Dentro de algunos días se llevará a cabo elecciones parlamentarias y una vez mas se enfrentaran dos grande sectores representando cada uno de ellos una posición que lucha por la derrota de la otra.
Cada uno se atribuye la razón y dice representar al pueblo, razón por la cual han presentado candidatos que son exaltados por sus copartidarios y defenestrados por sus contendores.
Es la dinámica, pero más allá de las tradicionales grandilocuencias en la pública presentación de los perfiles candidaturales, pugnan visiones del país y de cómo manejarlo.
A estas alturas está claro que en la dirigencia opositora venezolana se resume y representa una detestable posición que considera al capitalismo y su trágica periferia como la salvación, y como es de esperarse, su sagrado templo es Estados unidos.
Probablemente aburra repetir que quienes sostienen esta mirada del mundo asumen al pueblo sólo como anónimos generadores de su riqueza y a quien debe escamoteársele toda posibilidad de desarrollo y felicidad, pues es en la estructuración de la miseria del pueblo donde se edifica la prosperidad de los capitalistas y sus abominables operarios.
La llamada "Unidad democrática" resume reiterados intentos de desestabilización del proceso democrático venezolano y ante la evidente falta de apoyo popular, asume vías fascistas que fundamentan sus esfuerzos en lograr que el imperialismo estadounidense invada a Venezuela y, luego de derrotado el gobierno chavista y asesinada su vanguardia, sea colocada la antinacional elite opositora al frente del poder nacional.
La oposición ha trabajado con muchísimo empeño para desprestigiar el país y articular una guerra económica contra el pueblo. El dantesco objetivo de tal guerra es lograr que las víctimas de ésta, se rebelen contra sus hermanos chavistas y se hagan aliados de sus verdugos de la oposición.
Trágica situación en la que el engaño y la manipulación son tejidos de manera tan fina, que los explotados y víctimas de la especulación y el acaparamiento llegan a tal nivel de desesperación que se alienan de tal manera que empiezan a dudar de los únicos amigos que tienen: el chavismo.
Una vez inoculada la duda y germinada la falta de fe, empiezan a ver a los verdugos, acaparadores y especuladores, como posibles solucionadores de la situación de crisis arteramente creada por los mismos verdugos.
Allí estriba la finura del plan de los canallas de la oligarquía: Lograr que el pueblo llegue a ver a sus verdugos históricos como los que pueden solucionar los problemas de la gente.
Es complicado este escenario de manipulación comunicacional en el cual los enemigos del pueblo logran imponer una perspectiva en la que parecieran ser parte de la solución, mientras que la política comunicacional del gobierno no ha logrado eficientemente burlar tales acciones de la oligarquía.
Frente a este panorama, en diciembre nos tocará escoger entre aquellos que nos entregarán a las políticas hambreadoras del FMI o los que, bajo la conducción espiritual de Hugo Chávez seguirán luchando para garantizar al pueblo venezolano el ejercicio de sus derechos y la búsqueda constante de la felicidad de la gente.
En la disyuntiva parece fácil escoger, si uno no tiene el alma envenenada de alienación o de odio.
Por mi parte, y con plena responsabilidad, ya tengo mis candidatos y me identifico plenamente con la consigna de que los míos son los candidatos de la patria.
No espero que mis candidatos sean perfectos, porque no es su manera de ser particular por lo que voto, sino porque forman parte de un colectivo que enfrentará a todos aquellos que en el parlamento quieran hipotecar la patria,
No pretendo que mis candidatos sean simpáticos, porque no les quiero para ir a fiestas, y no me interesa si son viejos o jóvenes, porque la lealtad al pueblo no es un asunto de edades o cronologías.
Mis candidatos cuentan conmigo y yo con ellos, así no nos conozcamos, pero cuento con ellos para que hagan urgente la palabra de Chávez y salven el presente y futuro de nuestro pueblo.
Los candidatos en la tierra donde yo resido son Diosdado Cabello, Euribes Guevara, Hugo Carvajal, Gladys Barreto, Ana Fuentes y Carlos Flores.
Todos tienen trayectoria y han prestado buenos servicios al pueblo, y no en valde la mayoría de ellos son perseguidos y atacados por el imperio y sus operarios locales, porque como debe saberse a estas alturas, basta con defender la patria para que la oligarquía te desprestigie y satanice.
Ha sido así desde hace mucho y durante otro tiempo así seguirá, pero lo cierto, lo muy cierto y lo que públicamente afirmo, como debe hacerse en estos tiempos, es que votaré por mis candidatos, que como ya afirmé, son los del pueblo; es decir, los del PSUV.