Negar que hay una guerra económica y que la patria se encuentra bajo la amenaza del fascismo luego del descalabro electoral del 6D, producto de un plan bien orquestado para salir de la revolución bolivariana, sueño dorado de la derecha genuflexa venezolana, que pretende cambiar la soberanía y dignidad de la patria por un puñado de dólares y una curul en la Asamblea Nacional, sería como negar que el sol sale en cada amanecer, pero también escudarnos en ese hecho exclusivamente para desde allí ver la experiencia del domingo 6 de diciembre, sería negar una realidad existente.
Todo enfermo, necesita reconocer que efectivamente está mal y que debe cooperar con el médico tratante para recuperar su salud. Ni más ni menos nos corresponde a los revolucionarios en este momento de desconcierto, frente a un fenómeno que no se puede despachar así nada más.
Tenemos que reconocer que nuestra revolución está enferma y que para superar su patología, requiere no solo del esfuerzo del médico, sino del apoyo familiar y en esa dirección tenemos que marchar. En ese traspiés del domingo6 hubo muchos factores, a parte del malestar de las colas y los exorbitantes precios que hay que pagar para adquirir todos los artículos de primera necesidad, están otras acciones que conspiraron contra la revolución, como el caso de los bancos bicentenarios, que someten a insoportables colas a usuarios y pensionados, para de paso cuando finalmente la persona llega a taquilla, se encuentra con la sorpresa que no hay suficiente efectivo y que por ende solo va a cobrar, lo que al empleado del banco le parece justo y no lo que tiene depositado en la entidad.
El mal servicio en algunas áreas de la administración pública y el maltrato al publico por parte de empleados, que piensan que al cumplir con su deber están haciendo un favor, caso patente y patético el del IVSS, cuando debe validar un reposo o simplemente una consulta, no falta quien se lleva los problemas del hogar al sitio de trabajo y se los endosa a quien va en solicitud de un derecho adquirido.
Eso forma parte de la falta de conciencia revolucionaria y de la gran cantidad de personas adversas al proceso que están agazapadas allí haciendo su trabajo de contrarrevolución. Esto nos indica que no estamos haciendo la tarea de contraloría social y de formación ideológica y por eso los votos emocionales que dieron una mayoría parlamentaria a una mafia que irá tan pronto se instalen en sus cargos, en contra de los intereses de quienes les dieron el voto.
La impunidad contra los crímenes de la derecha, creo temor y desconciertos, entre quienes no están claros ideológicamente y tuvo su influencia a la hora de votar. Algunos beneficios como los taxis y buses de la Misión Transporte, se han convertido en armas contra el pueblo, que es explotado y maltratado por quienes cubren las rutas, que lejos de prestar un servicio lo que hacen es espoliar al usuario. Todo ello porque las instancias de gobierno, llámese regional o municipal a quienes compete poner correctivos voltean para otro lado. A esto hay que añadir que muchas organizaciones comunales son solo comités de aplausos, temerosos de perder el favor oficial.
Bueno es reconocer que hemos fallado y es hora de fortalecer la unidad para emprender con nuevos brios el relanzamiento de la revolución, luego de una crítica reflexión que nos permita identificar los factores que llevaron al electorado a caer en brazos de sus verdugos. La mitad de los sufragios obtenidos por la MUD no son votos conscientes, son votos endosados, producto de la rabia o desorientación momentánea.
No es momento para el lloriqueo, ni para achicopalarse, es momento de empujar con fuerza, es momento de soplar las llama de la fragua para templar el acero de la conciencia revolucionaria. El pueblo nos sacudió vamos a su encuentro.