La debacle electoral de la revolución bolivariana el 6D fue "la crónica de una muerte anunciada". Bastante esfuerzos hicimos desde nuestras trincheras de lucha para ver si quienes manejan las riendas del poder nos oían y entraban en sintonía con la realidad, que en el día a día vive el pueblo venezolano.
Pero mas fuerte que los esfuerzos de quienes avizorábamos una escenario peligroso para el proceso resultó la burbuja, en que la borrachera del poder encerró al liderazgo central del proceso, que supra estimó la capacidad de su "maquinaria política", para captar votos, sin hacer caso del calvario que en el día a día viven el padre y madre de familia, para llevar el alimento con que paliar el hambre en casa. Ese viacrucis se configura por muchas razones: la primera con las kilométricas colas que debe sortear por hasta diez y más horas, para ver si encuentra la harina, la leche, el pañal, el azúcar y demás productos secuestrados por el bachaqueo. La otra para ver si le alcanza el sueldo para comprarla dada, la especulación que ha disparado los precios sin parangón en la historia, y la más peliaguda, esconder los cobres para evitar que en la cola le den un estrujón o lo sometan con un arma y se los quiten y lo dejen como pajarito en grama. Finalmente exponerse a que llegue el guapo de barrio y le caiga a golpes para quitarle el puesto en la cola. Toda esta gama de irregularidades no hubo, ni hay todavía forma de controlarla, porque pensamos que con pretender a través de la TV hacer creer que todo está color de rosas y que "somos pueblo valiente" es suficiente.
Cuantos millones de caracteres han sido vertidos a través de Aporrea y de otros medios, casi rogando a los líderes, que dieran el golpe de timón, que anunció el Comandante Supremo, antes de marcharse, pidiéndoles que pusieran el oído en la calle, que bajaran a las bases a dialogar con el pueblo en vez de hacerlo con Fedecámaras, Consecomercio, Lorenzo Mendoza y compañía, quienes con falsas promesas, seguían llevándose los dólares para utilizarlos en la conspiración, en vez de fortalecer la producción.
Lamentablemente ninguno de los "escribidores de gamelote" tuvimos eco y por toda respuesta, solo se dijo despectivamente que eran desvaríos de la izquierda trasnochada y de los campeones del teclado que solo buscábamos hacer daño al proceso revolucionario. Se desoyeron las voces de camaradas criollos, expertos, que fueron arquitectos del sistema económica lanzado por Chávez, para oír asesores europeos fracasados en su país y que obviamente no responden a los intereses de la revolución bolivariana.
Admitamos que son errores que pueden cometerse en funciones de gobierno quizás influenciados por "amigos cercanos". Pero ya es hora de rectificar, pero de verdad, que el pueblo lo sienta, no de micrófonos en cadenas mediáticas, que dejan en los colectivos el mismo sabor de frustración que dejan los optimistas mensajes, mientras la derecha nos devora.
Los resultados de 7.707.422 votos para la MUD y 5.599.025, para la revolución tienen que darnos unas lecciones. La primera, asumir que el PSUV al igual que Acción Democrática, como maquinaria electoral para fabricar y atornillar candidatos se desgastó y fracasó ante una realidad insoslayable, como es la crisis económica. Otra lección, es que con partidos con direcciones verticales, cerrados a la crítica, con vacas sagradas intocables, "los fundadores" y la espada suspendida sobre la cabeza de la disidencia crítica, difícilmente se pueda construir la revolución y mucho menos el socialismo. "Empoderar al pueblo", para que me sirva de escalera, sin darle el auténtico poder y la beligerancia en la discusión del modelo de país que queremos y necesitamos, no es la vía que conocemos los revolucionarios y en la que tanto insistió el Comandante. El nefasto maletín de la IV y el cacicato partidista tiene que desaparecer para desde la autocrítica y la rectificación sincera, comenzar de nuevo a fortalecer el edificio de la revolución, que ahora es cuando tiene base, pero necesita una nueva arquitectura, que lo saque del cascaron capitalista para que surja la estructura nueva, la socialista.
Hemos insistido hasta la saciedad con aquella sentencia de Víctor Hugo, que no hay cosas más inútil que vencer sin convencer. Justo, es lo que hemos hecho a través de los 16 años de revolución, hemos vencido pero no hemos convencido, porque la fortaleza ha estado en una militancia emocional, a la cual no hemos convertido en militancia de corazón y esa militancia, o se abstuvo o simplemente nos aplicó el viejo y gastado, pero efectivo voto castigo.
Sin embargo a esta alturas del partido no vemos cambios en la alineación, nos seguimos desgastando en gritos y embestidas contra el trapo rojo que nos muestra la MUD, a través de la mayoría en la Asamblea Nacional. No hemos visto un cambio en el discurso, un nuevo acento en el trabajo ideológico, seguimos con el mismo libreto. No combatamos las bravuconería con mas bravuconería. Inventemos, como llegar a la base chavista atemorizada o desmoralizada.
El pueblo bolivariano y chavista que está allí intacto, una mayoría activo y una minoría rezagada, que se abstuvo o votó por la MUD, por miedo a que revivieran las guarimbas y atemorizados por las guapetonería de los criminales de derecha, que ante la impunidad del estado siguen adueñándose del espectro comunicacional, para manipular al pueblo y ahora hasta con inmunidad parlamentaria y poder para sacar al presidente de la república, gracias a la mayoría, que por rabia y por desesperación le dio el pueblo venezolano, ese mismo que eligió, legitimó y reeligió al Comandante Hugo Rafael Chávez Frías con más del 50 por ciento de los votos, en tres oportunidades. Esta enseñanza, nos está gritando que, rectificamos o nos tritura el trapiche de la historia.