismo tamanaco y la creación del Orinoco por Amalivacá y su hermano Vochi, después del Diluvio, la multiplicación de la especie humana del fruto de la palma del moriche, el manejo de las leyes del viento y otros menesteres, concluye con un presente concreto: la era de la conquista, expresada en el encuentro con el casco y la cruz del conquistador ante el desconcierto del mundo tamanaco. Se trata de una conquista – de una colonia o de una independencia- que no han concluido, como lo vio en su tiempo Enrique Bernardo Nuñez.(¿Quién nos robó esa batalla?, expresa César, para referirse a Ayacucho).
Retomando el mural de Amalivacá, recalquemos que termina en el encontronazo con el casco y la cruz de la conquista. Ese casco y esa cruz pueden ser incluso representativos de la continuidad de la ocupación colonial, pasando –hasta hoy- por el Decreto de Obama. Asombroso: es parte del actual proceso de conquista que comenzó en el siglo XVI. Encontramos en la praxis rengifiana una pedagogía que interroga, que sugiere y convoca la resistencia prolongada, la emancipación y liberación definitiva. Anteponiendo siempre, la memoria, una esperanza y el fuego sagrado de un amor intenso que movilice la utopía.
El arte y la praxis política de César no son sólo efímeros capítulos informativos, limitados a técnicas teatrales, didácticas simplificadoras, o bien, a los argumentos y escenas de la exclusiva diversión, sino que trabajo y juego, trabajo y creación, creación y vida, convergen hacia lo plenamente humano y sobre todo formativo en el quehacer cotidiano.
Es en la raíz de lo cotidiano donde se gesta el amanecer de la creación colectiva, el parto solar de lo vivencial y extraordinario. En el decir del Che: lo cotidiano se vuelve extraordinario, y lo extraordinario es la revolución. ¿Nos califican ahora de inusuales?. Entiende César el arte como parte de la más alta y plena manifestación de la existencia humana y es inherente a ella misma, donde juega un papel muy importante la creación colectiva, sin negar el espacio específico de la creación y la formación personal.
En el fuego de esa explosión convergente, formación colectiva y personal, forma y contenido son parte de un continuo humano. El trabajo humano y el arte, encuentran condiciones propicias para el buen vivir. Pero en ese mundo en que le toca desenvolverse, el trabajo y el arte, están alienados, arbitrariamente separados por el capital para justificar y facilitar su expropiación al pueblo por la clase y la cultura dominante.
Sin la anticonquista, como intuición poética y como acción política -más allá de sus ensayos-, apoyada en la historia y la cultura propia, la independencia no tendrá asidero, continuidad histórica y social, carecerá de autonomía cultural y educativa; pronto deviene en un retorno a la conquista del siglo XVI, a la esclavitud y el servilismo: a la dicotomía "civilización o barbarie", reacomodada tal vez mañana –ojalá que no- en el mismo "socialismo". Es lo que pareciera traducir en su búsqueda de esa piedra luminosa del arte en el fondo de los siglos y milenios, pero con un altísimo sentido de contemporaneidad histórica, presente en toda su obra, como diamante labrado y tallado en la plenitud de lo constituyente frente a lo constituido. Con un asombroso vislumbre de los tiempos por-venir y por hacer.
La historia y el arte se encuentran en el pináculo de la denuncia social –y ecológica- para descifrar las claves del futuro inmediato y de mediano alcance: se trata de trabajar para un proyecto luminoso de amplia cobertura histórica y social.
En el tríptico de la nacionalidad, presente en los murales de Los Próceres, hay una relación indesligable de contemporaneidad entre conquista, colonia, independencia y dependencia imperialista neocolonial, quedando esta última, sugerida al establecerse la relación comparativa y de continuidad de las tres fases distintas de un mismo proceso.
También, lo indígena se presenta sugerido y expresado como lo que antecede a la conquista, como espacio histórico de la cultura propia y continúa hasta hoy, con la lucha por nuestra independencia, mientras los nuevos intentos de reconquista y de recolonización continua, dejan otra vez en pie, las potencialidades de la resistencia indígena y de la nueva independencia y liberación. Por eso hemos insistido siempre, en que el indio de César no es el indio muerto, de museo, como el de buena parte del muralismo mexicano, que clama en el fondo por su desaparición; parecen esas figuras representar esos eternos condenados de la tierra, fusionándose hasta su extinción en la supuesta "raza cósmica" vasconceliana: para ser "mexicano" hay que dejar de ser indio, indígena u originario; hacerse "mestizo", "criollo" o "criado", vale decir, siervo. Los neo-vasconcelianos dicen que es México un país "que tiene su propia hermenéutica": ¿la negación de su misma indianidad? (¡Pobrecito México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos!)
Como "Un polo excéntrico de Occidente, que baila fuera de compás", nos definirá Octavio Paz en el Quinto Centenario de la conquista: 1992. ¿Cómo no vamos a "bailar fuera de compás" si no somos europeos y nunca seremos europeos a pesar de la nostalgia blanca, etno-avergonzada y endorracista de la clase dominante? Hasta el hijo de europeo, nacido en América, allá es el indio o el sudaca, mientras culturalmente se le sumerge en un mundo de ambigüedad cultural y espiritual. Y en una doble misión de dominador-cautivo, como lo ve el mismo Germán Carrera Damas. Tal vez por ello, en el arte de César Rengifo hay una vigorosa reivindicación de nuestra condición irreductible de descendientes de indígenas, lo que hoy permanece tabuado en nuestras nacionalidades. Él mismo se re-indianiza y se autorreconoce en uno de sus autorretratos más desafiantes.
El mito y la historia, en Rengifo, tienen conexión profunda, indesligable en su obra artística. El mito está en la historia y la historia está en los mitos. El mismo Mariátegui clamaba por unir el mito a la ciencia y lo recordaba el Comandante Hugo Chávez en su Prólogo a la Constitución Bolivariana traducida al wayuunaiki por el profesor Jorge Pocaterra. En Curayú o El Vencedor, de Rengifo, al conocer la noticia de la muerte de Guaicaipuro, identifica en el grito de un niño que nace, la continuidad de la lucha, de la resistencia prolongada: ¡Guaicaipuro no ha muerto, los caribes viviremos siempre! En el grito de ese niño que nace está su vengador. Lo dice el piache, el viejo invidente Curayú, quien convierte una derrota militar y demográfica en una victoria de la resistencia indígena sostenida para darle continuidad moral a la lucha emancipadora.
En Volcanes sobre el Mapocho, hay una presencia de líneas históricas específicas y convergentes donde se expresan en forma simultánea la resistencia política y social del pueblo chileno frente al golpe oligárquico y del imperialismo y la resistencia cultural y política del pueblo mapuche, que viene desde los primeros días de la conquista, pero al mismo tiempo del fondo de los milenios, siendo por ello, símbolo telúrico y paradigma de libertad para nuestros libertadores: Miranda, Bolívar, San Martín, O´Higgins. Y para poetas de la talla de Pablo Neruda.
Veamos, que en César Rengifo no hay rupturas en redondo entre los llaneros de Boves y la continuidad de la lucha de la independencia, entre las guerras civiles y el proceso de emancipación, entre lo social y lo político. Son fases distintas en la dialéctica de un mismo proceso, que comienza a encontrar su cauce independentista a partir de 1815; que vuelve a entroncarse con la Guerra Federal y que, de alguna forma, caminan juntos hasta hoy: la lucha por la igualdad y por la libertad, es una misma lucha, ahora dentro del proceso de la revolución bolivariana, post-rengifiana, donde el mismo Hugo Chávez pudo encontrar múltiples vertientes de conexión con el legado de César Rengifo, partiendo de "Esa espiga sembrada en Carabobo".
De la misma manera, tampoco hay rupturas en redondo, ni antagonismos insalvables entre la resistencia indígena y la independencia política, que hoy ha llegado a encontrarse con los Estados plurinacionales de Bolivia y Ecuador, con lo multiétnico y pluricultural en la Revolución Bolivariana y con la democracia anti-esclavista de Haití, la que ahora está convocada de hecho y de derecho al nuevo Congreso de Panamá, teniendo cabida, voz propia y participación protagónica en la Revolución Bolivariana y los mecanismos de integración: el Alba, Unasur, la Celac, Petrocaribe.
De allí que los iniciales antagonismos entre los pueblos originarios y el Estado Nacional, no puede convertirse tampoco en "eterna conquista", en interminable colonialismo interno, cosa que tampoco podríamos aceptar hoy para nuestros hermanos palestinos y para el pueblo palestino.
LA INTERCULTURALIDAD COMO PROMESA Y DESAFÍO POLÍTICO
Este carácter histórico y no natural de la conquista y el colonialismo, lo planteaba la poéticade César Rengifo. La interculturalidad, en cambio, es todavía una promesa y un desafío político desde la antropología crítica y sobre todo desde los pueblos, "donde construyen su convergencia pueblos y academias", en el decir de Esteban Emilio Mosonyi.(3)
En su mural de La Independencia, tercera unidad del tríptico "Los Creadores de la Nacionalidad", son los pueblos indígenas los que llevan en alto la bandera nacional y levitan con la antorcha de la libertad entre sus manos. Allí se reencuentran símbolos indígenas y occidentales en una misma causa, sin la invisibilización dominante de los múltiples sujetos y particularmente, de los pueblos y culturas originarias y los sectores afroamericanos. No se trata de un eclecticismo, de un sincretismo cultural o de un collage de imágenes arbitrariamente superpuestas.
LA CRUZ ES UNA ESPADA Y LA ESPADA UNA CRUZ
En la conquista y en la colonia queda muy claro, que la cruz es una espada y la espada es una cruz, como dos símbolos de la esclavitud (Los Creadores de La Nacionalidad en Los Próceres). Mientras que el Evangelio –señalamos nosotros- se mantiene en suspenso, en el limbo de la historia, en la letra que mata, desnaturalizado en la grotesca y criminal búsqueda de El Dorado, tal vez a la espera de los místicos y teólogos de la liberación, como en el caso del fraile Montesinos, el padre Las Casas, El Triunfo de la Libertad frente al Despotismo, de Juan Germán Roscio, quien desde una revisión bíblica comienza a coincidir con los procesos y demandas de la lucha emancipadora; o en nuestra actualidad, con la presencia –luminosa hasta ahora- de un Papa como Francisco, que se atreve a cuestionar el capitalismo como sistema y la lógica del capital, exigiendo su sustitución para salvar el planeta; compartiendo desde una Eco/encíclica, pasando por la solicitud de la unidad/intercultural de los pueblos de Nuestra América y El Caribe, convertida en una exigencia histórica del presente. Reconocer la diversidad cultural no es lo mismo que hablar de "heterogeneidad" decimos nosotros. Y afirmamos: Si el papado regresara a la ambigüedad tradicional de la iglesia y los paños tibios del pasado, puede correr la suerte del chivo: recordando que ¡chivo que se devuelve se esnuca!
Hay algunos investigadores e investigadoras de Rengifo, como en el caso de nuestra amiga Maribel Espinosa, a quien correspondió ordenar, revisar y compilar toda su obra, que ven en su legado marxista cierta influencia del mensaje cristiano. Nada tiene esto de extraño, le comentamos.
Lo mismo se afirma de Marx. Algunos marxistas críticos como Edgardo Lander, entre otros, admiten la presencia de valores humanistas del cristianismo como una de sus fuentes. Valores que son parte también de la cultura occidental dominante, sin olvidar que el socialismo ancestral en su tensión utópica liberadora, en buena parte procede de esta América Profunda o Abya-Yala.
Sobre el terreno concreto, el Comandante Chávez, bucea en la historia y en sociedades originarias del pasado y del presente para investigar los múltiples aportes de los pueblos autóctonos a los indosocialismos, parte de las fuentes constituyentes del socialismo del siglo XXI por otros mundos posibles; construyendo sobre el terreno, ejes convergentes entre historia y utopía, sociedades concretas, desaparecidas o no y la tensión utópica del gran sueño bolivariano y del socialismo siglo XXI en particular.
LO LOCAL Y NACIONAL NO ES OPUESTO A LO UNIVERSAL -
César el Maestro, con una pedagogía del arte, le habla a los pueblos desde la cultura de origen, sin desconocer su relación de contemporaneidad con la cultura dominante y con los procesos de dominación del capital. La cultura propia, la historia propia y la educación propia como hablamos ahora desde el texto de la Constitución Bolivariana, frente a la pretensión global de una "cultura general" o supuestamente "universal", que ha negado lo particular: nuestras culturas locales y nacionales, mutilándolas en carne propia, en sus vísceras y raíces, en su desenvolvimiento natural y humano, en su presente histórico, de rostros múltiples y manifestaciones culturales diversas.
Los mismos filósofos de la liberación están "descubriendo" hoy, un poco tarde "que la filosofía europea no es universal". Rengifo, hombre de entre guerras y de posguerra, retoma con fuerza la cultura nacional y local, tal vez en el momento más difícil, en plena derrota del fascismo, donde lo nacional y lo local ya no tenía cabida en el ámbito de la cultura dominante, visto bajo sospecha de fascismo, chauvinismo, xenofobia, mientras en el mismo México, sutilmente se condenaba el malinchismo, aunque en términos de una mexicanidad transmutada –ideológicamente- para negar de fondo los pueblos originarios, la indianidad, la indo-descendencia y su continuidad en el Estado Nacional.
Hégel, como misionero laico, entre otros, convocaba desde el siglo XIX a derribar todos los símbolos patrios de los nacientes Estados Nacionales en las excolonias, para quien sus libertadores eran todavía, "monos sin rabo". Otros lo veían como "idolatría", que desde Guaicaipuro hasta Bolívar, pasando por Felipe, El Negro genérico o María La Onza, después como prototipo de la indo-mestiza, el pueblo ¡les prende velas! (Y para colmo ¡ahora a Chávez!).
Dificultades más terribles, le tocaba un tiempo después afrontar al Comandante Hugo Chávez, cuando la era de la llamada "globalización" anunciaba el fin de la historia, el fin de la política, el fin de las ideologías: la ideología del fin de las ideologías. Supuestamente la nación y el Estado Nacional habían desaparecido ante el triunfante despliegue neoliberal de las privatizaciones bajo los auspicios del FMI y el Banco Mundial. Incluso, el imperialismo se había invisibilizado –y se daba también por desaparecido- para darle continuidad a nuevas formas de conquista y colonización.
UN SOCIALISMO CONSTITUYENTE FRENTE A LAS UTOPÍAS EUROCENTRISTAS TEÓRICAMENTE CONSTITUIDAS
Es precisamente, en "El Tigre Azul" donde Eduardo Galeano nos convoca a construir un marxismo al calor de nuestras historias y culturas, alertándonos de paso, en que un marxismo al margen de su propia historia y cultura, se convierte en "religión, opio del pueblo". Lo extraño a Nuestra América, no es el socialismo sino el capitalismo, nos decía. Sin duda, cualquier teoría de catecismo y de sobaco ilustrado, es un cascarón vacío, que deja a su paso la serpiente de la historia a lo largo del camino, como esos ríos, disecados, que pierden para siempre su magia, su azufre y sus afluentes al calor del llamado "progreso" o "desarrollo"; sus cauces quedarán habitados por desérticas montañas de piedra y arena al paso inclemente del sol, convertidos finalmente en polvo de estrellas, sin luz propia desde su fondo, sin alma y sin piel. Conviene además, leer directamente los clásicos, sobre todo a Marx y conocer lo que Chávez denominó las múltiples fuentes del socialismo del siglo XXI al calor de nuestras realidades y que va más allá de Las Tres Raíces, sin pretensión de desplazarlas del contexto histórico-cultural y educativo.
CÉSAR: UN HOMBRE DE LA ANTICONQUISTA
Frente a las clásicas doctrinas y pensamientos que eternizan la conquista desde el siglo XVI hasta hoy, César se declara "Un Hombre de la Anticonquista":
-¡No acepto la Orden Diego de Losada!. Ese era un bandido y un asesino. Reclamo en su lugar la de Guaicaipuro.(3)
La conquista es histórica, recalcamos de nuevo: no ha existido siempre y no existirá siempre, como la colonización o la ocupación brutal de un territorio por potencias extranjeras para hacerlo suyo. Como las clases sociales, los imperios y su patriarcalismo, la propiedad privada de los medios de producción y el Estado, algún día –más temprano que tarde- tienen que desaparecer.
José Carlos Mariátegui (1894-1930), hizo un esfuerzo descomunal y de gran valor por legarnos un marxismo a la medida de su tiempo histórico y de su indoamericanismo irreductible; frente al andamiaje de los entrabamientos histórico-antropológicos de su momento, no tuvo la iluminación del arte, como la tuvo César. No pudo percibir, que al margen de la rueda, el hierro, la pólvora la imprenta, el arado, el mundo indígena de los Andes fuera capaz -en el siglo XVI- de tener una diversidad agroalimentaria casi equivalente a la existente en toda Asia y Europa juntas.(4)
Los pueblos indígenas de América (Abya-Yala), incluyendo las microsociedades caribes y arahuacas y de lenguas independientes, hemos producido la mayor diversidad agroalimentaria del planeta y no lo sabemos ¿por qué?(5). Tampoco entendió Mariátegui la alta complejidad y larga durabilidad histórica del ayllu, como formas diversas de organización familiar y comunal de Los Andes. En uno de sus programas agrarios a finales de la década de 1920 proponía sustituir el ayllu por la cooperativa agrícola. Grave simplificación e imperdonable ligereza.
El arsenal de la vieja antropología, no depurada aun de resabios coloniales, eurocentrismos y explicaciones bajo la óptica del evolucionismo y el neo-evolucionismo unilineal de la historia y de las sociedades, llevaba a pre-suponer que la diversidad cultural y humana se debía a la presencia "arbitraria" de distintas sociedades del pasado en nuestro presente histórico; y por supuesto, al alcanzar su "actualidad y madurez histórica y social", se arribaría a una supuesta "homogeneidad cultural" y social; dicho sea de paso, esto justificaba de antemano una "homogeneidad" de los sistemas educativos bajo pretexto de "educación popular".(6) Por supuesto, el modelo de "lo homogéneo" y de "lo actualizado", era la sociedad y cultura-dominante, asumida como paradigma de universalidad y ahora, de globalización.(En cambio, la historia nos demuestra que no hay sociedades globalmente desarrolladas, ni globalmente atrasadas y que todas las sociedades son contemporáneas).
Los cánones antropológicos del que dispusieron Mariátegui y Rengifo en su tiempo, el mismo Rodolfo Quintero en su Antropología del petróleo, no fueron en nada distintos:la categoría de análisis fundamental era la de transculturación, sobrevalorada frente a la endoculturación bajo pretexto de estar más en sintonía con "el progreso y desarrollo". Inclusive, a esto no escapan hoy algunos filósofos, teólogos, antropólogos y pedagogos de la liberación.(7)
Hay todavía una carga fuerte del pensamiento unilineal de Morgan (salvajismo-barbarie-civilización, sin que esto implique negar otros de sus aportes significativos, aunque ellos no estén dados –necesariamente- en su marco de referencia general). Rengifo, como el Cóndor de Los Andes, por encima de muchos de sus propios ensayos, se eleva en las alas del arte y escapa un poco, por esa vía, a la unilinealidad colonialista de Occidente que nos habían legado las ciencias humanas, lo cual no significa que lo estemos clasificando dentro de lo que hoy conocemos como parte del pensamiento y de la metodología conjunta de pueblos y academias, a lo que llamamos interculturalidad: que busca establecer relación de justicia y equidad entre pueblos y culturas, entre lo endógeno y lo exógeno, entre lo general y lo particular, entre lo micro y lo macro. Entre los saberes académicos y los saberes de los pueblos. Restableciendo el vínculo cultura-naturaleza.
Sin embargo, en muchos de sus propósitos, tanto de su intuición artística como de su praxis política, Rengifo pone en alto relieve los sujetos colonialmente invisibilizados y culturalmente devaluados. Se trate de personas, sujetos colectivos, pueblos y culturas, apelando, por vía del arte y de la acción política, a una revalorización y dignificación del colonizado y de la cultura nacional. Veamos si estos pueblos y sujetos, reivindicados por Rengifo en su arte, tienen o no presencia en la historia.
Para Marx, en un primer momento de reflexión y lucidez plena, los pueblos entraban en la historia por la vía de producir sus propios alimentos y demás medios de vida (no hablaba aquí de la escritura como condición necesaria o del Estado fuerte aludido por Hégel, su maestro)(8).
El mismo Morgan también de algún modo ve como una prueba de madurez humana el que un pueblo sepa valerse por sí mismo para producir sus propios alimentos. Sin embargo, esto era inconcebible para Occidente –y para el mismo marco general de análisis de Morgan- en sociedades que se desenvolvieron a lo largo de siglos y milenios al margen de la rueda, del hierro, del arado, de la pólvora, la escritura y la imprenta.
Curiosamente, esa América o Abya Yala que nunca fue –según Morgan- más allá del supuesto "estadio superior de la barbarie", logró diversificar su producción agroalimentaria, como no lo pudo hacer el resto del mundo, además dotada de una proteica biodiversidad, teniendo actualmente las potencialidades necesarias para ampliar la ecobase agroalimentaria del planeta en una época de crisis estructural y donde la pseudo-cultura del petróleo nos ha legado penosos desajustes estructurales, ya vistos desde la poética de Rengifo (9).
Llama en cambio la atención como los historiadores de la alimentación al estilo de José Rafael Lovera, nos siguen hablando de la "alimentación mestiza" y de "lo que nos trajo el conquistador", para ideologizar la realidad. De esta forma ponen el énfasis en la gastronomía y no en la producción de alimentos sin dañar la capacidad reproductiva de los ecosistemas (o lo que Marx llamara "la tierra y el hombre", destacando lo que más destruye a su paso la sociedad capitalista).(10)
Hacemos estos señalamientos para destacar cómo el arte en una relación orgánica con los pueblos y comunidades, puede contribuir a construir en nuestro país y en el continente un socialismo constituyente, crítico y abierto frente a cualquier teoría -o catecismo huero- de lo constituido. Esto, apuntando a que ninguna teoría –más desde el punto de vista marxista- se valida por sí misma: no hay teoría intrínsecamente revolucionaria al margen de la práctica histórica y social y del compromiso orgánico con los pueblos y comunidades.(11)
Por otra parte, la validación, legitimación moral, jurídica o política de cualquier forma de conquista del pasado, legitima las conquistas del presente y del futuro y por supuesto, formas de saqueo, de pillaje, de esclavitud, servilismo y genocidio. Legitima imperios y el imperialismo en sus viejas y nuevas modalidades de coloniaje como el ALCA y los paquetes neoliberales del FMI y del BM. De allí que la anticonquista rengifiana no es una actitud reactiva, de simple negación ante el imperialismo y el colonialismo; es una apelación a las potencialidades adormecidas de nuestras particularidades sociales y culturales, endógenas y exógenas, sin ignorar la construcción participativa y creativa de marcos referenciales generales en cada coyuntura mundial para afianzar la independencia y soberanía con proyectos históricos de largo alcance.
La anticonquista rengifiana, nos lleva a ver simultáneamente, más allá y más acá de la historia del capitalismo, pero sin ignorar la médula espinal de la historia y presencia social del capitalismo y sus particulares formas de inserción imperialista en nuestras realidades, como parte integral de nuestras especificidades, mas, nunca como el todo de nuestro ser colectivo como pueblos y países (12). Como dice el Popol Vuh: Hay que ver de cerca muchas veces y hay que ver de lejos muchas veces.
En síntesis, cualquier teoría revolucionaria, mecánicamente trasplantada a nuestras realidades se convierte necesariamente en parte del andamiaje de la cultura y civilización dominante. En algo desvitalizado, sin espíritu de cuerpo, sin identidad con nuestros pueblos. Se vuelve simple utopía sin andamiaje, sin tren de aterrizaje, camisa de fuerza represiva, nuevo misionerismo laico de Occidente con pretensiones unilateralmente civilizatorias sobre nuestros pueblos y culturas (paideia). Además, factor de división en el seno del pueblo, antagonizando lo exógeno y lo endógeno: con un pretendido análisis exo-genético de nuestras nacionalidades (Esto es, con una explicación extraña a nuestras realidades, vista exclusivamente desde afuera, desde el otro lado del océano, siempre después de Colón y de la presencia europea en América o Abya Yala).En una oportunidad encontré un folleto en la Biblioteca Nacional titulado: "Humboldt, descubridor de la estética del paisaje en América". Pensé en Rengifo y me pregunté:¿los pueblos milenarios y otros pobladores del continente carecían de todo sentido de la vivencia y contemplación estética? Ese eterno "descubrimiento", nos huele a "eterna conquista". Galeano preguntaría en Espejos ¿acaso eran ciegos?
En otras palabras: es arbitrario y colonial, bajo cualquier pretexto, reducir la historia de nuestros pueblos a la conquista planetaria del capitalismo y a la historia del capitalismo, sin ver hacia atrás y hacia adelante en forma simultánea para descifrar las claves del futuro y el lugar irremplazable de nuestros pueblos y culturas en los mapas tanto geográficos como socioculturales y humanos del continente.
POR UN SOCIALISMO CONSTITUYENTE ABIERTO A LA COMPLEJIDAD HISTORICA Y SOCIAL POR OTROS MUNDOS POSIBLES
Un socialismo constituyente, abierto a la complejidad histórica y social del mundo actual y a nuestras especificidades sociohistóricas, no es de ninguna manera incompatible con lo que el Comandante Hugo Chávez denominó las múltiples fuentes del socialismo del siglo XXI: marxismo crítico, los indosocialismos y ecosocialismos, el bolivarianismo integracionista y emancipador, los afroamericanismos, los feminismos, las teologías de la liberación, las filosofías, antropologías y pedagogías de la liberación, incluyendo todas las corrientes de pensamiento progresista del siglo XXI, movimientos políticos y sociales de la liberación encarnados en nuestras realidades y en el Gran Polo Patriótico. El diálogo entre generaciones y entre pueblos y culturas, entre pueblos y academias (interculturalidad). Repetimos: la interculturalidad no llama al proselitismo, llama al ecumenismo; no llama al sincretismo o al eclecticismo, llama al diálogo intercultural de pueblos y civilizaciones para la construcción del proyecto común de la humanidad y del planeta, que no puede verlo y tolerarlo hoy el capitalismo especulativo global, con sus intereses de clases, castas y estamentos. No llama necesariamente al reformismo, a la social-democracia o al Estado liberal democrático como panacea de "civilización" humana. Llama a una revolución cultural y educativa como fermento de la revolución política, económica y social para un cambio radical y profundo. (Nuestra América es tan vieja y tan nueva como Europa, decía Chávez).
Estas distintas fuentes del socialismo del siglo XXI, articuladas por Chávez en su praxis política y social, se corresponden también con los múltiples sujetos, actores y actrices, que César Rengifo puso sobre distintos escenarios después de haber sido invisibilizados en medio milenio de conquista y dominación colonial; que el cantor del pueblo Alí Primera, con profundo espíritu bolivariano, pone en alto relieve y con el mismo espíritu rengifiano.
EN SÍNTESIS
César Rengifo trata desde su creatividad estética, personal y colectiva de poner en términos de justicia, equidad y reciprocidad todas las herencias culturales y espirituales de la nacionalidad.
¡Apelar ahora a la prioridad de lo constituyente sobre lo constituido!. Prioridad de lo vivido sobre lo concebido, en el decir del antropólogo y poeta Efraín Hurtado.
*Asesor de interculturalidad del MPP Educación. Coordinador del Proyecto Guaicaipuro al Panteón Nacional 2001.- Miembro del Directorio de Fundarte.- Director de la revista político-cultural Itanera, órgano de la Cátedra Libre Intercultural César Rengifo.
(1) Malinchismo, que recuerda a La Malinche, la mujer de Hernán Cortés, la traición a su propio pueblo y su puesta al servicio de la conquista. Es lo contrario de la xenofobia (odio al extranjero). En este caso malinchismo es culto y adoración de lo extranjero y auto-rechazo de lo nativo.
(2) Algunos de los miembros del grupo Máscara perecen en la lucha contra el Pacto de Punto Fijo. En el número 2 de nuestra Revista Itanera, el Profesor Humberto Orsini nos presenta un resumen de la historia del grupo Máscara.
(3) Esteban Emilio Mosonyi. Identidad Nacional y Culturas Populares. Dialéctica de la identidad nacional. Edit. Fundarte. Caracas. 2013. Este libro todavía sigue expulsado hasta de las referencias bibliográficas en muchos especialistas en identidad nacional y en culturas populares. Es una de las fuentes para estudiar la antropología del arte nacional de César Rengifo.
(4) Erika Wagner. En: Más de 500 años del legado americano al mundo. Cuadernos Lagoven.Caracas.1992.pag.13. Es fundamental revisar este material. De la misma manera es oportuno revisar el texto Acción y Utopía del Hombre de las Dificultades, de Miguel Acosta Saignes, capitulo: La economía de la guerra de independencia, donde prácticamente podemos observar que las potencialidades agroalimentarias de los pueblos indígenas y sus aportes a la guerra de independencia, no estaban lo suficientemente visualizados y aprovechados como para dar respuesta al momento histórico, de una guerra asimétrica, especialmente en el aporte de las microsociedades caribes, arahuacas y de lenguas independientes. Esto a pesar de que continuaban siendo la base de sustentación de la colonia, y donde los "mejoramientos" con lo traído de otros continentes, hizo que el aporte agroalimentario americano se opacara y se valorara a la larga más afuera que adentro por necesidad de sobrevivencia, llegando posteriormente a contribuir al impulso de la revolución industrial y finalmente a la derrota del fascismo en la segunda guerra mundial. Con la papa y el maíz.
(5) En Aporrea está una conferencia nuestra pronunciada en la Universidad de Guayana, en Upata: "Los pueblos indígenas hemos producido la mayor diversidad agroalimentaria del planeta" donde explicamos el proceso de ideologización para ocultar este hecho. Ver en Nelson Guzmán sus reflexiones sobre la antropología del petróleo en César Rengifo. Itanera. Nº 2(en imprenta).
(6) En el pensamiento de la ilustración están las bases del discurso único de Occidente sobre nosotros y sobre todo, la pretensión de una unidad sin diversidades. La educación popular incluso se hizo sinónimo de "educación uniforme" en la herencia de la ilustración sobre nuestros libertadores y pedagogos. Se recogió en forma laica esa unicidad religiosa que venía desde la Edad Media: un solo Dios, ahora el Dios Dólar. El Papa Francisco parece estar rectificando estas posiciones asumiendo la interculturalidad. En su viaje a Sudamérica nos habló de la unidad /intercultural de Nuestra América, que va mucho más lejos de hablar de unidad en la diversidad.
(7) Endoculturación. Capacidad de autorreproducción de la cultura de un pueblo, de una nación.
(8) La otra versión de Marx sobre La Historia, es con la superación del capitalismo, para salir de la "prehistoria humana".. Sin embargo, lo que nosotros planteamos para un socialismo constituyente de nuestra América es la necesidad de asumir una visión de la historia que establezca la contemporaneidad de todas las sociedades y de otros mundos posibles en una sociedad socialista, rompiendo definitivamente la dicotomía "civilización o barbarie" (que todavía atraviesa toda nuestra novelística desde Doña Bárbara hasta Cien años de soledad). Marx veía en la sociedad comunista la reconciliación de la esencia con la existencia, de la mujer con el hombre, del hombre con la naturaleza. Muchas de estas propuestas ya estaban en proceso de realización histórica en lo que Chávez llamó los indosocialismos, una de las fuentes irremplazables del socialismo del siglo XXI. Así como la igualdad, libertad, fraternidad son anteriores a la revolución francesa. No sólo como utopía, sin idealizar ninguna sociedad indígena. Estamos lejos de eso del "buen salvaje" y del "buen revolucionario" del piti-yanqui Carlos Rangel.
(9) No olvidemos que la cultura y el cultivo del espíritu, incluso en la misma tradición occidental está ligada inicialmente a cultivar la tierra, como también al canto, la danza, el teatro, a las ceremonias de retribución de la naturaleza. Tierras cultivadas, tierras incultas, para Occidente, aparece después, pero en las filosofías indias la naturaleza no es inculta, toda la tierra es sagrada .. y en algún sentido, la naturaleza también produce. Vi un comentario sobre un pastor de ovejas del Estado Lara, al confesar que él no sabía, que pastoreando, también estaba haciendo cultura.
En los pueblos originarios de Abya Yala, que han tenido la mayor diversificación de la producción agroalimentaria del planeta, ha sido intensa y diversa la producción de culturas, en plural y de civilizaciones en plural. Actualmente de las 30 plantas más cultivadas en el mundo con fines alimenticios, por lo menos la mitad es de América. Aparte de las potencialidades para ampliar esa ecobase agroalimentaria ante la crisis actual. Sin la papa no hay revolución industrial y sin el maíz no hay posibilidad de derrota del fascismo por el ejército soviético y los aliados. Cuanto de teatro y danza, no surgió bajo el Sol o la lluvia la cosecha de la papa, del maíz o de la yuca. ¿Era el espíritu artístico de César ajeno a todo esto?
(10) El capitalismo arruina la tierra y el hombre, decía Marx. No se trata simplemente por tanto en nuestra América de "producir alimentos". Se trata de producir alimentos sin arruinar los ecosistemas: ¿la respuesta es el modelo de agricultura gringa? La respuesta la tienen las etnociencias y las eco-tecnologías de convivencia de los pueblos indígenas, quienes conviven milenariamente con los ecosistemas, incluso los más frágiles, -Guayana, Amazonas- sin destruir su capacidad autorreproductiva. La respuesta está en el encuentro inter-cultural de las ciencias y las artes, las filosofías y la espiritualidad de los pueblos y las academias. Ahora, el indio aculturado, después de haber agarrado desde el hacha al tractor es tan brutal y destructivo de su entorno como el occidental.
(11) "..Porque indudablemente, que esa reafirmación de la nacionalidad y esa reconquista de nuestra identidad, no se puede hacer al margen del arte, porque el arte y los artistas son los arquitectos espirituales de una nación, de un pueblo. Precísamente es a través del arte y de los artistas que nuestro país va a volver a mirarse, va a verse tal como es y va a crear la actitud para ser como debe ser".. César Rengifo. En "A viva voz", de Jesús Mujica (Edit. fundarte. Caracas. 2013.p.29) Pero si nuestros artistas e intelectuales están colonizados: ¿Qué tipo de respuesta o de esperanza recibirán nuestros pueblos?
(12) César Rengifo ya se planteaba que al llegar el socialismo había que reivindicar toda la cultura y el arte, incluyendo la historia y el arte indígena. También comenzaba a tomar conciencia de lo incipiente de las investigaciones antropológicas en este sentido, especialmente en lo referente a las investigaciones etnohistóricas y arqueológicas.
@Rivas1Saul