Los ataques contra el Consejo Nacional Electoral, por personeros descalificados habida cuenta de su conducta innoble y torpe, son los mayores síntomas de la derrota que sufrirán una vez más los dirigentes contrarrevolucioinarios. Algunos insultadores de oficio y de reconocida misoginia, mencionan descaradamente a Tibisay Lucena en sus arremetidas de lenguaje virulento. En ocasiones desorbitados y con lenguaje gestual que les traiciona. Cabe diferenciar la intención entre convencer y lo que puedan expresar o reflejar sus ademanes, confesión evidente de falsedad personal, pues no pueden persuadir sino con exabruptos o engaños en base a medias verdades.
Resulta cobarde que un hombre (así sea en materia política), califique al árbitro electoral y peor si es una dama, llamándole “capataz” de la propaganda de un determinado sector en un proceso electoral. Lo hizo el multiperdedor ex candidato presidencial Capriles R., abandonado por sus antiguos propagandistas, pero en campaña de desconocimiento por adelantado a los resultados del 6 de Diciembre 2015.
Lo más repudiable de esta conducta destrozando el CNE; puesta en funcionamiento declarativo por Julio Borges, Henry Ramos, el cabecilla nuevo de escasa simpatía llamado “el Chúo”, la fémina bautizada María violencia, o jóvenes que no entusiasman ni sobresalen, es que desacreditan las elecciones en Venezuela, avaladas internacionalmente por su impecable sistema electoral. Siembran desconfianza en los sufragantes pese a que dicen tener mayoría aplastante… Y si es así ¿por qué no aceptan firmar un compromiso de paz, asegurándonos que no acudirán otra vez a violentar el orden público si no obtienen el triunfo? ¿Cómo es eso de aceptar donde gano y protestar si pierdo? En definitiva son descarados electoreros bajo órdenes de sus mentores imperialistas, en otras palabras robots de la política, made in USA.
