Corrupción, mafias y bachaqueo, engendros naturales del capitalismo y cómo confrontarlos sin morir en el intento

Muchos consideran que los fenómenos de la corrupción de funcionarios públicos, las mafias y el bachaqueo son productos perversos y distintos a la sana y burguesa actividad de lucrarse apropiándose del trabajo de los demás.

La confusión surge porque las "apariencias de legalidad formal" nublan el hecho sustantivo que dichas actividades empresariales delictivas solo difieren de las actividades capitalistas legítimas, en un mercadeo más "agresivo". El error en la caracterización lleva al error en la estrategia, creyendo que se requieren acciones distintas para enfrentar a la burguesía (legal) y al delincuente económico (ilegal).

No existe ningún negocio capitalista en el mundo que no esté marcado por la actitud delincuencial de las "empresas legítimas". Repasemos tan solo los casos más recientes:

  1. Automóvil
    1. Volkswagen instaló un dispositivo en sus modernísimos vehículos para engañar las mediciones de desechos tóxicos de los motores diesel.
    2. Las rutinarias estafas de la industria ensambladora venezolana ante CADIVI y luego CENCOEX.
  2. Energía
    1. Las estafas con los "cortes de luz" de Enron en California y la contabilidad amañada por la para entonces mayor empresa consultora del mundo, Arthur Anderssen.
    2. Los lindos desperdicios de Exxon o BP en Alaska, Golfo de México o las selvas de Ecuador y el cinismo de demandar a los afectados.
  3. Farmacéutica.

Estos son mafiosos tan descarados que ruborizarían al Chapo Guzmán y a Al Capone, por la secuela de víctimas que han dejado. La lista es tan larga que prefiero referirlos a mi artículo "Mercaderes de enfermedades y ahora de divisas".

  1. Banca y finanzas.
    1. Tal vez los mayores "peluches" del mundo criminal. Estos tipos destruyen naciones completas de un solo coñazo, incluso las suyas propias, como lo hicieron en el 2008 con los eufemísticamente llamados "activos tóxicos". Es decir el engaño masivo de especular con carteras constituidas por hipotecas que ellos sabían que los trabajadores jamás podrían pagar, hasta que el globo explotó, llevándose a los prestigios negocios como Lehman Brothers y Goldman Sachs a la quiebra. Pero por supuesto ellos no pagaron cárcel, para eso los ayudó el "Estado socialista norteamericano" liderado por Bush, el cual nacionalizó la banca para poderla salvar con auxilios sacados de los bolsillos de los pendejos paga-impuestos.
    2. Las actividades mafiosas de Citigroup, Deutsche Bank, HSBC, JPMorgan, Royal Bank of Scotland y UBS, son tan descaradas que hasta los propios gobiernos, como el de Canadá, han tenido que llamarles la atención para que mitiguen sus actividades mafiosas en contra de la gente, como manipular los préstamos de todo el mundo para ganar más dinero.
    3. Es imposible dejar de lado el gigantesco negocio de la Banca Internacional de los paraísos fiscales, donde se encargan de lavar miles de millones de dólares de dudosa procedencia. Y esto no lo hace en oscuros países de las Antillas, sino en las propias sedes de las metrópolis mundiales como la City de Londres o Wall Street y sus delegaciones offshore en…. Delaware, Holanda, Suiza, Reino Unido y Luxemburgo.
  2. Alimentos.
    1. Sin duda el mayor ente criminal es Monsanto, quien a punta de sobornos y violencia física y psicológica se ha ido adueñando de tierras en todo el mundo, llevando a los campesinos a la miseria y al suicidio, y envenenando a media humanidad con sus peligrosos alimentos transgénicos.

Aunque me referí principalmente al escenario internacional, haciendo un poquito de memoria encontraremos a estos mismos personajes o sus agentes en Venezuela haciendo de las suyas. La especulación con mercancías y divisas, el remarcaje de precios, el acaparamiento, el contrabando, la escasez artificial, la cartelización, el soborno, son tan comunes acá, que prácticamente quien no la práctica en nuestro medio empresarial es considerado un pendejo. El fraude empresarial está tan institucionalizado en Venezuela que hasta aceptamos como normal que un litro son 800 ml….

Establecidos estos hechos empíricos de la dura realidad que vivimos todos los días, entonces la pregunta que surge de inmediato es ¿cómo sobrados camaradas, curtidos en luchas, pueden llegar a pensar que existe una diferencia entre estos peluches y el Chapo Guzmán?

La respuesta es el profundo efecto ideológico que nos lleva a comernos con plato y todo, los relatos que el capitalismo nos ha preparado, haciéndonos creer hasta de manera inconsciente, que hay una diferencia real entre los empresarios y los mafiosos. La cura para tal enfermedad, es otra vez, investigar seriamente y dejar de lado nuestras ideas y conceptos formales que no se fundamenten en la realidad. Abandonemos el librito y las formalidades y ejerzamos el escepticismo crítico sobre todo, en especial sobre las cosas que nos vende el capitalismo.

El burgués que no es mafioso es porque aún no tiene poder para serlo.

Los mafiosos son empresarios y si estos no lo son es porque no han podido. La diferencia es formal. El traficante con alcohol en EEUU de los años ´20 era un delincuente, como hoy lo es el de marihuana. Pero como hemos visto, una vez legalizados ambas drogas, ahora los antiguos delincuentes son empresarios respetados. Igual podría decirse de la esclavitud, que hoy día es mal vista en la mayor parte del mundo, pero que fue un negocio absolutamente legítimo hasta hace unos 50 años en algunos países. Lo contrario también ocurre, el que se dedicaba a comerciar con dólares, era un cambista, luego del control de cambios se convirtió en un mal visto raspa-cupo.

En lo sustantivo lo que hacen todos estos sujetos, es lo mismo: realizan una actividad social en la cual intercambian bienes y servicios (incluido intangibles) esperando obtener un beneficio, un lucro. Evidentemente lo que ofrecen tiene valor para alguien, de lo contrario sería como el aire y estaría fuera del comercio. Ahora bien, en determinado momento por una u otra razón establecemos que cosa es legal o no intercambiar, pero esto no cambia el hecho que mientras exista una necesidad (real o ficticia) existirá alguien buscando satisfacerla a cambio de un beneficio. La prohibición lejos de eliminar el comercio ilícito es un estímulo para mayores ganancias y para "emprendedores duros" amantes del riesgo y de la adrenalina.

Nos gustaría pensar en una imagen rosa y falsa de la realidad vendida por los aparatos ideológicos, acerca de que existen necesidades y medios legítimos de satisfacerlos. Pero la realidad otra vez nos muestra que eso no ocurre. Puede que yo obtenga un beneficio en una relación de intercambio "legítima", en la cual obtengo una ganancia a cambio de la venta de un producto o la prestación de un servicio, sobre la base exclusiva de la satisfacción de la necesidad de un cliente. Eso asumiendo que no tengo ningún poder sobre el cliente y que su elección de mi producto o servicio fue debido a lo maravilloso del mercadeo, la superior calidad de mis productos o simplemente fue lo primero que consiguió. Este sería otra vez el caso de la pequeña panadería del portugués. Puedo o no comprar su pan, porque me es más cómodo y porque ofrece un precio razonable.

Pero (nunca falta un pero), mi proveedor también puede obtener una ganancia no por el producto o servicio que me vende, sino en base a un poder sobre mí. Para él sería maravilloso, para mí una tremenda jodida. Y esa es precisamente la clave, el beneficio puede ser obtenido con un cambio de grado en nuestra relación comercial (¿?), que podría ir desde el simple hecho que es la única panadería de la zona, porque el bichito se encargó de amenazar a posibles panaderos competidores, hasta amenazar mi integridad física, si compro pan en otro lado. Las variaciones son infinitas, podría también cartelizar el mercado poniéndose de acuerdo con los otros panaderos para poner el precio del pan al valor que les dé la gana, o reservarse de manera exclusiva la clientela de una zona determinada. Y el feliz, porque consiguió una manera más eficaz de obtener ganancias sin necesidad de pasar por esos molestos procesos de incrementar la relación precio/valor, a cambio del ejercicio de un poco de coerción. Pero también puede desarrollar métodos más sutiles y perversos, apelando a mis instintos primarios de placer y volverme adicto a su mercancía, con lo cual obtiene lo mismo: ganancias aseguradas y sin necesidad de violencia física.

Exactamente eso es lo que hacen las grandes empresas y lo que las imitan, como nuestros "emprendedores duros". El libre mercado efectivamente como Adam Smith dijo, actúa como una mano invisible, pero no para ajustar los precios, sino para introducir profundas desigualdades entre los agentes económicos, gracias a mecanismos de retroalimentación positiva que terminan beneficiando a unos pocos. Finalmente, estos últimos adquieren tal posición de dominio que les permite lucrarse por "medios no tan inocentes", y eso es justamente lo que hacen los peluchitos que mencioné antes, es decir lucrarse al más bajo costo posible, ahorrándose dinero no solo con mano de obra barata, sino saltándose cualquier barrera que se oponga a sus objetivos de lucro, sean laborales, morales, ecologistas, técnicas, normativas, políticas y de cualquier otro tipo.

La corrupción

En su búsqueda de ganancia vale todo, tan solo hay que cuidar las formas. Aceitar la maquinaria estatal, es solo una parte más de la inversión que multiplicará las ganancias. Esto es tan inherente al sistema capitalista, que en los EEUU, han inventado eso de los Lobbys, es decir una forma estilizada de reconocer el soborno a los funcionarios públicos para cooperar con el enriquecimiento de los burgueses. Últimamente han avanzado un poco más en esta legitimización descarada del soborno, a través de lo que llaman "el financiamiento de las campañas electorales", levantando sin pudor los límites al financiamiento a la plutocracia made in USA.

Aquí aún no hemos llegado a estos refinamientos, nuestra falsa moralidad tercemundista todavía no nos lo permite. Mientras tanto, los grandes ladrones del mundo, nos señalan con el dedo mostrándonos como el país campeón de la corrupción.

Es bueno tener presente otra vez al viejo Gaston Leval quien nos recordaba la lección que todo Estado nace de la conquista y de la guerra (incluso nosotros). Son los guerreros triunfantes los grandes administradores públicos, porque demasiado rápido descubren que la rapiña y el bandidaje agotan rápidamente su tasa de ganancia porque acaban con la gallinita de los huevos de oro, por lo tanto requieren otras formas más eficaces de seguir con lo mismo: robarle la plata a los demás, es decir a los que perdieron la guerra, pero ahora en paz.

Si piensan que es mentira o una exageración, repasen la historia reciente de Europa y verán que los guerreros vikingos son los grandes fundadores de los estados más poderosos: la nobleza actual inglesa es vikinga, aunque lo disimule; los normandos franceses eran vikingos; el estado ruso, aunque no le guste a los eslavos, también es de origen vikingo. El resto fue obra de otros pueblos germánicos guerreros: España por los godos y Austria y Alemania por los germanos. Como lo notan algunos historiadores, la inestabilidad de los estados eslavos de los Balcanes parece tener su origen en que fueron pueblos vencidos por guerreros griegos, romanos, germanos, turcos y austríacos a lo largo de la historia, jamás vencieron a nadie.

De allí que la administración pública refleje la misma estructura de mando de los ejércitos y su división de trabajo, solo que ahora en vez de guerrear para saquear, se trata de administrar para seguir saqueando. Y de allí derivan esas leyes (que mixtificamos creyéndonos que separan lo justo de lo injusto) cuyo fin no es otro que el saqueo en santa paz.

Esta institución tiene pues su origen en la guerra y su fin es poder vivir sin trabajar a costa de explotar a los demás. De modo que al capitalismo, esta institución le queda de maravillas para sus objetivos de asegurar e incrementar las tasas de ganancias. Así que una vez más, es iluso pensar en el Estado como una especie de contrafuerte a los malévolos peluchitos capitalistas. Todo lo contrario, él está allí para facilitar e incrementar este proceso de transferencia de riquezas de muchos hacia unos pocos. Esta es su esencia. El problema es que este carácter clasista del Estado es a veces desdibujado por los añadidos que desde fines del siglo XIX vienen incorporándosele, pero como magistralmente lo mostraron Gramsci y Althusser, su rol esencial sigue siendo el mismo.

En este marco de ideas luce clarísimo que la corrupción no es un problema debido a la poca o nula ética de ciertos funcionarios. Es inherente al sistema, no es una excrecencia, es parte del rol que cumple el estado en el sistema capitalista. El hecho que pareciera que vivimos en un país donde la corrupción está desatada, nubla el hecho cierto que la corrupción campea a sus anchas en los países capitalistas avanzados, es solo una diferencia de estilo y de forma, entre la coima grosera de nuestros jefazos de turno y el lobby norteamericano o el reparto de las riquezas de Grecia en manos de unos avispados alemanes, amparados por el superestado de la Troika Europea.

Algunos pensarán, bueno pero y ¿dónde está la ética? Aunque comparto la importancia de la ética, esta no puede sobrestimarse. Los experimentos realizados incluso con niños, muestran que si la gente sabe que puede salirse con las suyas, hasta el mismo Jesucristo se hubiese metido par de panes y una copa de vino en la túnica al salir de la Boda de Canaán. Esos mismos experimentos muestran como se reducen las posibilidades de embolsillarnos algo que no es nuestro, si estamos expuestos socialmente. Es decir el rechazo social resultado de que nos descubran, resulta más fuerte que el temor a la sanción penal y conduce a que nos comportemos como santas palomas. Por ello, para reforzar nuestra vacilante ética, siempre es bueno exponernos al riesgo de que nos vean la mayor cantidad posible de los miembros de nuestra comunidad, asumiendo claro está que esta no es la Corte de los Milagros o la Banda del Picure y que nosotros no somos unos psicópatas antisociales.

El Bachaqueo

En la dinámica generada por el afán de lucro se inscribe también el bachaqueo, que no es más que otro nombre para la especulación y si nos resulta más chocante es solo por ese sesgo cognitivo de los humanos, de ser más afectados por lo inmediato que por lo lejano. Esa es toda la diferencia. Nos hiere más ver a esos malandros pobres especulando, que a los dueños anónimos de las cadenas de supermercados y farmacias que hacen exactamente lo mismo y a una escala miles de veces mayor. Los bachaqueros son solo una extensión de la cadena de comercialización de los "comerciantes honestos", la cual ha revelado nuevos nichos para obtener ganancias aún mayores manipulando la distribución. Todo ello sin necesidad de invertir una puya o realizar algún esfuerzo adicional. Es ganancia free. La materialización del paraíso soñado por todo capitalista gracias a un gobierno socialista.

La confrontación

Una vez develada la identidad entre capitalistas "legales" e "ilegales", la estrategia para enfrentar a los últimos que tanto le preocupa a mi estimados amigos, no es sino la misma que se utiliza en esta ya larga lucha contra la burguesía. El hecho que el mafioso haga un uso descarado de la amenaza y la violencia, en nada difiere de la que el capitalista con sus tribunales, policías, ejércitos, medios de comunicación y toda una panoplia de recursos, puede movilizar en contra del trabajador. Macri nos está dando clarísimas lecciones sobre esto. La única diferencia es la inmediatez de la violencia y la amenaza del primero frente a la más sofisticada, sutil y eficaz ejercida por el segundo.

La estrategia es la misma: impedir la apropiación de la riqueza generada por el trabajo de los demás, sea que esta apropiación se haga en un primer grado por la explotación directa del trabajador o en segundo grado por los otros mecanismos "legales" o "ilegales", como el contrabando, la especulación, la inflación, el acaparamiento, el fraude, la estafa, la corrupción, la extorsión, el secuestro o la amenaza física o psicológica. Parodiando a Proudhon, la propiedad privada de los bienes de producción de riqueza "legal" o "ilegal" sigue siendo un robo.

Las armas pasan entonces por todas las formas de luchas que el movimiento obrero ha desarrollado desde hace 200 años y las nuevas formas que puedan surgir, desde la lucha parlamentaria, la organización política, el boicot, la resistencia pacífica, la huelga, la huelga insurreccional, el internacionalismo, las alianzas de trabajadores y otros sectores populares, la propaganda y la denuncia, el sindicalismo revolucionario, las milicias populares, los consejos de trabajadores, la expropiación revolucionaria, la autogestión de empresas, las ocupaciones, las comunas, hasta las más modernas como el hacking y las multitudes inteligentes.

He aquí el escenario y los instrumentos para derrotar la guerra económica.

¿Qué falta? La voluntad política.



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Bernardo Ancidey

Licenciado en Física.

 bernardo.ancidey@gmail.com

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