La humanidad es una sola, un hombre es incompleto sin la mujer y una mujer es incompleta sin el hombre.
Más allá de las consideraciones políticas y religiosas que subrayan y profundizan la división de la humanidad, el cisma básico que nos aleja de los inmanentes poderes creativos y la libertad de nuestra especie es, justamente, la separación, el enfrentamiento, aunque "sólo" fuese en la teoría y en el pensamiento, de los dos géneros que constituyen la unidad humana.
Esta unidad humana es incompleta sin una de sus partes y por lo tanto desvalida y propensa a ser controlada por quienes buscan perpetuar el estado de estancamiento evolutivo de la sociedad humana, todos los males derivados de una sociedad que se basa en la división y la explotación de la inmensa mayoría de la humanidad por un puñado de familias que viven en nuestro planeta y se creen la tapa del frasco, la última gota de agua, la crema de la crema, pero que en definitiva sólo persisten en su propio estancamiento y el miedo a trascenderse a sí mismos, que proyectan en la humanidad para que todo siga como está.
No habrá impulso evolutivo (si quieren, llámenlo revolución) a menos que ingentes porciones de la humanidad avancen en la integración de los géneros.
Hasta físicamente, los órganos de reproducción y apareamiento humano están indicando que es indispensable que dos sean uno para todo. En el área del pensamiento, que es el origen de la acción y la creación, también se aprecia una diferencia aparente que no es más que la visión de dos ópticas de género que, al integrarse, constituirán la totalidad del ser humano.
Y ambas ópticas son necesarias.
El feminismo es un instrumento de lucha por la transición hacia la integración de los géneros, que deberá desaparecer por innecesario una vez que ésta se logre. Más allá de las chanzas, de los prejuicios, de las diferencias y opresiones históricas, el macho al oprimir y discriminar a la mujer se oprime y se discrimina a sí mismo al separarse de su propia madre, de su propia mitad, y perpetúa de esa manera la opresión de la que es víctima, fundamentada en el desequilibrio que la inarmonía de los géneros produce en la humanidad.
Así que, Ni machismo ni feminismo: Integración y respeto. Cuando la mujer acepta y respeta al género masculino en realidad se acepta y respeta a si misma, y cuando el hombre acepta y respeta al género femenino, no sólo se acepta y respeta a sí mismo, sino que contribuye a su propia liberación de la opresión sistémica e histórica de que es víctima el conjunto de la humanidad.
En el tercer milenio, el resurgimiento del poder de La Diosa reivindicará a ambos géneros y creará un impulso revolucionario que impulse a toda la humanidad en la espiral evolutiva.
Así sea.