Quinta columna; expresión que tristemente se le debe su origen y fama al las traiciones que se fraguaron en el bando republicano y que contribuyeron a la llegada del fascismo franquista en la España de 1936; hoy lo utilizo para dibujar al principal de los enemigos internos que tiene una revolución y tal vez hasta mas eficiente que los enemigos externos.
La corrupción no solo desvía hacia las arcas del enemigo los recursos materiales necesarios para afianzar los logros revolucionarios sino también desplaza de posiciones medulares a los mejores y más esclarecidos cuadros, además que es el factor más desmoralizante que puede existir. Esto último es vital porque un proceso revolucionario corrompido es una revolución desarmada, es una revolución que tristemente camina hacia su fin con la cabeza baja, sin dignidad, sin más acto de heroísmo que el recuerdo nostálgico de sus precursores, es una revolución que no inspira al compromiso a las nuevas generaciones.
Ahora bien nos es que una revolución muera porque unos pillos y estafadores la dirijan; si la cuestión fuera así de simple, también fuera sencillo depurarla porque la revolución la hace el pueblo trabajador y no costara nada deshacerse de quien le ponga frenos al objetivo de ese pueblo.
La cuestión es más complicada porque la corrupción es una definición que abarca más allá del acto de apropiarse de los dineros públicos; la corrupción llega a transversalizar la praxis política, y los demás ámbitos de la sociedad convirtiéndose en ética o mejor dicho refuerza la ética de la sociedad vieja, a la que se quiere transformar. Y no se puede avanzar en una revolución sino hay una transformación ética.
Enrique Dussel dice: "Cuando alguien toma el poder y cree que es el sujeto en ejercicio del poder, ya esta corrupto". Esta es una expresión muy acertada que nos dice que la corrupción va mas allá del dolo administrativo y nuestro comandante eterno Hugo Chávez Frías lo decía cuando pidiendo luchar activamente contra la corrupción mencionaba la necesidad de construir una nueva arquitectónica del poder, afirmando que, "el poder no es para mandar, sino para obedecer al colectivo… es el pueblo el dueño del poder originario y que actuar en forma contraria, es estar en presencia de la corrupción". Es poder obedeciendo o como dicen en territorio zapatista: ''Aquí manda el pueblo y el gobierno obedece".
Yo he visto alcaldes dueños de la alcaldía y del municipio donde los linderos de su territorio lo determinan unas vallas publicitarias con su rostro, y si se asigna una ambulancia al hospital tiene la consabida frase "Donada por el alcalde revolucionario tal" o sea que eso no fue del recurso del municipio sino de su bolsillo. Y así como alcaldes dueños de los municipios, he visto gobernadores, directores de ministerios, de empresa, gerentes, superintendentes, jefes del partido, jefes de consejos comunales, de sindicatos, de federaciones y gremios. Toda una practica corrupta que en nombre de la participación refirman la representación y que lejos de visibilizar al pueblo, al colectivo, de contribuir a que se asuma sujeto de la transformación, lo objetivisa y lo convierte en contingente que en nombre de la revolución servirá a sus intereses particulares
Lamentablemente son muchas las revoluciones que en este punto no han podido trascender, estancándose y al final lo que tenía que nacer murió y lo que tenia que morir sobrevivió. Porque en definitiva podemos engañar con la historia pero a la historia no se puede engañar y eso es lo que han hecho quienes han dirigido procesos revolucionarios fallidos; en nombre de la revolución refirman la contrarrevolución con practicas corruptas. Y aun, hay muchos que sin estar conscientes del daño que provocan y con la mejor buena intención del mundo son corruptos y no la saben, están tributando para la contrarrevolución y no lo saben, son una quinta columna y no lo saben, sencillamente porque no han superado la ética del capital. No se han revolucionado.
Abrebrecha y después hablamos