Es un deber impostergable de la revolución, buscar aquellos puntos generales de enlace, como venezolanos y como indoamericanos-caribeños para enfrentar la crisis y darle sustento al partido y al gran polo patriótico, que debe ampliarse en la medida en que entremos en plena sintonía con las mayorías nacionales para reducir al mínimo la base de sustentación interna y externa del imperialismo. El país nos reclama que actuemos ya.Con eficacia, por encima de ataduras burocráticas, Constitución en mano.
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Venezuela está montada en el volcán de la mediática del diablo o del capitalismo especulativo global. Extrañamente hemos pasado a ser más "peligrosos", inusuales y extraordinarios, que Cuba, las FARC, Irán, mientras la oposición solicita una "amnistía" para darle continuidad a la impunidad y la invisibilización de todas las guerras desatadas contra el país, la degradación económica, cultural, moral y espiritual, mientras el imperio regresaría, garrote en mano con el decreto Obama y su aparato paramilitar a torcernos el brazo y el cogote. ¿Amnistía o impunidad revanchista con los pantalones prestados al pentágono? En oposición o en gobierno, la revolución sigue poniendo los muertos de ayer y de hoy. ¿No es así camaradas Ricardo Duran, Robert Serra y María Herrera, Eliecer Otayza y Danilo Ánderson, Jorge Rodríguez (padre), Alberto Lovera y Livia Guvernier? ¿Y Sabino y los muertos del pueblo yukpa y los campesinos de Yaracuy? ¿Y las víctimas de la violencia de las guarimbas, sabotajes, paros y golpes? ¿Qué hubiese pensado la gente de AD, si alguien en la Cuarta República hubiese traído los esbirros de la Seguridad Nacional de Pérez Jiménez a las instituciones del Estado para el resguardo personal de algunas autoridades electas?¿Es este descaro el que reclama una amnistía?
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Punto de partida: No todo tiempo pasado fue mejor, ni todo presente es globalmente superior (o inferior) a todo pasado.
Todo presente tiene su propia especificidad, sus propias necesidades y exigencias históricas impostergables, inmediatas, del aquí y ahora de la política y de trascendencia estratégica y espiritual, sin dejar de aprender del pasado para fomentar la esperanza y construir el futuro. Sembrar la esperanza es el reto en medio del caos de esta crisis, agudizada por la guerra económica, paramilitar, guerra del petróleo y el moño de la locura desatado por la dictadura mediática mundial centrada sobre Venezuela. Las crisis dan dos opciones: le ponemos el pecho y nos elevamos por encima de la tormenta como el Águila o nos aplastan.
No siempre la Academia es la "casa de luz" que vence las sombras y no siempre, la voz del pueblo es la voz de Dios.
- Ir a la raíz, ser radical. Entender que toda cultura viene del pueblo, que la academia debe refundarse en el pueblo mismo, en su praxis concreta, en su acción política y en sus espiritualidades regeneradoras; que pueblos y academias deben reencontrarse en la inter-culturalidad del conocimiento, fundamentando simultáneamente –desde la praxis- ciencias y tecnologías, filosofías, artes y espiritualidades como fuentes expresivas de la diversidad y de la creatividad popular, manejando la innovación en el entronque con la historia y la cultura en la visión general y particular de la acción política. Que el pueblo/pueblo debe reencontrarse con la Academia desde sus propias vías del conocimiento y de la historia vivida para que Academia –y pueblo mismo- puedan vislumbrar y acceder a la interculturalidad del conocimiento en una regeneración humana y espiritual recíproca. Particularmente para que las academias accedan y contribuyan a profundizar la descolonización, la revolución cultural y educativa apoyada en la identidad de los pueblos colonizados y en la cultura propia de cada pueblo. Conclusión: la revolución cultural y educativa, no es un barrer los pueblos y culturas originarias y las histórica y geográficamente arraigadas para generar una "cultura nueva" o un "pueblo nuevo", sin raíces, sin antecedentes históricos, culturales y ecológicos. El llamado "hombre –y mujer- nuevos", serán nuevos y ancestrales al mismo tiempo, con todos los atributos de sus identidades. Obstáculos: la memoria de los pueblos, no está al alcance de la mano, no está del todo disponible, ha sido interferida por el colonialismo cultural, educativo y mediático; la Academia es formada por el colonialismo cultural, forma en el discurso único de Occidente (particularmente en el discurso único de la ilustración, que limitó bastante la capacidad de ver, incluir y comprender a la primera independencia, produciendo una visión reducida y reductora de nuestra identidad desde el hispanocentrismo de la ideología mestiza): no somos indios, no somos africanos, no somos españoles o europeos, no somos norteamericanos. No somos nada.Sabíamos ya que no éramos ni norteamericanos, ni europeos, pero no sabíamos quiénes somos. Sin embargo, el hecho real y constatado es que en más de medio milenio de resistencia indígena, tenemos pueblos y comunidades indígenas en el seno de nuestros países y somos indo-descendientes, descendientes de africanos, descendientes de guanches canarios, hispanoárabes, descendientes de europeos. Pero, cada pueblo, país y continente se comienza a construir y sobre todo a refundar a partir de lo más originario, antiguo, constante y específico en todo su devenir y en su proceso de construcción histórica. De lo contario estaríamos naturalizando y convirtiendo en eternas las conquistas y colonialismos de ayer y de hoy. En síntesis: ningún pueblo tiene una sola identidad y dentro de ellas como país y continente, adscritos a culturas y ecologías específicas, en su proceso de liberación nacional y continental, prioriza las culturas originarias y lo más originario de las culturas históricamente más arraigadas y aquellas en proceso de arraigamiento. (Yo me siento más indoamericano y afroamericano, que hispanoamericano, iberoamericano y latinoamericano. Hugo Chávez)
-Ir a la raíz, ser radical: sólo el pueblo salva al pueblo. No podemos vivir de aproximaciones sucesivas de los agentes coloniales, ni de las castas intelectuales dominantes de nuestros países a nuestras realidades (posibilidades y límites de la literatura, por ejemplo). Es necesario, que cada sujeto histórico y social camine por sus propios pies desde procesos de construcción colectiva del conocimiento, de su propia realidad, de su proyecto histórico para entroncar con otros sujetos oprimidos y explotados en un proyecto común. El diálogo no es –como quiere la mayoría actual de la Asamblea Nacional- ajustarnos a las pretensiones del gran capital privado global y dejar al pueblo como la guayabera:¡por fuera!
-Ir a la raíz, ser radical: a Dios, al que no ves, lo debes conocer a través de tu prójimo al que ves y con el que convives (¿Si no amas a tu prójimo al que ves, cómo puedes amar a Dios, al que no ves?). Las teologías de la dominación establecen una relación individualista y vertical con Dios: "Dios y yo, mayoría aplastante", divisa de un grupo para-religioso convertido en partido secreto del dictador Onganía en Argentina. Pasan por alto lo del "ama a tu prójimo como a ti mismo" y ponen el énfasis en el "temor de Dios", más que en el Amor a Dios desde el encuentro y convivencia diaria, comunal y familiar con el vecino. Aluden un "amor a la humanidad" para no ver al vecino y al más próximo. Se declaran "apolíticos" para no comprometerse con un proyecto histórico. La Conferencia Episcopal y la UCAB están incapacitadas para el diálogo: son el brazo espiritual de Fedecámaras y del Pacto de Punto Fijo (ni una palabra de ellas contra la especulación y usura, el paramilitarismo, los banqueros prófugos y la degradación moral y espiritual mediática que genera un individualismo nunca visto del ¡sálvese quien pueda! ¡póngame donde haiga!). Balance: el capitalismo aprovechando bien debilidades y errores de la revolución nos ha sometido a una guerra global y particular, no convencional que promueve la ruptura de toda matriz colectiva, de todo sentimiento de solidaridad, acompañado de la degradación moral y espiritual en todos los órdenes y estratos de la sociedad venezolana con la finalidad de dejarnos sin brújula, sin patria y sin cielo, sin estrellas y esperanza. Banalización: No hay papel tualé pero tenemos patria. En conclusión: se olvida que todo diálogo posible y toda Constitución Nacional termina donde llega el Fondo Monetario Internacional. La patria pasa, con el pueblo a la clandestinidad. El currículo educativo lo decide el consenso de Wáshington, invalidando el cuento aquel de ¡con mis hijos no te metas!
UNO: primer deber de una revolución -y del revolucionario- asumir y defender la vida como una totalidad. Sentirnos -y comprometernos- como parte del mundo viviente, reconciliarnos con nosotros mismos, con los animales y las plantas, con los elementos que sostienen la vida: agua, aire, tierra y equilibrar el fuego (sin embargo hasta el fuego del sol lo hemos desequilibrado en su relación con la tierra). La cultura capitalista hegemónica de Occidente ha privilegiado el fuego sobre los demás elementos, creando el desequilibrio total. Pachacuti es el equilibrio. Reconciliarnos con el cosmos (Digamos con Whitman, "Me celebro y me canto a mí mismo y lo que diga de mí lo digo de ti, porque lo que yo tengo, lo tienes tu, y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también"). Clave: ahorrar agua y energía, no contaminar más a la Madre Tierra y desechar el consumismo desenfrenado. Administrarnos como sociedad y administrar el país con un perfil ético riguroso, construido y supervisado con nuestros propios pueblos y culturas.
DOS: El desequilibrio de la vida, de la naturaleza, comienza por un desequilibrio social, de unos sectores que se oponen a otros, y se van formando castas, clases y estamentos sociales que sobre-utilizan los elementos que sostienen la vida y sobre-explotan y esclavizan el trabajo de otros. Que rompen la unidad hombre-mujer, mujer-hombre.(En las filosofías indias, la unidad se compone de dos: hombre-mujer, joven-mayores, día-noche, luz-sombra.
TRES: Cuando este equilibrio está roto, no siempre la voz del pueblo es la voz de Dios, ni siempre la Academia o la Universidad es la "casa de luz que vence las sombras". Hay que buscar el diálogo entre el hombre y la mujer, restablecer la unidad cultura - naturaleza, entre el joven y la joven con el adulto o la adulta mayor. Entre pueblos y academias como vía para afrontar la más profunda crisis global y particular que la humanidad y el planeta hayan sufrido hasta hoy.
CUATRO: Hay que poner en claro el juego de intereses que conspiran contra la continuidad de la vida y contra el equilibrio social: las contradicciones de clases, castas y estamentos y como esas contradicciones impiden la paz con justicia, niegan el ecumenismo, la confraternidad, el encuentro de la humanidad con la comunidad y la familia: el racismo-clasista, el patriarcalismo, el apartheid, el eurocentrismo encastado en sus intereses como clase y cultura dominante, el logocentrismo, el imaginario de la "limpieza de sangre"…(con el desconocimiento y destrucción de otras culturas y civilizaciones, particularmente de los pueblos y comunidades originarias). Y sobre todo, el reencuentro con la Pachamama.
QUINTO: El diálogo inter-cultural sólo es posible, desde una praxis social y política, que entienda a los pueblos como el origen de toda cultura y su continuidad con la naturaleza; la reconciliación de las academias con la Madre Tierra, con sus pueblos, culturas y clases dominadas como base para construir, desde abajo la hegemonía de los poderes populares. Reconciliar la Academia con la geografía local, regional, nacional y continental. El gran poder económico capitalista estará siempre enfrentado, por su propia naturaleza, como lo ha visto el Papa Francisco, a toda posibilidad de reconciliación con la naturaleza, nuestros países y con el prójimo. Ver Eco-Encíclica.
SEXTO: De todo esto se desprende que la cultura propia, la educación propia, la historia propia de cada pueblo, la localización geográfica, histórica y cultural de cada civilización, de cada pueblo, de cada cultura, de cada localidad, de cada persona, es el punto de partida de la interculturalidad. Hay que romper con esa falsa idea de una supuesta "cultura general", que niega o que anula las culturas, idiomas y pueblos particulares. Lo particular y lo general son complementarios, no excluyentes. El antagonismo lo crea la hegemonía de castas, clases y estamentos de la cultura capitalista dominante. Reconciliar los macroproyectos de Estado con los microproyectos de los pueblos y comunidades.
Séptimo: la subcultura petrolera y minera ha generado una falsa cultura del facilismo, rentismo petrolero y minero, que arruinan "la tierra y el hombre". Hay que dar el salto a la ecoproducción de alimentos vegetales y animales, preservando el agua y el bosque como clave de la reproducción de los ecosistemas y de nuestra adaptación a ellos.(Que la vivienda no salga del bosque: Fruto Vivas). Parte de sus claves está en las etnociencias y tecnologías de convivencia indígena, que han producido alimentos sin destruir la cadena de la vida. Ver "Las torres y el viento". C. Rengifo. "Los pueblos indígenas de América hemos producido la mayor diversidad agroalimentaria del planeta" y tienen las claves para ampliar la ecobase agroalimentaria de la humanidad. (En Aporrea está nuestra ponencia con ese nombre). Propuesta: Simposio de los pueblos indígenas, Min Educación y organismos afines sobre "potencialidades agroalimentarias de los pueblos indígenas de Venezuela ante la crisis". Planteamiento hecho en Tucupita en la Jornada de Reflexión con los educadores a propósito de su día, con el acompañamiento de la profa Heidi Velásquez, Directora General de Educación Inicial.
OCTAVO: La FAO ha señalado que el hambre de la humanidad no se resolverá si no cuenta con la pequeña agricultura familiar y comunitaria, rural, urbana y semi-urbana, complemento de la mediana y de la macro-agricultura. Esto tiene mayor peso en una democracia participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural enfrentada a los grandes intereses del capital y de la guerra económica, donde la familia, la escuela, la comunidad y la pequeña y mediana empresa deben buscar la sustentabilidad alimenticia y de plantas medicinales de la mano de obra, al menos en un porcentaje importante, apelando a sus propias potencialidades ecológicas, humanas e interculturales. Esto exige un intercambio de saberes entre pueblo y academia para poner en alto relieve esas potencialidades adormecidas por el colonialismo cultural y ecológico para diversificar la producción agroalimentaria de primer orden y su calidad indiscutible sin mayores daños a los ecosistemas.
En síntesis: esta clave, combinada con el papel de las misiones sociales contribuye a darle base de sustentación desde los balcones, solares, jardines y caminos, conucos, andenes, islotes, varzeas, terrazas para la soberanía y seguridad alimentaria, especialmente frente a los problemas de sequías y los atropellos y saboteos permanentes del gran capital y de burócratas y políticos inescrupulosos. La soberanía y seguridad alimentaria son indispensables para garantizar la paz con justicia y la convivencia comunitaria.