Qué lamentable el bajo, triste y pobre nivel que muestra la dirigencia oposicionista nacional, cuando de abordar temas serios se trata. Es un “liderazgo” al que le queda muy grande el pueblo al que dice representar.
No dejo de cultivar la esperanza de que algún día, ese mismo pueblo, encuentre un vocero que sepa plantear con responsabilidad y altura sus molestias e inconformidades sin recurrir a la miseria, la mentira y el chantaje que mucho daño hacen al desarrollo del arte de la política.
¿Cómo es eso de que las y los revolucionarios no tienen derecho a ejercer su derecho ante a ley, respecto a algunos resultados en determinados circuitos? ¿dónde está escrito que deben quedarse como muertos? ¿acaso ser civilista equivale a dejarse someter cuando se sospeche de alguna irregularidad? ¿entonces deben calarse la vieja y repugnante treta de que los muertos votan?
Dejemos las cosas en claro: una cosa es que nuestro sistema electoral sea perfecto, que los resultados se correspondan con los votos emitidos y otra, muy diferente, que existan delincuentes capaces de resucitar a quienes cambiaron de dimensión para ponerlos a sufragar por sus bastardos intereses. ¡No me jodan!
Lo del estado Amazonas ya es público y notorio. Lo dijo la propia secretaria de Gobierno, Victoria Franchi y la escuchó todo el país: en esa entidad pudieron a votar a los difuntos. Además, son unos difuntos capitalistas, porque todo fue a punta de plata.
Con las cosas así, ¿qué quiere la cúpula opositora? ¿Qué se le diga amén a semejante exabrupto? ¿hay que aceptar el retorno de los tiempos de Bernabé Gutiérrez cuando ganaba esa Gobernación con el mismísimo modus operandi? ¿qué tiene que ver un sistema electoral perfecto con algunos funcionarios de mesa que se venden por unos miserables cobres?
A mí que no me corten con ese cuchillo de papel. Quienes ganaron en buena lid, ganaron. Pero donde hubo chanchullo, que se revise y se respete la decisión de la autoridad. No comamos malandraje opositor.