José Gregorio y Nancy (nombres reales) tienen un bebé de casi dos años. Estos días, mientras paseaban al infante, debieron buscar agua porque al niño le dio sed. Entraron al centro de comida rápida que tenían más a la mano en ese jungla que es el Centro Ciudad Comercial Tamanaco y llegaron a Arturo’s, uno de los laboratorios de lavado de cerebro y de explotación de trabajadores que aún siguen campantes entre nosotros.
"No hay", le dijo -al rompe- quien le recibía el pedido.
Convencidos de tal "verdad" y en virtud de que no existía antojo u otra necesidad de estar allí, Cheo Goyo, su consorte y el heredero se dieron la media vuelta rumbo a la salida debiendo frenar cuando, como en la dimensión de lo insólito, se percataron de la existencia de botellitas de agua sobre las mesas de algunos comensales. Como era lógico, indagaron ante esos clientes cómo carrizo habían obtenido acceso al preciado líquido, obteniendo siempre la misma respuesta: "La compramos aquí".
La conclusión, sin mayor esfuerzo, estuvo a la vista: les negaron el agua (por duro que suene) porque su intención jamás fue vaciar sus carteras en los costosos y nada recomendables productos que suelen ofrecer. Les aplicaron el antiguo (y nunca comprobado) refrán chino de "si no hay leal, no hay lopa".
En principio, y sin que suene a resentimiento social, no me extrañan esos procederes en sitios en los que históricamente -y a pesar de las leyes- hemos sido juzgados por nuestro color de piel, ojos y cabellos. Y menos ahora, cuando motivaciones de orden político son las que dictan órdenes dirigidas a causar molestias de cualquier tipo en la ciudadanía, independientemente de su clase social llegando, incluso, a hechos tan deleznables como este.
Quien creyendo en pajaritos "preñaos" aún se resista a aceptar que abiertamente está montada una muy bien tejida conspiración para socavar la institucionalidad democrática revolucionaria generando molestias en la población, sólo debe evaluar lo acá narrado y recordar la infeliz expresión de Leopoldo Mendoza según la cual "yo estoy en la guerra, mi pana".
¡Chávez vive…la lucha sigue!