Los acontecimiento operados en los mercados mundiales, influyen en nuestra América. Las crisis reducen la demanda de nuestros exportables, y la inflación encarece las importaciones. La paz y el desarrollo son inseparables, y en el camino de conseguirlo, coinciden los intereses de los países socialistas y de los países en desarrollo.
Junto con los Estados en desarrollo abogamos por restructurar las relaciones económicas internacionales sobre unas bases justas y democráticas. Una reestructuración así podría comenzar por el cumplimiento de los más importantes postulados del programa de nuevo orden económico internacional. Nuestro concepto, que prevé garantizar la seguridad económica de los Estados del Tercero Mundo, coincide con ese programa. En él se prevé excluir de la práctica internacional toda forma de discriminación, solucionar con justicia la cuestión de la deuda, sumar los esfuerzos de todos los países para solucionar los problemas globales, comprendido, desde luego, el del desarrollo.
Una vez ganada la independencia política, los pueblos quieren, como es natural, fortalecer también su independencia económica, quieren poner bajo su control los recursos que les pertenecen, humanos y naturales. Pero esto afecta a los intereses de aquellos que se estuvieron lucrando a lo de siglos de la explosión de otros, de la utilización de los recursos de los pueblos que emprendieron el desarrollo independiente. Naturalmente, semejante vía y semejante opción de los pueblos va en interés de ellos. Y nadie puede privarles de esa opción. Pero eso no agrada a quienes se aprovecharon como saqueadores, nos permiten tan brusca expresión, de los recursos de tales países. Esas fuerzas no quieren aceptar la autonomía y la independencia de los Estados y pueblos. No quieren reconocer la realidad de que el mundo ha cambiado. Es otro. No aquel que era a comienzos del siglo XX. No aquel que era antes del Comandante Chávez.
Los países de nuestra América ocupan posiciones parecidas en cuanto a la lucha por la liberación de los pueblos y por la paz. Hace mucho tiempo que se estructuraron las relaciones entre nosotros, y se puede hacer balance para evaluar objetivamente la importancia de las mismas y trazar caminos reales de desarrollo. ¿Cuál va a ser el futuro sobre ese particular?
Para nuestro pueblo, el dolor y las destrucciones son el pan de cada día. Las tenazas del imperialismo retienen el progreso. La carrera armamentista consume recursos tan necesarios para resolver candentes problemas de la vida de millones de venezolanos. La situación exige imperiosamente que las cuestiones de la seguridad se enfoquen de un modo nuevo, reclaman una nueva mentalidad en el pueblo deben ponerse por encima de cualquier otro, y la seguridad de los demás. Tan sólo se puede considerar una victoria auténtica aquella en la que todos, en igual grado, son vencederos y nadie ha sido derrotado.
En la renuncia a reconocer esas realidades están la raíz y la causa principal de los llamados problemas regionales. Los pueblos quieren marchar por su propio camino, ellos hicieron su opción, pero los viejos amos, insistimos en saqueadores, no quieren aceptar esa opción. Los razonamientos de que aquí actúa la "mano de los gringos", u otra mano, son intentos de ocultar las verdaderas causas de los conflictos.
¡Gringos Go Home! ¡Pa’fuera tús sucias pezuñas asesinas de la América de Bolívar, de Martí, de Fidel y de Chávez!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Viviremos y Venceremos!