Me prometí no volver a publicar en estos portales políticos debido a que, cuando el Presidente Chávez estaba enfermo, sabía que iba a morir pronto y me limité a decir la generalidad de que habría “un nuevo comienzo”.
Mucha agua ha corrido bajo los puentes desde entonces. Ha habido un final y un nuevo comienzo, y en este momento las multitudes -aquellas mismas que suspiraban de esperanza cuando estaban frente a Chávez- sienten que se les ha sacado el piso en tanto que desde los medios masivos de comunicación, sobre todo la TV, la radio y la Internet, se les proporciona falsas interpretaciones de la realidad para impedir que se den cuenta de lo que realmente está ocurriendo, y por lo tanto pierdan la esperanza, la autoestima, y se hundan cada vez más en la confusión.
EL PROCESO GLOBAL Y EL PROCESO NACIONAL
De acuerdo a las predicciones de los Mayas, quienes sabían lo que hacían, el 21 de diciembre 2012 habría el comienzo de una nueva era en la cual la conciencia de la humanidad experimentaría una expansión que la catapultaría a un nuevo poder, el poder de la conciencia despierta. Es como cuando se pasa de la adolescencia conflictiva a la adultez en la cual se toman decisiones, se actúa a propósito y no se espera que ningún poder externo venga a solucionarnos los problemas.
Antes de esa fecha, unas décadas antes, hubo un proceso de acumulación de energía, suficiente para dar el salto cuántico para la evolución de la humanidad.
Veinte años antes del 2013 -año del nuevo comienzo- Venezuela se fue convirtiendo en una luz de bengala, una señal de guía para lo que nos depararía el nuevo milenio. El publicitado socialismo del siglo 21, que no tiene nada que ver con ninguna experiencia conocida en nuestro mundo, no es más que un momento de transición, puesto que la nueva sociedad, corresponsable y trabajadora, consciente y solidaria, se irá instaurando en el planeta paulatinamente una vez se haya destruido a sí misma la actual organización social caótica, egoísta y destructiva que correspondió a nuestra adolescencia como especie.
El pase de la adolescencia a la adultez, en la cual estamos, no es un jardín de rosas ni un paraíso como el que prometen las religiones para engancharnos en su negocio. Se trata de darnos cuenta de que somos grandes y ya papi y mami no están a cargo de nuestras vidas, que comprendamos de dónde vienen los alimentos, cómo vamos a resolver cada problema, y en el caso de una herencia, como la que recibimos los venezolanos del Presidente Chávez: Una prosperidad floreciente, como una burbuja de protección, poder y abundancia que nos hacía visibles a nivel mundial y quién sabe si más allá; el pase a la adultez significa saber cómo distribuir, administrar y hacer crecer esa herencia para el bienestar de toda la nación, de una manera armoniosa con el resto del mundo. Continuar y desarrollar el modelo piloto que estamos realizando, para que cada conciencia en el mundo se nutra de esto y lo convierta, con sus propios aportes, en el camino para la sociedad del tercer milenio, absolutamente distinta a lo que se ha conocido hasta ahora.
LA ADMINISTRACIÓN DE LA HERENCIA DE CHÁVEZ
Antes de fallecer, Chávez nombró la cabeza visible de la administración de su herencia y todo el pueblo de a pie lo respaldó. Recibir las riendas de un proyecto tan importante para crear el futuro perfecto para la humanidad no es cualquier concha de ajo. Nicolás Maduro lo aceptó con sus propios planes, su propia versión de cómo hacer las cosas, pero el actual presidente no se gobierna. La muerte de Chávez no fue ninguna casualidad ni una tragedia sentimental, Chávez no es ningún santo para prenderle velas, como diría Alí Primera, pero tampoco un demonio al que culpar de todos los males, como se estila por parte del poder del dinero. No pudieron asesinarlo hasta que hubo concluido más que lo necesario para que el proceso avance sin él. Pasará mucho tiempo antes de que la humanidad comprenda a ciencia cierta el papel que este mártir de la humanidad ha realizado y lo que tuvo que padecer estóicamente para lograrlo.
No es cierto que Chávez no pudo cumplir con su misión. Lo hizo todo y más. Pero la transformación de la sociedad no es algo que pueda realizar un hombre solo, ni con magia. Es una acción que corresponde a toda la sociedad y en el caso nuestro, a la gente venezolana, incluso a los que, engañados por las ideas constituidas en parte de la mente colectiva, se convirtieron en la contraparte de la evolución, muchos de ellos creyendo seriamente que es lo mejor, aunque los cerebros rectores de esa contraparte manejan informaciones que ni de broma permiten que se filtre a sus propios seguidores, porque les daría demasiado poder y con ese poder los dinosaurios que pregonan la vuelta al pasado como el “cambio”, serían desplazados. Como lo serán, y ellos mismos cometerán los errores que permitirán defenestrarlos para que su lugar sea ocupado por unas cabezas del lado oscuro que estén más adecuadas a los nuevos tiempos.
En el lenguaje coloquial de computadoras, Chávez -acompañado de todo un pueblo, gúste o no guste- desinstaló el sistema operativo de toda la nación al desbaratar la vieja constitución del año 61, ya deformada por tanto que la violaron, e instaló la constitución de 1999, por referéndum, una forma de la antigua manera de hacer las cosas, pero la utilizable por ahora, rubricando la legitimidad con la participación en ella de todo lo que actualmente interviene en la política nacional, a favor y en contra. Luego vinieron las leyes bolivarianas, como programas que deben correr bajo el nuevo sistema operativo, y las fue probando por medio de una máquina virtual sin formatear todo el disco duro. Naturalmente, el viejo sistema operativo boicoteó una a una las leyes y aún sigue en eso. Se hace necesario entonces, como siempre que se hacen estas migraciones, un apagado de todo el sistema y un reinicio para que comience el equipo a encender sólo desde el nuevo sistema operativo.
La responsabilidad de ese apagado y reinicio fue lo que heredó Nicolás Maduro, y no es envidiable su situación.
El reinicio, el protagonismo de todo el pueblo (incluidos muchos de los que están en oposición política actualmente) tampoco es un asunto que corresponda a una sola persona, ni siquiera a un solo equipo como el que se está rotando en todos los cargos del gobierno actual. Un gobierno cuyos verdaderos cerebros tampoco le dicen al gran público lo que se está verdaderamente realizando tras el telón de la publicidad, las declaraciones estentóreas y los twits mentirosos. Y no lo hacen porque, iluminado con el conocimiento de la realidad, este pueblo sería empoderado y también echaría en la papelera de la historia a todos los involucrados en el juego del poder, que tienen rabo de paja.
EL PROCESO DEL DESPERTAR
Nos falta todavía reiniciar del apagón en que fuimos sumergidos desde el 21 de diciembre de 2012, proceso telúrico que terminó el 6 de abril de 2013, un día después de que desconectaran a Chávez en el hospital militar. Desde entonces, como ocurre con todos los eventos profundamente traumáticos, la gente está disociada de la realidad, y ha permanecido así tanto tiempo porque desde los medios masivos de información se le ha hipnotizado para que así se mantenga, pensando y actuando como quieren los que no han comprendido que los cambios hacia el nuevo milenio son profundos, inevitables y para siempre.
Antes del reinicio de la nueva sociedad, se necesita el reinicio de quienes la van a montar y desarrollar. El equipo está listo, el sistema operativo instalado, los programas casi completos. Es el pueblo, el programador, qiuen tiene que adecuar los códigos fuente a una nueva realidad que apenas nace, quien debe despertar y darse cuenta del poder que tiene. Un poder que no le dio Chávez (aunque sí lo ayudó a darse cuenta), que le es intrínseco y que está respaldado por el inicio y ascenso de toda una era de la humanidad, en la cual nos ha correspondido el papel de desarrollar un proyecto piloto y nos lo hemos ganado por ser como somos. Tal como nos lo dijo Chávez telepáticamente desde Cuba el 21 de diciembre de 2012, cuando lo tenían bajo coma inducido, Ahora la responsabilidad es de nosotros.
Y no todo está mal. En esa fecha, cuando se anudó el inicio de la nueva era, una masa crítica de venezolanos, latinoamericanos y gente de otras partes del mundo, se encontraba en cadena de meditación y oración por la salud de Chávez. Aunque esa cadena no tuvo el éxito que conscientemente se buscaba, porque ya el destino del Líder estaba echado para entonces, ese pensamiento altruísta en cadena mundial ayudó a mover las cosas, creó un cuerpo de pensamiento que, cuando se reactive antes de 2021, hará sacudir los cimientos de la oscuridad, profundamente arraigada en el inconsciente colectivo, y producirá la eclosión de la plántula de la sociedad justa y corresponsable que aún late y se desarrolla bajo tierra en el subconsciente de todos nosotros.
Sólo hay que recordar que aunque dicen algunos que la historia se cuenta por décadas, en realidad se necesitarán siglos para desarrollar una etapa de transición que cambie todo en el tercer milenio. Si por obra y gracia de la manipulación psicológica el pueblo venezolano no hiciera la labor necesaria para cambiar la sociedad del mundo, la Naturaleza se encargará porque es un ser inteligente, infinitamente poderoso y tiene sus propios planes, entre los cuales no se encuentra permitir que su lado oscuro la destruya.
La tarea es despertar, porque el futuro ya llegó. Es Hoy.