A propósito de otro aniversario de su nacimiento

Antonio José de Sucre: el soldado que sembró la libertad

Antonio José de Sucre (1795- 1830) es uno de los venezolanos
más preclaros que entró en las páginas de nuestra historia por amor a la
libertad, a la patria y a su pueblo. También por su probidad,
desprendimiento, ecuanimidad y justicia en el cumplimiento de sus deberes
como hombre y como soldado de un ejercito que se echo el miedo a las
espaldas para romper las cadenas que oprimían a nuestras sociedades.

Antonio José de Sucre y el padre de la patria, El Libertador
Simón Bolívar, son las figuras tutelares, creadoras y resplandecientes de
nuestra patria. Por ello han trascendido los umbrales de la historia de la
inmortalidad.

La vida y obra de Antonio José de Sucre está llena de
episodios interesantes, que se llenan de luz con los grandes aportes que
dejó para beneficio de toda América Latina y de toda la humanidad. Fue él un
excepcional hombre de su tiempo, quien con sus reflexiones y preocupaciones
por la libertad e independencia de nuestros pueblos marcó pauta en el tiempo
que le toco vivir. Junto con el ejercito patriota él se dedicó a
construir un mundo mejor, una patria independiente de todo dominio foráneo.
Su preocupación fue amplia y se extendió por todos los pueblos, las llanuras
y cordillera andina, llegando hasta Perú y Ecuador, que hoy a 208 años de
su nacimiento, todavía andan luchando contra los grupos oligárquicos para
construir los espacios de la libertad.

Sucre fue testigo puntual de una historia que se desarrolló
con violencia. De allí, tal vez, su pensamiento y su energía los concentró
en el puño y filo de una espada para lograr la verdadera originalidad de las
sociedades americanas. Su espada nunca la empuñó para asesinar, sino más
bien para romper las cadenas del odio y la opresión, que mantenían hundida a
América en los charcos de la ignorancia y el sometimiento.

El despertar de América, el despertar de nuestra patria
Venezuela, comienza con los primeros gritos de Bolívar y Sucre. Con ellos
nace la semilla de la libertad. Sucre y Bolívar, fueron la energía que
impulsó a Venezuela, a Colombia, a Bolivia, a Ecuador y Perú, a emprender la
marcha por los caminos de la independencia. Ambos fueron protagonistas de
una época. Sus influencias, sus pensamientos no dejan de sentirse en la
actualidad, especialmente en estos momentos cuando grupos oligárquicos
quieren acabar con la democracia.

Resulta interesante recordar a estos dos hombres de nuestra
historia. Ambos dedicaron su vida, su tiempo su capacidad, sus fuerzas y
toda su voluntad para darnos ese don tan preciado como lo es la libertad.
Ambos líderes abrieron las puertas para que los vientos de la libertad
comenzaran a golpear suavemente el rostro y el corazón de los hijos de
América. Es la hora de que todos los venezolanos asumamos como estandarte
las ideas y principios de estos dos grandes hombres.

NACIMIENTO Y PANORAMA HISTORICO: Antonio José de Sucre nace
en la ciudad de Cumaná el 3 de febrero de 1795. Eran tiempos de gran
agitación política. Se vivían momentos desafiantes relacionados con el trono
español, cuyos signos de decadencia ya comienzan a ser visibles en las
colonias americanas. La inestabilidad es el signo que identifica la época en
que vivió Sucre.

En España y toda Europa comienzan a darse una serie de cambios
en el aspecto político, económico, social, cultural y religioso; que pronto
empezaron a influir en el despertar de América que comienza a vivir su hora
crepuscular. Surgen los primeros signos del descontento, anunciando las
tormentas del nuevo mundo. Y allí estaba Sucre, viendo surgir los brotes de
inquietud y protesta contra el régimen colonial. Él fue testigo y
protagonista de ese proceso emancipador. Él participó directamente en el
movimiento independentista de América, ya que desde el principio ayudó a
sembrar las ideas de la libertad y la igualdad en la mente de todos los
venezolanos y luego empuño su espada para ganar la gloria en los campos de
batalla a favor de la causa patriótica.

Sucre recibe su primera educación en la ciudad de Caracas. "En
el año 1803 [a los 13 años de edad] inició sus estudios de matemáticas para
seguir posteriormente la carrera de ingenieros". Cuando comienza la
Revolución inmediatamente se identifica con esta, mostrando "desde los
primeros días una aplicación y una inteligencia que lo hicieron sobresalir
entre sus compañeros. Cuando se inicia la guerra, Sucre sala a campaña por
el Oriente, bajo las ordenes del General Francisco de Miranda. En ese mismo
año de 1810, con apenas 15 años de edad, se gradúa de subteniente. Luego en
el año de 1816 (a los 21 años es ascendido a Coronel; a los 22 años es
Gobernador de Guayana y Comandante General del Bajo Orinoco y luego jefe de
Estado Mayor de la División de la provincia de Cumaná. En 1819, a los 24
años, es ascendido a General de Brigada; y al año siguiente es nombrado
Ministro Interino de Guerra y Marina, Comisionado Plenipotenciario para
tratar el Armisticio con las fuerzas de Morillo. Es jefe del Estado Mayor
General y electo diputado por la provincia de Cumaná.

En 1821, a los 26 años de edad, se le confía el mando de la
campaña hacia el Sur, que habría de culminar tras los laureles de la batalla
de Pichincha en 1822 y la batalla de Ayacucho en 1824, que selló la
emancipación de América del Sur y le valió el máximo titulo de Guerrero:
Gran Mariscal de Ayacucho, que le concede el Congreso de Colombia en 1825.
A los 30 años de edad es nombrado Presidente de Bolivia, cargo al que
renuncia en 1828. Dos años después Sucre es asesinado cuando se dirigía de
Bogotá a Quito.

Demasiada gloria para ser soportada por los enemigos, que no
soportaban la energía y el liderazgo de un hombre que estaba llamado para
continuar con el proyecto de Bolívar, como lo era la libertad para todos los
pueblos de América.

SUS APORTES: Sus aportes son muchos y todos valiosos.
Enumerarlos nos llevaría mucho tiempo. No obstante, podemos resumirlos en
una sola palabra: LIBERTAD.

En esa palabra están resumidas todas las preocupaciones del
Mariscal Sucre, quien no descansa hasta dejarnos cobijados con el manto de
la libertad. Lastima que ese manto fuera posteriormente desgarrado y picado
en pedazos por los odios comprimidos que afloraron cuando los dos hijos más
Grandes de América ya no estaban con nosotros. La historia tal vez hubiera
sido otra. Aprovechemos la oportunidad que nos brinda la historia para
enrumbar de una vez por todas a los pueblos de América por los caminos de la
libertad, la igualdad y el bienestar colectivo.

Nuestra patria, nuestra América necesita de hombres y mujeres
capaces y dispuestos a enfrentar el presente y el futuro con optimismo para
lograr la verdadera justicia social que todos deseamos. El momento es
propicio para reflexionar, para hacer un balance de lo se ha hecho y lo que
falta por hacer. Ahora más que nunca debemos estar en nuestras trincheras
de trabajo y de lucha, mancomunando esfuerzos para reconstruir la democracia
que nos han robado. Debemos prometerle a los libertadores de América que
aquí estaremos siempre de pie para defender los valores esenciales de la
democracia y cumplir con nuestros deberes hasta los límites del cansancio.

La responsabilidad sobre el futuro de nuestro país no es de
individualidades, sino de todos. No miremos para atrás... miremos hacia
adelante y a paso de vencedores marchemos unidos y en paz hacia las llanuras
fértiles de la democracia participativa. EL FUTURO DE LA PATRIA ES NUESTRO

*Politólogo. MSc. Ciencia Política
E-Mail: eduaradojm51@hotmail.com







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Eduardo J. Marapacuto*


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